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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

El Muro de Berlín

El Muro de Berlín

Hoy se conmemora la caída de ese muro. Pero hay otros muros nuevos.Materiales e inmateriales.

El caso es que yo he estado allí, junto al Muro, cuando el muro era muro y los “vopos” te vigilaban con prismáticos desde la torres de observación más allá del propio muro y de otro de apariencia férrea junto a las vías del tren,

En los lados del Reichstag las alambradas y algunas flores del último caído en el intento de saltar desde el paraíso comunista a la capitalista Berlín occidental; una Berlín más luminosa que ninguna otra ciudad, más llena de vida, de productos, de ostentación.

Occidente atraía como un imán y sobre la columna de la Victoria (erigida por los aliados como repuesta a la cuadriga victoriosa sobre la puerta de Brandeburgo que, la cuadriga,  había sido dada la vuelta por los rusos) podías ver “el otro lado” dónde las heridas de la guerra –la 2ª guerra mundial -eran visibles y guardadas como ejemplo de que lo que había que reconstruir no eran monumentos, sino centrales eléctricas, por ejemplo.

Están bien los monumentos. Suenan a penitencia de culpables.

Sobre el muro resonaba aún la voz del asesinado Kennedy de visita invitado por Willy Brand gritando a la multitud  un “Ich sich ein berliner” o algo semejante (yo soy un berlinés) y hoy todo eso parece humo de la historia llevado por la mezcla de la nostalgia, la decepción y la austeridad.

Angela Merkel vivía al otro lado del muro y es posible que desde allí una visión luterana nos devuelva su infancia, adolescencia y juventud ahora en forma de factura. Calvino ha vuelto a “jodernos la marrana”.

La caída del Muro ha supuesto un aviso que no veíamos. Una nueva frontera del capitalismo se ha abierto paso y las viejas ilusiones, regadas con el entusiasmo de la edad juvenil y de la esperanza en un mundo más libre, han caído presa de los titanes de la Banca, de la industria que marcan las tendencias de quienes ostentan, en teoría democrática, la representación popular.

Se han construido otros muros y la sima entre pobres y ricos es cada vez mayor y más injusta.

Creemos que somos más libres y universales porque soportes como este nos permiten decir y editar estas cosas- Un error más, un error virtual. Alguien ahora lo lee y quizás piense:

“este periodista no sabe lo que dice”. Puede que no. Solo lo intuyo. Yo me he cansado de estar en la cola de las farmacias abiertas y me he ido y van dos días. Lo sé y lo digo.

Dice Vela que “hasta aquí hemos llegado” o algo así. ¿Y qué? Hay que regresar, quien sabe, a la oración y al proverbio popular de “virgencita, virgencita que me quede como estoy”. Bon jour.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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