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César Campoy

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La Habitación Roja y lo posible

El grupo afronta con su nuevo disco, Sagrado Corazón, un reto más que interesante: Consolidar un sonido propio e intransferible

 

Tratar de reinventarse tras dos décadas en la carretera ha de ser una tarea realmente agotadora. Posiblemente, llega un momento en el que has de optar por asegurar o, llegado a ese punto kilométrico del camino, tratar de huir de corsés e inclinarse por ser uno mismo sin importarte el qué dirán. Es muy probable que La Habitación Roja (LHR) se encuentre en esa coyuntura («no nos importa qué diga la gente» aseguran en Nuestro momento). Sólo así se entiende que su nueva criatura, Sagrado Corazón (Mushroom Pillow, 2016), pueda ser calificada como una de las más heterogéneas de su carrera: «Creo que el grupo se ha liberado de ataduras y etiquetas, y tiene ganas de probar cosas e incluso salir de esa zona de confort, en cuanto a coordenadas musicales, a la que tendemos de manera casi inconsciente. Al final tenemos un estilo y un sonido característicos y de alguna manera intentamos salir de ahí probando cosas, como canciones más bailables u otras que se alejan bastante del sonido rocoso de una banda de rock. Hay interés por seguir creciendo a todos los niveles, pero al mismo tiempo y de manera espontánea, siempre hemos tendido a dejar que las cosas sigan su cauce natural, de ahí que haya cosas en este disco tan dispares como You gotta be cool, La vida es muy corta o 24 de marzo, por ejemplo», asegura Jorge Martí.

 

Luz en el túnel. Por Jordi Santos

Efectivamente, el elemento bailable sigue muy vigente en la oferta sonora del quinteto valenciano. Aunque su primer sencillo, You gotta be cool, es una buena muestra de ello, tal vez un tema como La deriva continental sea, en este sentido, el emblema de este trabajo. No obstante, inmediatamente nos topamos con ritmos que recuerdan a los inicios de LHR (La vida es muy corta), para, acto seguido, sumergirnos en la agria ternura de 24 de marzo. ¿Por qué esa necesidad de abarcar tantos territorios sonoros y rítmicos? «Vamos haciendo canciones, y luego nos quedamos con las que creemos que son mejores. Para este disco teníamos alrededor de 20. Supongo que uno intenta que haya variedad, más que de estilos, de ‘tempos’, de cadencia, de ritmos, de temática, de manera que al final vas buscando el equilibrio del disco. Puede que en esta ocasión hayamos juntado un montón de baladas y medios tiempos en detrimento de otras canciones más ‘rockistas’, pero ha salido así. El tema de las canciones que se puedan bailar era una asignatura pendiente en la banda, que hemos intentado saldar en los últimos álbumes. Además, cuando uno lleva 20 años en esto y afronta su décimo álbum, las reglas y los corsés no tienen mucha razón de ser. No es que estemos por encima del bien y del mal, es que simplemente hacemos las cosas por gusto, por intuición y por ‘feeling’ y afortunadamente, como dice una de las canciones más importantes del disco: No hay nada que demostrar», aclara un Jorge que (confirmando nuestras sospechas) certifica que de un pasaje de La deriva continental surge el título del disco. Dos palabras que tienen muchísimo más significado del que en un principio pudiera parecer. De hecho, prácticamente definen los parámetros en los que los de L’Eliana se mueven en la actualidad: «Éste es un disco hecho con el corazón. Pensé en dejarme llevar por el corazón. Creo que es algo que hemos hecho siempre como grupo, pero también como individuos. Veo dónde y cómo vivimos, el porqué, y llego a la sensación de que somos una especie de ‘últimos románticos’, en unos tiempos en los que lo que se lleva son otras cosas. Pienso cada día en por qué la vida me ha llevado a hacer lo que hago, a vivir donde vivo, y la única respuesta que encuentro es que he seguido siempre a mi corazón y, además, de una manera casi sagrada. Mientras estábamos decidiendo el título del álbum Santi García [productor] afrontaba una crisis profunda con su pareja. Cuando le dijimos que Sagrado Corazón era el posible título, él nos enseñó una foto que le acababa de mandar su mujer, que se disponía a matricular a sus niños en un colegio cerca de Manchester. El colegio se llamaba Sacred Heart. En ese momento supe que ya no podíamos cambiar ese título».

 

 

Y en ese proceso en el que la banda trata de evidenciar esa especie de exorcismo liberador en que se encuentra, el apuntado primer sencillo, You gotta be cool, vendría a jugar un papel determinante. Tras su publicación, se ha hablado mucho de su supuesto carácter sorpresivo, de posible ruptura. Además, esa publicación no ha estado exenta de cierta polémica y opiniones enfrentadas: «Sabíamos que causaría cierta polémica entre alguna gente, tanto por su sonido como por el trozo desenfadado en inglés del estribillo. Una chica hablaba de que parecía una canción para bailar en bragas delante del espejo y la verdad es que me hizo mucha gracia, pues, aunque lo decía como una crítica, de eso se trataba para mí. Quería hacer algo alejado de la profundidad y la intensidad emocional que suelen tener la mayoría de mis temas. Quería hacer una canción de pop comercial, que fuera bailable y que gustara a mis hijas a primera escucha. Eso era salirse un poco de las coordenadas habituales del grupo y hacer algo más lúdico, hedonista y frívolo. Lo bonito de la música es dejarte llevar, a partir de señales, de una manera que a veces es incluso mística. Mi hija mayor llevaba en esos días de verano una camiseta en la que ponía ‘cool as ice cream’, así que la cosa seguro que debió venir por ahí».

 

Es su momento. Por Jordi Santos

No obstante, pese a lo que algunos pudieran pensar al quedarse en el continente, la esencia de esta composición parece ir mucho más allá si desmenuzamos su texto. Inspirado en el filme Un día de furia (Joel Schumacher, 1993), en el que un magnífico Michael Douglas, en pleno estado de ebullición, acaba explotando, su mensaje entronca con la situación actual que vive nuestra sociedad: «Uno está a punto de estallar por el calor, los problemas, la corrupción, y ese estribillo se eleva de manera bailable para decirle a cualquier persona con ganas de venganza: Tranquilo, respira, tómatelo con calma, tú lo vas a hacer bien. Se trata de hacer las cosas a tu manera y demostrar esa calidad, sin entrar al trapo en el juego sucio de algunos. Ese trozo en inglés, que suena banal, es sólo una anécdota, y quedarse con la anécdota es tremendamente simplista. Mi impresión es que hemos hecho algo que se sale de lo que se espera de nosotros y sólo por eso ya ha valido la pena. A mí me encanta y tengo la impresión de que hoy en día la gente es tan conservadora que prefiere que seas previsible y no te salgas de tus coordenadas».

 

 

Y en ese camino de posibles nuevos aires, permítasenos el atrevimiento, entendemos que, globalmente, se evidencia un grado mayor de optimismo en este nuevo disco. Sigue estando presente, en ciertos momentos, esa melancolía y esa sensación agridulce, pero parece que se huele la esperanza (sin ir más lejos, en Volverás a brillar) de una manera más clara. ¿En qué momento emocional se encuentra la banda? «A veces las cosas salen de esta manera, pero tal vez si hubiéramos escogido algunas de las canciones que han quedado fuera, ese concepto global del álbum al que haces referencia hubiera sido distinto. El anterior tenía un montón de canciones con referencias sociales o políticas, y éste apela más a los sentimientos y a las emociones. Hay muchas referencias a la luz, al sol, a la tierra. Cosas que, viviendo en Noruega [el propio Jorge, junto a su familia], uno valora y echa de menos más que nunca. Hay un montón de cosas que me han influido, pero, sobre todo, la fuerza y la determinación de mi mujer en su lucha contra su enfermedad han sido determinantes. Volverás a brillar es una canción redentora. Es un homenaje a la gente que, a pesar de las dificultades, se levanta y sigue luchando. Creo que eso tiene mucho que ver con la filosofía que ha tenido este grupo desde sus comienzos y es algo de lo que yo me siento especialmente orgulloso. Como grupo estamos, sin duda alguna, en nuestro mejor momento, y nuestro mayor mérito es el haber hecho un álbum de este nivel y con esta calidad, tras más de 20 años. Esa ilusión y esas ganas con las que seguimos afrontando cada disco son la base de nuestro éxito. Y sí, digo éxito, porque haber publicado 10 álbumes y dedicarte a la música de manera profesional es un privilegio».

 

Todo es posible. Por Jordi Santos

Cambio, cambio y más cambio. Precisamente ese pasaje de You gotta be cool en el que Martí afirma que «los días de furia han quedado atrás» podría llegar a recordarnos, siquiera fugazmente, a aquel «no quiero hablar de la lucha si no estamos preparados» que cantaba José Manuel Casañ. ¿Piensa el grupo que verdaderamente los tiempos están cambiando? «Los tiempos están siempre cambiando, pero desde luego ahora mismo y sobre todo a nivel político, se han producido una serie de cambios que yo creo que eran necesarios y vitales. Una de las cosas que más nos duele como valencianos es ver que el daño del saqueo al que nos hemos visto sometidos es doble: Por una lado nos han robado y por el otro nos han cercenado el futuro. Además, es imposible ya el ir por ahí y que la gente no te recuerde todo lo que ha pasado en nuestra tierra, hasta el punto de que te sientes profundamente dolido y avergonzado. La reputación de los valencianos está por los suelos y eso es algo que va a costar generaciones levantar. Es algo que a mí personalmente me causa un profundo dolor».

 

Ritmo sagrado. Por Jordi Santos

Un dolor que, por otra parte, contrasta con la energía con que la banda suele afrontar unos directos que, en varias épocas, han estado marcados por referencias puntuales (versiones, guiños al iniciar los conciertos) a voces eternas de la tierra como la del incomparable Nino Bravo. Este Sagrado Corazón no ha quedado exento de tamaña influencia (una más). De hecho, resulta curioso comprobar cómo, en los últimos tiempos, son numerosas las bandas que, a modo de reivindicación, han hecho pública su admiración hacia muchas de las voces melódicas hispánicas, y reconocido la influencia que tienen en sus trabajos. ¿Estamos en fase de acabar con otro tabú histórico, parecido a aquel que se derrumbó cuando se comenzó a reivindicar, sin vergüenza, la importancia de los pioneros del pop y el rock españoles? «Siempre hemos reivindicado la música hecha en nuestro país y en nuestra tierra. Ya en la época del indie de los 90, en la que los grupos daban la espalda al pop español de los 80, nosotros lo reivindicábamos. Lo mismo creo que nos pasa con la canción melódica: Es la música que escuchábamos de niños en los coches de nuestros padres. Mi abuela y mi madre ponían a Julio Iglesias a todas horas, y mi tío, en su coche, también. Siempre nos han encantado Nino Bravo y Camilo Sesto y creo que eso, al final, se deja ver en tu música, pues son, de alguna manera, tus raíces. A estas alturas, no tenemos demasiados tabúes», sentencia un Jorge que, mirando de reojo a las próximas citas en directo de LHR para presentar su nueva creación (entre ellas, el Sansan Festival de Gandia, que se celebra entre los días 24 y 27 de marzo), se muestra orgulloso de las colaboraciones con las que ha podido contar el grupo para este Sagrado Corazón (The New Raemon, Zahara, Xavi Lloses), registrado en tres estudios diferentes (en Little Canyon, con Luis Martínez; en Cal Pau, y junto a Santi García, en Ultramarinos Costa Brava) y que, tras las incontables celebraciones del 20 aniversario del combo, parece suponer más un buen sorbo de energía, que el resultado de la resaca: «Tengo la sensación de que todavía no hemos llegado a nuestro punto más álgido, y que, de alguna manera, estamos ante el comienzo de una nueva etapa. Sólo espero que podamos seguir haciendo canciones que nos representen, que nos hagan sentir orgullosos y que también hagan, a la gente que nos quiere, sentirse orgullosa de nosotros».

 

 

Los discos de la semana

 

Samuel Reina

Alarms (Globo Records, 2016)

Apoyándose, de manera certera, en el hombro del productor y músico Tono Hurtado (también se ha ayudado del solvente Cayo Bellveser), Samuel Reina ha facturado un primer disco en solitario de altura, que encuentra fundamentos tan certeros (algunos rescatados de anteriores proyectos) como What a night, que con ese emotivo empaque justifican, de sobra, su disfrute. La digna manera con la que el artista envuelve su querencia por el folk, a partir de elegantes (She’s fantasy) y sentidos (Al volar) mimbres, acaba convirtiéndose en un agradecido recurso que marca diferencias en un género tan frecuentado (en ocasiones, sin dotarle de originalidad ni personalidad alguna) en los últimos tiempos. Si a esto unimos el cuidado y consistente registro vocal de Reina, acabaremos coincidiendo en que Alarms es uno de los estrenos más destacados de lo que llevamos de curso.

 

Negro

Pureta (Mascarpone, 2016)

Las gentes de Mascarpone siguen tirando de productos exclusivos y peculiarísimos para continuar engordando su celebrada colección de casetes de tirada limitada. En esta ocasión se aprovechan del intransferible universo de un Fernando Junquera curtido en mil y un proyectos (Balano, Estrategia Lo Capto, La Orquesta del Caballo Ganador), que sigue reflejando, en Negro, su vena más contemplativa, a través de instrumentaciones oníricas dotadas de un componente claramente vanguardista, y que, teniendo en cuenta que hablamos de rarezas y versiones alternativas, vendría a retratar el lado más oculto de un creador que, de por sí, es habitual de enrevesados senderos.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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