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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Motivos para odiar o amar a Jessica Fletcher

“Es cuestión de lógica”

Jessica Fletcher

 

Siempre he soñado con que en un capítulo de Se ha escrito un crimen Jessica Fletcher estallase furiosa y confesase:

“Sí, fui yo. Esta vez lo maté yo. Estaba harta de que todo el mundo se muriese a mi alrededor, de que allá donde fuese se cometiese un crimen, de que cada vez que saliese por las calles de Cabot Cove la gente se apartase de mí como si estuviese apestada por miedo a que les pasase algo. Ya no soportaba contribuir a que aumentase el índice de mortandad, ni ser tan lista y averiguar cualquier asesinato por bien ejecutado que estuviese, ni ser la más rápida mecanografiando, ni escribir más novelas de las que pueda albergar una biblioteca, ni las bromas del sheriff o del médico, que en realidad están perdidamente enamorados de mí. Maldigo el día en que decidí dedicarme a la literatura de misterio en lugar de a la petanca, el ganchillo, a jugar al julepe u a otras actividades más propias de las personas de mi edad. Así que sí, lo maté. A éste lo he matado yo y os lo he tenido que confesar yo porque si no, no lo averiguaríais jamás”.

Esto, por supuesto, nunca ocurrió. Jessica Fletcher era suficientemente correcta, disciplinada y cabal como para tener que enfrentarse a semejante escena bárbara. Y Se ha escrito un crimen era una serie demasiado convencional como para dar un giro tan radical a su trama. No, por eso el esquema de esta ficción permaneció prácticamente inmutable durante doce temporadas y 264 capítulos. La Fletcher se enfrentaba a un crimen inesperado y lograba atar todos los cabos para dar con quien lo hubiese cometido. Así semana tras semana. Como mucho el guión podía descocarse unos centímetros en alguna ocasiones y poner a la protagonista en bretes como un baile atrevido o un flirteo. Nada más.

Y quizá esta inmovilidad fue lo que propició su éxito y que treinta años después se siga recordando esta serie y a su personaje principal. Jessica Fletcher cumple treinta años. Bueno ella no, su personaje… Ya me entienden.

La Miss Marple televisiva llegó a la cadena americana NBC en septiembre de 1984 precisamente tomando como referencia el personaje de Agatha Christie, aunque no era una adaptación tal cual. En cualquier caso los mimbres resultaban similares: una anciana a la que no se le presuponen dotes detectivescas y que acaba resolviendo cualquier caso. Angela Lansbury no era una recién llegada a la interpretación ni mucho menos. Tenía un pasado en Broadway y Hollywood. Era hija de la actriz irlandesa Moyna McGill. En los teatros neoyorquinos protagonizó musicales como ‘Mame’ o ‘Gypsy’. En el cine interpretó precisamente a Miss Marple en ‘El espejo roto’ (con Rock Hudson y Elizabeth Taylor, entre otros) y otras exitosas cintas como ‘La historia más grande jamás contada’ o ‘La bruja novata’. Muchos niños de mi generación por culpa de aquella película íbamos diciéndoles a los muebles y a otros objetos inertes “treguna, mecoides, trecorum, Satis deeeeee….” con la esperanza de que se moviesen. Pero nada.

 

El papel que la consagró fue el de Jessica Fletcher, la profesora de inglés que, cuando muere su marido, se convierte en escritora de obras de misterio. Logró estar nominada a los Emmy en doce ocasiones y consiguió cuatro Globos de Oro. Detectives ha habido muchos en la tele (Perry Mason, Colombo, Cannon…) pero el suyo es de los más celebrados, por ser mujer (algo no muy habitual durante un tiempo) y, sobre todo, por la edad de su personaje, que desterraba la idea de que las personas mayores no venden.

La serie logró audiencias millonarias en todo el mundo. A España llegó en noviembre de 1986 y se emitía los domingos al mediodía. Aguantó hasta 1996, cuando se decidió retirarla de antena porque a la emisora no le interesaba ya el público que la veía. En algunas cadenas (como Fox Crime) se siguen repitiendo sus episodios. Una vez finalizada la serie se grabaron cuatro telefilmes especiales. Hubo incluso un spin-off (‘The Law & Harry McGraw’) protagonizado por el detective Harry McGraw, que aparecía en las primeras temporadas, pero no obtuvo demasiada repercusión. La popularidad de Jessica Fletcher era tal que incluso había un juego de mesa basado en su personaje y novelas reales de misterio, que imitaban a las que escribía en la serie.

Sí, con Fletcher ya existía el fenómeno fan. Ella se adelantó a las ficciones de moda hoy en Estados Unidos con un personaje poco convencional, en el sentido de que hasta entonces las señoras adultas que aparecían en la tele (con la excepción de la ‘Superabuela’) no conseguían ese protagonismo. Ella ni se quedaba en casa haciendo sus labores, ni se escapaba a Benidorm, ni tenía nietos a los que cuidar, ni asistía a clases de gimnasia de mantenimiento (a no ser que se fuese a cometer algún crimen en los vestuarios).

 

 

Treinta años después el mundo se divide entre los que odiaban a Jessica Fletcher y los que la adoraban. Había razones para ambas tesituras.

Los que la odiaban recriminaban que:

– Fuese capaz de adivinar cualquier enigma y zanjar hasta los casos más extravagantes. A menudo salía de Cabot Cove y acudía a otros lugares donde se cometían asesinatos y en ninguna parte se topaba con un detective o policía más listo que ella. Ella siempre era la primera.

– Se entrometiese en todo y siempre quisiese saber más de la cuenta, incluso de asuntos que poco tuviesen que ver con ella (peleas entre amigos, crisis de parejas…). Fletcher pecaba de mirar a los demás por encima del hombro, como si fuese una autoridad moral por encima del bien y del mal.

– Tuviese una familia tan numerosa. Ya que no había sido madre a la escritora le aparecían sobrinos por todas partes. Siempre recibía visitas o era invitada por familiares que, pasados ese capítulo, no volvían a aparecer. Y no siempre porque hubiesen terminado muertos o en la cárcel.

– Lograba un ritmo de trabajo tan vertiginoso. No dejaba de viajar y luego era capaz de escribir libros a gran velocidad. Y eso que no tenía ni ordenador y todos sus manuscritos los transcribía con una máquina de escribir. Con lo difícil que le es a cualquiera que le publiquen una novela, ella (sin ningún tipo de pasado literario) conseguía hacerse hueco en el mercado editorial.

 

 

Los que la veneraban defendían que:

-Era una adelantada a su tiempo. Era independiente, se valía por sí misma y no necesitaba a nadie. La requerían para presentaciones y para conferencias en cualquier rincón de todo el mundo. En alguna ocasión tonteaba con algunos hombres, pero no terminaba con ninguno precisamente por su independencia. Se cuidaba, hacía deporte (siempre iba en bicicleta) y protegía el medio ambiente.

Sus amigos la querían pese a todo. No debe de ser fácil apreciar a una persona que cada que vez que te visita sucede una desgracia a tu alrededor. Pese a todo ella mantenía a sus colegas de siempre, como el doctor Hazlitt, el comisario Tupper o el investigador Dennis Stanton, un exladrón de joyas, que llegó a protagonizar algunos episodios, siendo él quien resolvía los sucesos.

No dejaba que su vida fuese monótona. En lugar de llevar una vejez sedentaria, Flecther estaba siempre dispuesta a participar en cualquier actividad o acto al que fuese invitada. Se prestaba a colaborar en eventos benéficos o con causas solidarias. En las últimas temporadas de la serie llegó incluso a dar un giro al trasladarse a vivir a Nueva York.

-Era tremendamente creativa a la hora de exponer la resolución de los asesinatos. Siempre hacía caer en una pequeña trampa al malhechor para descubrirlo delante de todos los implicados y así poder demostrar ante ellos el modo en que se había perpetrado el crimen.

A Se ha escrito un crimen se le debe reconocer lo bien que lleva el paso del tiempo. Además de a su protagonista pocos serán los espectadores de la época que no sean capaces de tararear la sintonía con la que daba comienzo cada episodio. Fue obra del compositor británico John Addison.

También se hizo popular la localización principal, Cabot Cove, que según las indicaciones en los guiones se emplazaba en el estado de Maine, en Nueva Inglaterra. En realidad esa localidad no existe. En la biografía de Lansbury se dice que los guionistas se inspiraron en Castine, un pequeño pueblo de apenas 1.300 habitantes, que sí se ubica en Maine. Pero los rodajes se desarrollaron en California, en concreto en Mendocino una pequeña población a dos horas de San Francisco. Una casa victoriana a la que llaman ‘Blair House’ sirvió para las localizaciones exteriores del hogar de Fletcher. Hoy es un Bed & Breakfast. Mendocino, por cierto, ha sido lugar de rodaje de filmes como ‘Karate Kid III’ o ‘Elegir un amor’.

 

 

Entre las curiosidades de Se ha escrito un crimen que mucha gente no conoce está el hecho de que sirviese de plataforma para actores que después lograrían la popularidad, pero que allí realizaron pequeños papeles, como George Clooney, Joaquín Phoenix, Andy García o Courteney Cox.

Hace unos meses NBC anunció que iba a producir un ‘remake’ de la serie pero protagonizado por Octavia Spencer. Se quería reinventar teniendo en cuenta su espíritu original y de hecho se empezó a trabajar en la idea. Angela Lansbury se opuso a la idea y consideró que ni era necesario ni se podía aportar mucho más. Y no sabemos si la oposición de la protagonista del proyecto original influyó pero finalmente la emisora estadounidense desechó la propuesta. La Fletcher es mucha Fletcher. En los últimos años muchos han sido los títulos con similitudes evidentes con Se ha escrito un crimen, desde ‘Castle‘ hasta la española ‘Los misterios de Laura‘. 

Por cierto, cuando terminó la primera temporada de ‘True Detective’ comenzó la quiniela de nombres de posibles actores que tomarían el relevo de Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Y entre las bromas de Internet se lanzaba una foto de Angela Lansbury con Bea Arthur (ambas protagonizaron el musical ‘Mame’).

 

 

La idea era, lógicamente, descabellada e imposible (Arthur falleció en 2009), pero nos hizo pensar en que las actrices y actores de tercera edad no logran en la actualidad la presencia en la pequeña pantalla que deberían. Y es una pena. ¿Y si juntan a la Lansbury con Betty White (Rose, la única supervivientes de ‘Las chicas de oro’) y se inventan algo? Prometería.

Títulos de crédito: La ilustración es de Luke Pearson. Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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