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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

La muerte nos hace buenos y nos perdona. !Qué bien!

La muerte perdona

En general, estoy seguro, a mis lectores y a mí mismo se nos ha muerto alguien desde lejano el parentesco hasta la misma intimidad de las entrañas y todos dejan un rastro indeleble que perdura con más o menos evidencia en función de cómo es cada uno y de la profundidad del afecto.

Podría hablar del duelo como huella que transciende  de esa muerte pero no es el caso porque ya hay fundaciones, psicólogos, amigos etc. que cuidan de ese aspecto como pueden.

Deseo referirme  a la muerte de personas que llegaron a convertirse en personajes públicos siendo de esa manera una especie de patrimonio compartido ; sobre su conducta y circunstancias todos tenemos el derecho a opinar en virtud de algo que dicen que se llama “libertad de expresión”. Será eso.

Se ha muerto (97 años y en su cama, la cama de su casa) un señor que se llamaba Carillo y todo el mundo, impulsado por los medios de comunicación, que están al servicio de la que cae como es su meta, se ha llenado la mente del como ha participado en la Transición.

Yo creía que en esta materia de la Transición el ciudadano anónimo tenía, o mejor, representó un papel decisivo al no participar, aunque fuera como masa innominada, en una “asonada” (las asonadas no son solo revueltas cuasi militares o exclusivamente militares) que hubiera puesto patas arriba a al sociedad enfrentada a si misma otra vez.

El muerto Carillo tenía sobre su espadas unas cuantas responsabilidades en torno a la desaparición física de propios y extraños y en vez de llamarle traidor- como señalan algunos medios de forma tímida (si hay alguna duda ahí están Semprun o Claudin dicen que Grimau o los centenares de maquis desaparecidos por la paranoia del sistema) se le homenajea y la muerte extiende sobre sus restos el olvido y la atenuante.

Bien. Yo creo que la muerte y es eso a lo que me refiero, hace buenos a todos y además de darnos por decreto una especie de bendición llamada apostólica (aunque no se pida)nos perdona por decreto cósmico. Es  en un por si acaso.

Es una pena que la gente se tenga que morir, es decir es una pena que nos tengamos que morir para que alguien diga:” Coño, ese era un buen tío. Una pena…por cierto: ¿te han pagado las horas extraordinarias?– un ejemplo de la mezcla conversatoria en un funeral.

Debe ser todo esto propio del ser humano (desconozco si eso les pasa a los tigres o a los monos). La compasión, el recuerdo blando, de quién ha desaparecido o ha dimitido (es una especie de muerte social) se transforma.

Menos homenajees y recuerdos y dar mejor vida a quien todavía vive. Los cadáveres no suelen dar las gracias. Buenos días.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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