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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

¿CANTIDAD O CALIDAD? ¿QUÉ QUEREMOS? EL CASO DEL EFLUVIO

¿Cantidad o calidad?

EL CASO DEL EFLUVIO

Estoy en una las grandes avenidas de la ciudad de Valencia eso que hemos dado en llamar Gran vía. Yo vivo aquí desde que nací y eso que para algunos no tiene la menor importancia, para mi si la tiene, porque quiere decir que estoy vivo…por ahora.

Percibo hoy, es el segundo día teórico de fallas, aunque todo empezó mucho antes, un extraño efluvio que no sé calificar muy bien; me detengo y entre los olores que navegan a favor del viento, huelo la pólvora, el aceite de los múltiples puestos de churros, un algo más y el olor de la multitud variopinta que se entretiene con los bombardeos de múltiples puestos falleros de pólvora, las ropas sacadas de los armarios con naftalina, todo deprisa porque un fininvierno vuelve a acecharnos y necesitamos combinar el estar en la calle.

Una calle donde todo discurre, una vida llena de sobresaltos entre los petardos de los niños y la música de tambores casi tribales que ha venido a sustituir las armoniosas bandas de música adictas al pasacalle. Dicen que es la fiesta. Debe ser.

El efluvio aumenta cuando me siento en una de esas sillas de diseño junto a los arbustos y por fin, aleluya, aíslo el olor y es que huele a orín humano, digo humano porque el de las caballerías es más denso, más animal porque carga además con el fabuloso excremento de caballo que tanto servía para los agricultores de antes y que ahora serían canonizados como lo más de lo vegano y natural.

O sea que la gente mea en la calle, en plena casi primavera en una ciudad conocida también con el nombre “de las flores”; la gente, se ve, que juega como cuando éramos mocosos a “…aquí no llega la manga riega” un infantil deseo de imitar a los mayores que, supongo, en vista de la dificultad de encontrar mingitorios, pese a que se han puestos algunos, aunque menos que cuando vino, albricias, el Santo Pontífice.

Como no todo el mundo puede acceder a los locales que tiene el cartel de “los servicios son para los clientes” y se sigue trasegando cerveza los riñones del personal van a toda carga y los arbustos hacen de W·C.

¿Hay demasiada gente? ¿Faltan mingitorios? ¿Qué hacer si te apremia el riñón? La calle, se ve, que es de todos.

 

Es como si siempre fuera el día de San Patricio -lo fue este sábado-(honorable santo patrono de la verde Irlanda) día que, por cierto, en Chicago tintan de verde el río, las músicas celtas invaden el aire y la cerveza corre a ríos dorados…aquí ,digo, no es San Patricio pero es San José y los miles de falleros- sin distinción de género y ocupación se democratizan- se lanzan a la calle arrostrando el frío y miles de visitantes tratan de comprender esta fiesta nuestra de fuego virutas aéreas. Estoy o soy plenamente étnico estos días. Se ve que es el Mediterráneo, dicen.

En fin yo no sé cómo se arregla esto, pero procuro ver fallas, saltar el humo del petardo inesperado y salir arregladito de casa.

Fuset es tu hora. Inventa algo como una especie de aparato Bernardino para mear y desechar en contendedores a su vez desechables.

¿Será cosa de cantidad o de calidad? Doctores tiene la Iglesia.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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