La Victoria
Imagino que en una cena o una comida que presides y en la que te rodean centenares de individuos , animados por los lideres y las bebidas espirituosas , gritando tu nombre y repitiendo, a lo mejor; “presidente, presidente” , la sangre se te altera y la dopamina te fluye como un torrente.
El placer y el gozo te encumbra hasta converger casi en éxtasis y te conviertes , supongo , en un campeón.
Eres el rey del mambo.
— ¿Qué es?
— Napalm, hijo; nada del mundo huele así. Amo el olor del napalm por la mañana.. Que pestazo el de la gasolina quemada. Aquella colina olía a… a victoria».
Eso es la victoria presentida, la que te da fuerza y hasta te crees que es tu momento , porque te lo ha dicho alguien que viene de Madrid. !Oh, Madrid!.
Se ve que allí atan los perros con longanizas y no es eso , no es eso. No vale decirme “yo no he sido” “lo he heredado”. No creo que sea obligatorio eso de quedarse en un cargo. Se puede uno ir , aunque es legitimo aspirar a quedarse y a anunciar que uno está en la línea de fuego para arriesgarse en una elección.
Hay que cuidarse del exceso de endorfinas que es el origen de la euforia ,de eso que los jóvenes llaman “subidón” al que sigue la realidad.
Yo he sufrido en el sillón de mi casa un subidón victorioso por delegación. El baloncesto y sus canastas a sendos rivales me ponen y hasta , estando solo, hablo.
No me pasa con el futbol , ni con la Formula I. La culpa de las derrotas la tienen ellos y sin embargo de las victorias soy colateral en el éxito.
Del Bosque ha sido elevado a los altares y luego descendido a los infiernos de la crítica y un cierto abandono. De bueno y de carácter envidiable ha pasado a blando.
La derrota extiende un manto oscuro y el éxito , la victoria ilumina con un aura al vencedor que sin embargo es terrenal. Cuidado con las cenas , no son las urnas.