LA DUDA
Cuando tienes ante ti un acontecimiento (ahora lo llaman evento) personal y te enfrentas a la necesidad de elegir a quien invitar o no, surge la duda.
Sopesas con cuidado el límite de tu relación y evitar así traspasar la frontera de la indiscreción o la inconveniencia.
A mi me pasaba mucho esto cuando ejercía de profesor y recibía alguna llamada; la llamada podía desarrollarse así, más o menos.
¿Dígame?
Hola. Soy fulano de tal (nombre y apellidos) ¿No te acuerdas? (cuando el otro nota tu duda, porque no tienes ni puñetera idea de quién es y el tono te descubre)
! Ah! si (lo dices casi maquinalmente por educación) y entonces pasa al ataque para recomendar a su hijo o a su sobrino.
Ser o no ser. Es el paradigma de la duda. No saber a qué carta quedarse. Yo soy.
Este diario ha sido generoso conmigo a la hora de dar noticia de que mañana presento mi última novela en el Colegio Mayor Rector Peset a las 19,30 hrs. y me siento obligado a dar las gracias por esa atención.
Yo no quiero caer en la duda y entonces he invitado a todo el que he podido y no he caído en el error de la selección. Yo presumo de liberal y todo el mundo, en principio, es respetable y a considerar.
Ahora la duda se aloja en mi interior. Vendrán o no vendrán esa es la cuestión. Veremos y lo contaré. Me dispongo a anotar las anécdotas.
Como va de exiliados españoles ayer, me trajeron documentos manuscritos de un exiliado en Francia y de otro en Argelia.
Gracias por leerlo y yo mismo me voy a seguir leyendo lo de los manuscritos. Muy amables.