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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

CON LAS COSAS DE COMER NO SE JUEGA

CON LAS COSAS DE COMER NO SE JUEGA

Las impresoras 3D ya han comenzado a imprimir comida, incluso menús sin gluten y con un control exhaustivo de los ingredientes, por lo que pronto se ganarán un lugar en las cocinas, entre la cafetera y la tostadora. (FUENTE: LAS PROVINCIAS)

        Empezaré como en los clásicos y muy viejos cuentos que ya no se leen y tampoco se cuentan; por cierto cada vez se lee menos y por tanto la riqueza y creatividad del lenguaje va camino de un agujero negro en este país llamado España.

        Ayer daban noticia de que de cada 10 españoles 4 no habían leído un libro, o era al revés, este año. Vamos a más.

        Decía que empezaría como antes. Erase una vez en que nosotros cuando éramos niños besábamos el pan cuando lo recogíamos, tras haberse caído al suelo.

        ¿Por qué? Primero porque nos lo decían y los niños, en general, suelen hacer caso a sus padres al principio de sus vidas, aunque luego el tiempo cambia las cosas. El pan, se ve, era cosa sagrada y debía ser porque costaba mucho ganarlo o porque se ha considerado un alimento esencial o a lo mejor porque era un símbolo sagrado. Cualquier motivo es bastante.

        Cuando leo la noticia de las impresoras de comida me da un vuelco el corazón. ¿Será pecado gastronómico el intentar una paella, una pierna de cordero o una fabada asturiana “a la copia”?

        ¿Entrarán en la guía Michelin los técnicos de la reproducción industrial?

        ¿Desaparecerán las bunyoleras en Fallas?

        ¿El ali oli ya no será el producto inmenso de sabor que le daba mi abuela?

        ¿Y los fesols y naps?

Todo esto se hace, dicen, para la conciliación laboral. Se abre un nuevo frente y se ve que no solo se imprimen pistolas que funcionan. Me rindo ante la estulticia gubernamental que como se sabe tiene la culpa de todo. ¿No se puede poner freno al deterioro de la ética y respeto con el pasado?

Si. El deterioro de las costumbres y de la cultura sigue. Un cocido impreso, una paella copia, una sepia a la impresora, una sopa de mariscos a la tinta y un blanco y negro como restos milenarios de una manera de guisar y comer a punto de un enchufe. Un desastre. ¿Y los huevos revueltos?

Tengo que dejar aquí la columna porque debo ir a acostarme por el mareo y mal de tripa que me está entrando.

No somos nadie. Los del Silicón Valley han invadido nuestra intimidad y pronto mi pie- tengo un pie bonito al decir de mi mujer, aunque eso nunca se sabe- será impreso.

Por cierto esas manchas rugosas que  se estiman como falta de melanina me las podrían quitar los impresores. Voy a ver.

No estoy en contra de la modernidad en su conjunto pero ya lo he dicho: “Con las cosas de comer no se juega”.

¿Qué harán los críticos y cantores de las buenas pitanzas como Trelis, Mocholi y Vergara en estas páginas del diario? ¿Los van a imprimir? No somos nada.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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