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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

CUATRO Y REPIQUE

CUATRO Y REPIQUE

        Nos llenamos la boca de amor a la tierra, fidelidad a las raíces y yo sé, por cierto, cuantos depósitos de valencianos estaban situados en sucursales bancarias de origen y fe catalana y nadie se rasgaba las vestiduras.

        Era el tiempo en que muchas casas de esta ciudad en el “rogle” de Serrarnos para adentro, de circunvalación hacia el interior, no tenían ascensor y cuando ibas a ver a un amigo te avisaba “cuatro y repique” con el facsímil de una mano de hierro golpeando; insistía en lo de repique para que la puerta de enfrente no se diera por aludida en el mismo rellano. Cosas de la antigüedad misma. Son las raíces de pueblo.

        Todavía hay algún rastro de eso como es voltear las campanas con o sin repique y tanto es así que las caras de los guiris” y propios se vuelven hacia arriba cuando a sus oídos llegan los metálicos, agudos y graves, toques de campana. Se han ido perdiendo, menos algunos.

        Ahora dicen que quieren quitar los toques en San Nicolás. Yo no me atrevo a llamar a la hermana de Ana a quien en su día recomendé ir a San Nicolás los lunes, en silenciosa procesión, para pedir novio, creo que era el caso.

        A alguien del tripaayuntamiento le ha venido a la memoria la Ordenanza contra la molestia acústica y se ampara en el artículo 15 de esa Ordenanza; ese artículo también señala una o varias excepciones,  como toques de campanario.

        Desconozco el origen del “mosqueo campanil” atribuido a San Nicolás y si el Santo no ha cumplido con la promesa de buscarle a alguien de la municipal casa novio o novia, quien sabe.

        Bien haría el demandante del silencio campanil darse una vuelta por la Plaza posterior, de nombre igual a la parroquia, para observar la suciedad que impera allí y en la de al lado donde está la sede de la EMT y de paso recomendar a las 6 mujeres que sentadas en paralelo sobre asquerosas sillas piden sus limosnas a la entrada a la que se ha dado en llamar segunda Capilla Sixtina.

        ¿Hay una diferencia geográfica entre El Micalet y sus campanas, entre el reloj del Ayuntamiento y otras con San Nicolás? ¿Hay, como en el caso de las farmacias, una distancia mínima para “campanear”?

        Pronto seremos cariñosas victimas del petardeo falleril, de los pasacalles a ritmo de marcha militar alemana y aquí estamos.

        Este periodista, dirán de mí, es un facha vil y meapilas. No señor. Solo es que San Nicolás era visitada por mi abuela cuando mi madre estaba enferma y se puso bien. Fue cosa, fijo, de san Nicolás y de la penicilina, en un esfuerzo corporativo y entonces sonaron las campanas. Todo un síntoma.

        Empecemos por limpiar mejor, calibrar botellones, mediar para bajar el metro cuadrado de mesas de terrazas bareras y así que pasen cuatro años podemos empezar a hablar de campanas.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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