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Natacha López

Correr para Vivir

21.097´5

 

 

 

     Es inevitable para muchos de nosotros, amantes del atletismo popular, no sentir una gran inquietud cuando se aproximan las citas importantes: la Media de Valencia, el Maratón con su 10k (que personalmente me encanta correr), las San Silvestres y la 10k de Enero (ésta nos viene genial para no “desmadrarnos” demasiado en navidad, je je). Son carreras emblemáticas que a los runners nos gusta preparar. Ya a mitad del verano empieza a brotar la semilla del maratón, con su parón obligado para comenzar con los conocidos cambios de ritmo, series, tiradas largas, …. incluso para los un poco más exigentes también llega el control en nuestros hábitos alimenticios. Y todo con una única ilusión … llegar en forma y conseguir nuestro objetivo, ya sea simplemente terminarlo, una marca determinada, o no sufrir en exceso.

     Mañana llega una de las grandes, que se presenta para muchos como prolegómeno del Maratón (“el test”), la definiría como LA MEDIA, una carrera mítica donde las haya, con su salida espectacular en la Avenida del Puerto, dejando atrás el mar que buscas en los últimos kilómetros de nuevo, pasando casi a mitad de carrera por mi barrio, La Malvarrosa, donde siempre aprovecho para tomar aire y fuerzas para continuar, alentada por mi gente, para llegar sobre el kilómetro 15 al centro de Valencia (parece inconcebible verlo sin tráfico y abierto sólo para nosotros, afortunados corredores). Recuerdo esta carrera con mucho cariño, cada año por motivos distintos… es una carrera rapidísima y muy bonita.

      Hace dos años, en 2014, al igual que muchos de vosotros, estábamos preparando nuestro debut en maratón, razón por la cual no pude exprimirla al máximo. Teníamos que ir a ritmo controlado durante 16 kms y los últimos 5  aumentarlo progresivamente hasta lo que nos dieran las piernas… Fue una experiencia diferente y especial, porque la salida no fue al uso. Salimos más rezagados de lo habitual, controlando los tiempos de paso para no ir más rápido de lo previsto. Disfrutamos muchísimo, hablando con otros corredores que se encontraban en nuestra misma situación y al llegar a los últimos kms… ¡¡a tope…!!.

      Ni que decir tiene que el año pasado también fue especial, pero esta vez por algo muy distinto. Por aquellas fechas mi pelo ya había emigrado de mi cuero cabelludo y unos meses antes ya nos rondaba a David y a mí la idea de poder completar estos 21.097´5 metros que tanto me agradan. Sinceramente, mi postura era más pesimista que la de él (como suele ser habitual) y cuando éste me planteaba la idea de correrla, yo le argumentaba negativamente porqué no iba a ser capaz: las sesiones de “quimio” habían mermado mis condiciones físicas y mis piernas estaban demasiado cansadas como para recorrer esta distancia, ya que 21 kms son palabras mayores… Pese a mi resistencia, David me apuntó sin decirme nada, según él porque se acababa el último tramo de inscripción, … vamos que lo hizo a traición, je je. En realidad actuó con la firme determinación de quien conoce a la perfección el funcionamiento de mi cabeza, tengo que reconocer que en ocasiones me da hasta miedo … Es algo que tengo que agradecerle, aunque al principio me enfadé, pues el hecho de estar ya inscrita, sería un condicionante muy determinante que acabaría por convencerme de forma definitiva. Así fue, ya estaba decidido, por lo que ahora había que probar a hacer algunos entrenamientos más largos. Afortunadamente, mi cuerpo se sentía con ganas de intentarlo.

      Tras el diagnóstico y durante el tratamiento, habíamos decidido que correr sería algo muy beneficioso en mi estado, más aún cuando en la octava planta (oncología) ya me habían aconsejado realizar actividad física a diario, por lo que no fue una sorpresa para familiares y amigos verme correr y participar en carreras con el pañuelo, volviendo a ser el centro de todas las miradas compitiendo a pesar de la enfermedad. Nunca ha sido mi intención serlo, sólo he actuado de la forma más natural ante la adversidad, me hubiera gustado más destacar por méritos deportivos y no por esta situación, pero el destino quiso que fuera así. Al aproximarse tan señalada cita, algunos medios se interesaron por mi participación en “LA MEDIA”. La gente sentía curiosidad por si sería capaz de conseguir acabarla, incluso yo la tenía …

     Llegó el día, ya no había marcha atrás, me encontraba en la linea de salida y me sentía optimista, todavía me encontraba disputando la posición en los circuitos Diputació y Divina Pastora, y mantenía algo de velocidad, por lo que me planteé la carrera como un entrenamiento de calidad, los 5 primeros kilómetros los haría a un ritmo de 4´ y luego me dejaría llevar, ilusa de mí … En el primer kilómetro ya me dí cuenta de que no iba a poder mantener el ritmo deseado y le dije a David que no podía más cuando alcanzamos la Avenida Blasco Ibañez. Él como siempre me animó a que continuara, a que bajara el ritmo y disfrutara de la carrera. Una vez más tenía razón, debía disfrutar de aquella maravillosa experiencia por las calles de mi ciudad. Ya en la salida habían sido numerosas las muestras de cariño que recibía de mis compañeros corredores y éste era un momento histórico en nuestras vidas, una muestra más de que iba a poder con todo, que juntos íbamos a cruzar aquella meta y todas las que nos propusiéramos.

     La carrera continuó, pero ahora con más serenidad, sin pensar en ritmos ni en la competición, mirando a mi alrededor y recogiendo toda esa energía positiva que tanto público como corredores me transmitían con sus ánimos. Fue muy emocionante, cada paso, cada metro, lo di empujada por un amigo, un familiar o un desconocido que gritaba mi nombre para darme ánimos. Desafortunadamente hay muchos casos como el mio y el hecho de que yo estuviera allí sin desfallecer, sensibilizaba mucho a las personas, que de una forma u otra, han tenido que vivir un caso de cáncer en su entorno más cercano. Así que, corrí por ellos, por los que no pudieron luchar como yo, por mi marido (que es quien me da siempre el último empujón) y sobre todo … por mis hijos, porque cruzar la meta significaba que era mucho más fuerte que la enfermedad, que no me daba miedo y que no me rendiría ante ella. Una vez más lo conseguimos, fuimos “finisher” de la Media Maratón de Valencia Trinidad Alfonso 2015.

     Al finalizar, David y yo nos abrazamos contentos por todo lo que significaba haberlo logrado, ya nada nos iba a parar, la satisfacción fue inmensa, lo que hizo que en nuestras vidas, gracias a todos vosotros, aquellos 21.097´5 metros, se convirtieran en algo muy especial  …

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Aprender a no olvidar


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