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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Parejas que no celebran San Valentín

“¿Tiene algún secreto? Algo que ni siquiera se contaría a sí mismo. Todos lo tenemos”

Alison Lockhart



San Valentín ya ha pasado. Y con él las campañas que enaltecen y perpetúan la idea del amor perfecto e idílico y el aluvión de películas empeñadas en hacernos creer en las relaciones ideales y sin altibajos, amén de esa que ha convertido ‘El imperio de los sentidos’ en ‘La Cenicienta’. Llegado este momento limpiemos el merengue, deshagámonos del almíbar y no dejemos que el árbol sensiblero nos impida ver el bosque.

Hablemos de parejas sí, pero de las de verdad, de las del día a día, de las que viven en un mundo real sin purpurina ni algodones. De las que se pelean, se reconcilian, se aguantan, se conforman, se decepcionan, se reconquistan, se soportan, de esas cotidianas, alejadas de los cánones folletinescos, de esas que no dan tan bien en la pequeña o la gran pantalla.

Hay quien prefiere no recrearse en la realidad. En la televisión nacional las historias sobre relaciones adultas son inexistentes. No interesan. Suelen protestar por ello los guionistas, a los que a menudo se les pide que se centren en los escarceos de parejas jóvenes y resplandecientes y que eviten esos problemas que acarrea la rutina una vez las relaciones van cumpliendo años. Es como cuando la editora de Leo Macías en ‘La flor de mi secreto’ le recrimina los argumentos que ha escogido para el nuevo libro de Amanda Gris por ser demasiado realistas. “La realidad debería estar prohibida”, le espeta. Pues algo así sucede en las ficciones en España.

En las series extranjeras se explora a menudo el lado más crudo de las parejas, la madurez del amor, el desgaste de las relaciones, los peligros y ventajas de lo cotidiano. Esa cara menos amable y que no luce tanto en las publicidades de San Valentín. ¿Se imaginan? “¿Ha dejado de atraerle su pareja? ¿Le molestan sus ronquidos? ¿Ya no le hacen gracia sus chistes? ¿No sabe cómo decirle que ese barriga no es sexy? Regálele por compromiso colonia Santanplán y salve San Valentín”. Ficciones como ‘A dos metros bajo tierra’, ‘Tell me you love me’ o ‘En terapia’ han sido algunas de las más significativas en el peliagudo terreno de contar qué pasa en las parejas cuando no pasa nada o cómo se asume que no puede haber fuegos artificiales todos los días ni falta que hace.

En los últimos meses se han estrenado algunas propuestas que ahondan en el interés por abordar las relaciones desde aristas poco complacientes y más cercanas a los entornos y situaciones de gran parte de los espectadores. Las protagonizan parejas normales, si es que en esto de las parejas existe la normalidad.

 

Togetherness

“¿Por qué no quiero tener relaciones con él?”, se pregunta Michelle respecto a su marido, después de que él haya intentado acercarse a ella en la cama y esta le haya rechazado sin tener muy claro el por qué. O quizá sí lo tiene y le da miedo verbalizarlo en alto. Más tarde cuando lo habla con su hermana da con la clave. “Sé cómo va a ser el resto de mi vida. Sé cómo va a ser el sexo con Brett. Estaremos juntos y cuando me vaya a penetrar me dirá ‘voy a por la almohada’. Siempre me pone la almohada en la cabeza en ese momento para que no me golpee contra el cabezal. ¡Quiero sorprenderme un día, quiero golpearme la cabeza!”, confiesa. Y ahí está la clave. ¿Qué sucede cuando la monotonía entra a formar parte del matrimonio y se forma ahí un trío poco excitante?

Es una de las preguntas que se plantea la nueva serie de la HBO, que ha sido recibida con algo de frialdad por público y crítica. Brett y Michelle forman un matrimonio que roza los cuarenta y que han entrado sin ser conscientes en una crisis propiciada por la falta de motivaciones. A esta circunstancia se unen lo desnortados que se hallan también con respecto a sus hijos y sus trabajos. Sin embargo, todo depende del prisma desde el que se mire. Otros los ven como una pareja perfecta que ha conseguido todo lo deseable en una vida. Como Tina y Alex, que por distintas circunstancias van a acabar conviviendo en su casa por una temporada. La hermana de Michelle, marcada por el paso del tiempo y por los fracasos sentimentales, necesita empezar de nuevo y encontrar por fin el rumbo adecuado. El mejor amigo de Brett, por su parte, está decidido a tirar la toalla después de perder su casa y la ilusión por conseguir un trabajo como actor en Los Ángeles.

Togetherness’ destierra esa idea de que solo la juventud está perdida. Nunca es tarde para perderse. Y los años no siempre son la mejor brújula para ganar en dotes de orientación.

 

The affair

Galardonada con el Globo de Oro a la mejor serie dramática, los protagonistas de ‘The affair’ viven una aventura en la que parece que ambos han acabado casi de casualidad o movidos por una atracción pasajera. Pero nada que ver. Los dos huyen (o tratan) de sus dañados matrimonios. El de él, por el paso del tiempo y por el lastre que suponen cuatro hijos y un montón de sueños no cumplidos. El de ella, marcado por la tragedia de haber perdido un niño y de haber dejado que la culpa lo tiñese todo de oscuro.

La ficción no juzga ni indaga en las causas por las que ambos terminan estableciendo una relación extramarital, sino en las consecuencias que acarreará. Los contextos con los que los dos llegan a esta situación se muestran de manera bastante aséptica, sin depurar, sin enfatizar en ningún aspecto, para que sea el espectador el que saque sus conclusiones.

Y luego está el propio relato, el affaire, la historia que protagonizan una camarera de treinta y tantos que vive en un pueblo pesquero y un profesor que se acerca a los cincuenta que llega a esta localidad junto a su familia para pasar el verano. Ese relato vertebrador de la serie se presenta bajo dos miradas, por medio de dos narraciones distintas. Muy distintas en ocasiones, la verdad, teniendo en cuenta que es la misma historia. Pero todo depende de quien la cuente. Y de lo selectiva que sea nuestra memoria. Cada capítulo se divide en dos narraciones, la de él y la de ella, que a veces convergen y otras se alejan irremediablemente.

¿Tenemos necesidad de complicarnos la vida de vez en cuando? Sí. Rotundo. Y según transcurren los años más, por ese miedo de que esto se acabe sin que hayamos estado en todas las estaciones de metro que queríamos o de las que nos habían hablado. También de eso va ‘The affair’.

 

Tú eres lo peor (You’re the worst)

Las primeras citas o los primeros polvos suelen estar marcados por las ganas de impresionar, de mostrar nuestra mejor cara o por disimular aquellos aspectos que menos nos convencen de nosotros mismos. Nadie llega a un primer encuentro y confiesa abiertamente que tiene mal humor, que es un enfermo del orden, que por la mañana le huele el aliento y que odia las comidas familiares. Cuántos dramas posteriores evitaría esto. Pero nunca sucede así. Tampoco la primera vez que te vas a la cama con alguien le muestras sin complejos las partes que menos te gustan de tu cuerpo o te expones a que se note tu falta de pericia para según que prácticas. Eso tampoco. Y también evitaría dramas, también. Pero no, en la medida en que puedes tratas de ocultar todo esto.

Jimmy y Gretchen no lo hacen. Después de asistir a una boda empalagosa de la que ambos salen trasquilados deciden acostarse juntos mostrándose tal cual sin la presión de gustarse el uno al otro. Porque en realidad no se gustan, se desprecian un poco incluso, por eso no tienen que esforzarse por dibujar retratos a los que no se ajustan. Son lo peor y no lo esconden. Así pasan la noche practicando sexo sin tabúes y confesándose (en los tiempos de descanso y puesta a punto) sus trapos sucios y sus peores costumbres. Les da igual que el otro piense que es un cerdo, un crápula, una salida o una tirana. Les trae sin cuidado porque después de esa noche cada uno seguirá su vida sin acordarse del otro.

Pero resultará que no. Que sin haber hecho juegos malabares les sale un sexo bastante apañado, con el que ambos terminan bastante satisfechos. Y que sus personalidades, despreciables ambas, concuerdan y encajan. Y lejos de repelerse se atraen y se dan una oportunidad en la que no tienen nada que perder y mucho ganado, porque han abierto el armario de los muertos nada más conocerse y han vaciado sus cubos de basura hasta que no quedase nada dentro.

¿Es esta la mejor manera de iniciar una relación? Y, sobre todo, ¿puede una relación sobrevivir a tanta sinceridad y franqueza? Eso trata de exponer esta divertida ficción de FX.

 

Married

¿Existe el matrimonio perfecto? ¿Está la pócima mágica escondida en alguna parte? Obviamente no. En lo de los matrimonios hay de todo, como un botica y a cada dos les funciona una cosa. ‘Married’ presenta distintos prototipos de parejas y a través de ellos responde a preguntas que le han surgido a cualquiera que haya convivido alguna vez en pareja y que, sobre todo, haya establecido acuerdos firmados. ¿Es la familia tu peor enemigo? ¿Es normal que en un momento dado deje de apetecerte todo? Y cuando digo todo es todo. ¿En qué instante se debe asumir que uno ha dejado de ser joven? Y así sin parar.

Con mayor o menor acierto, y siempre con mucho humor (negro, a veces), la ficción saca punta a cualquier aspecto cotidiano, trata de desdramatizarlo y lo sirve en la mesa para que el espectador se enfrente a ello sin pudor. Y se lo lleve al gaznate sin miedo a atragantarse.

 

Cucumber

En realidad no se puede hablar de esta serie sin citar a otras dos, porque las tres juntas forman un interesante retablo sobre las relaciones homosexuales. A ‘Cucumber’ le acompañan, en la británica Channel 4, ‘Banana’ y ‘Tofu’. La elección de los nombres responde a una manera gráfica de ilustrar los estados por los que pasa un pene cuando se erecta.

De las tres es ‘Cucumber’ la que mejor analiza esos aspectos que citábamos al principio que afloran cuando las relaciones se van consolidando y que no tienen nada que ver con la identidad sexual. Ninguna se escapa a rutinas y falta de incentivos. El protagonista de la serie es Henry, un hombre de cuarenta y cinco años que debe enfrentarse a problemas sexuales con su pareja, con la que lleva más de diez años. La añoranza por una juventud que no disfrutó como él quiso (y que ahora ve que se desenvuelve a su alrededor) le hará asumir algunas decisiones que lo llevarán por derroteros que no esperaba.

Los jóvenes en los que Henry se fija son los protagonistas de ‘Banana’, título que se centra en cada capítulo en analizar a un personaje diferente de los que forman un grupo de amigos. Cierra la trilogía ‘Tofu’, una especie de documental en la que distintas personas se dirigen a la cámara para hablar abiertamente de sus experiencias sexuales, sus fantasías y traumas.

 

 

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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