LA AMENAZA
Ayer en mi columna hice un amago de hablar de dos asuntos.
El primero me llevó casi todo “el papel” y el segundo lo amagué hablando de tres perros que casi me tiran al suelo en la Gran Vía Marqués del Turia en el cruce con Ruzafa.
Es posible que me refiera a ello después de que ustedes me ayuden primero a entender este twit recibido por Boro Barber jr, un periodista que ha logrado centenares de vivas por su aportación en el programa Punto de Mira, al denunciar el absentismo laboral de algunos funcionarios que les hacen al resto de compañeros un flaco favor.
El twit dice así:
Como tengas un juicio en Valencia, date por condenado”. Eso es lo que me hace llegar una funcionaria de la Ciudad de la Justicia”
Comprenderán que el asunto es der mayor calado que el hecho de que tres perros se enzarzarán en un bosque de ladridos los unos contra los otros, estando yo en medio; como los ladridos no se limitan a salir estáticos de la boca de “los animalitos” ,se hacen acompañar de sendos movimientos tironeros de las bridas que los sujetan por el cuello dejando a su propietario en sendo ridículo al no poder controlar la agresividad de los canes.
Los amigos del hombre buscaban carne del otro y es una pena que la policía local no estuviera a mano(quizás intentaban corregir el problema del tráfico y digo esto al ver el atasco espectacular que cada día nos ofrece la EMT en combinación con los vehículos particulares ocupados por un solo conductor).
Perros sin bozal, bridas largas que hacen avanzar tres metros por delante al perro retozón, cagador y meón y propietarios llamados “andana”. Bueno, en resumen que no me caí de milagro. Fin
Vuelvo a lo que interesa más. La amenaza a un periodista que apunta muy bien y certeramente ,dispuesto a la denuncia de usos que se han convertido en tradición para algunos.
Son esos los que manchan el honorable nombre de funcionarios, haciendo de su capa un sayo y dejando que, al no haber expediente, el tiempo corra a su favor consolidando una costumbre que se ha visto que roza el descaro. Mándenlos a casa y así tendrán todo el tiempo del mundo.
Amenazar anónimamente es una costumbre que se está convirtiendo en práctica habitual.
Matar al mensajero es lo más sencillo para desviar la atención de una realidad practicada por pocos y que ensucian la honorabilidad de todos.
¿Qué patente de corso autoriza o consiente esa conducta? ¿No hay supervisión? ¿Qué ejemplo damos a las futuras generaciones? Una vergüenza y un delito el de las amenazas. Investíguese.