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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Paella valenciana en la serie 'Girls'

“Mi Clementina está haciendo paella esta noche”

Desi

 

 

Los modernos de Nueva York comen paella. No lo dice la Time Out, ni el New York Times ni la TMZ. Lo sabemos gracias a ‘Girls’, la serie de Lena Dunham que emite la HBO. Lena Dunham es para los hipsters lo que el Dalai Lama para los budistas. Pese a los odios y filias que genera (o gracias a ellos) lo que hace o dice la Dunham se tiene en cuenta. Sí o sí.

El caso es que, en el último episodio emitido en Estados Unidos de la tercera temporada de ‘Girls’, la actriz, directora y guionista ha colado un diálogo en el que la paella valenciana es la protagonista. Oh my god, paella valenciana en ‘Girls’. Esto sí que nos coloca en el mapa, señores. (Risas enlatadas, por favor).

Rebobinemos un momento para situarnos. ‘Girls’ fue la comedia revelación de la tele americana hace dos años. Su retrato actual, desinhibido, superficial y valiente de la juventud que malvive en la era de la crisis y de la revolución tecnológica no pasó desapercibido para nadie. Generó críticas y alabanzas a partes iguales, lo que directamente la elevó a la altura de series de culto como ‘Mad Men’, ‘Big Love’ o ‘Sexo en Nueva York’. Detrás estaba una cineasta capaz de crear en torno a ella (que no es especialmente guapa, ni alta, ni delgada, ni nada) un mundo con el que un montón de jóvenes y no tan jóvenes se sintieron identificados. Dunham, esteta y ególatra, ha logrado para su serie tres premios Emmy y el reconocimiento de la industria y gran parte del público.

 

En el capítulo ocho de la tercera temporada Adam, el novio de Hannah, la protagonista (la Dunham), consigue un papel como actor en una obra de Broadway y ella para celebrarlo lo invita (junto a unos cuantos amigos) a un hotel de moda sobre el que debe escribir un reportaje. Adam se presenta en el establecimiento en compañía de un amigo al que ha conocido en el casting, y que termina por acaparar la reunión con sus historias y canciones. Y será él quien nos descubra que en Brooklyn la paella está de moda. Y se prepara en recipientes con cuatro asas.

 

Mi Clementina está haciendo paella esta noche. (le dice el muchacho a Marnie, otra de las protagonistas, con la que ha tenido una especie de tonteo).

¿Es eso una canción? (pregunta ella)

No, es como un plato de arroz con mariscos valenciano. (aclara él)

Oh, sonó como una canción folk. Pensé que eran letras de canciones o algo por el estilo. “Debería emprender mi camino, mi Clementina está haciendo paella hoy”. (explica ella)

No, es como una gran sartén con cuatro agarraderas, así que tengo que ayudar a sacarla. (concluye él)

 

 

Sí. Sé que saldrán ahora los puristas a echarse las manos a la cabeza porque el joven ha osado a llamar a la paella (recipiente) “gran sartén con cuatro agarraderas”. ¿Cuatro? ¿Qué clase de instrumentos de cocina se fabrican en la Gran Manzana? Perdónenles, porque no saben lo que hacen. Imagínense, si los del grupo Love of Lesbian no se aclaraban demasiado (como se encargó de demostrar el Francotirador), todos estos modernos de Brooklyn mucho menos. Bastante tienen con lo de las barbas, el pitillo y los filtros del Instagram.

Y así fue como la paella se hizo hipster. La paella, que se ha utilizado con fines turísticos, políticos, culturales, solidarios, ecológicos, e incluso gastronómicos, forma parte desde esta semana del universo moderno yankee (junto a la gafa de pasta y las Ray Ban Wayfarer).

Lo más curioso es que Lena Dunham menospreció hace unos meses este plato típico valenciano en uno de los relatos que publica en New Yorker. “Siempre he encontrado pretenciosa la paella, un alimento que quiere ser todo y, por tanto, no es nada. Igual que en los años noventa se llevaban las faldas encima de los pantalones, parece que está a la altura de la indecisión. Pero todo el mundo se refiere a la cacerola de calamares y almejas y salchicha grasa como una gran obra de arte”, escribió. Afortunadamente el texto pasó bastante inadvertido y no provocó ninguna crisis institucional entre Valencia y la tierra de Obama.

Paella con salchichas. La culpa de esto la tiene Jaime Oliver, el Arguiñano de la BBC, que la presenta de esta guisa y lía. Si se entera Mr. Cooking lo ahoga con el delantal.

 

 

Dunham ya ha reparado el entuerto incluyendo en su serie la paella valenciana. Y es que, en definitiva, así es ‘Girls’, una ficción audaz que es capaz de mezclar (y que casen bien) en una banda sonora a Britney Spears y a Vampire Weekend, de colocar a la protagonista a jugar una partida de ping pong en tetas como si tal cosa, o de hablar de paellas a una panda que sólo utilizan la encimera de la cocina para sentarse a comer pizza.

Larga vida a ‘Girls’. Y que alguna marca de arroz sea avispada y le mande un lote de productos a la Dunham. (Y a este Darrin, que todo lo ve).

 

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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