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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

Las 'series malas' que más enganchan


 

Mucho se habla de la adicción a las series. Incluso se han buscado explicaciones científicas para justificar por qué pasamos últimamente tantas horas enfrente de las distintas pantallas consumiendo ficción y nos desvivimos por conseguir capítulos nuevos cuanto antes. La revista Time se hizo eco de un estudio en el que se explicaba que los creadores potenciaban la adicción dejando los capítulos con finales en el aire, intensificando las escenas de violencia y sexo y haciendo uso de ráfagas visuales. Pero esta dependencia no conoce de calidad. Nos enganchamos a las series buenas y a las malas. A veces mucho más a estas últimas, aunque no nos atrevamos a confesarlo. Es decir, nadie se rasga las vestiduras al comentar que ha pasado la noche en vela viendo ‘The newsroom’ o ‘Borgen’, pero si se han perdido horas de sueño con otros títulos no se cuenta tan alegremente. Son nuestros pequeños secretos, vicios ocultos, placeres culpables.

Curiosamente también los científicos han analizado por qué algunas ficciones nos atrapan pese a que no brillan por su excelencia. La ‘culpa’ la tiene el cuerpo amigdalino que es un conjunto de neuronas que forman parte del sistema límbico y que se ocupa de cómo procesamos y almacenamos las emociones. Los guionistas recurren a esta zona para captar nuestra atención y hacen uso de todo tipo de recursos para que reaccione. Es lógico por tanto que nos enganchemos a series con giros inesperados, secuencias trepidantes, sustos o cliffhangers (escenas finales que dejan la trama en suspense). Y a veces las más malas abusan de todo esto. “Nuestro ritmo cardíaco se acelera, los nervios disparan más rápidamente, los ojos se dilatan para conseguir una mejor visión y la piel se enfría a medida que la sangre circula hacia los músculos para posibilitar un ritmo de reacción más rápido”, explica Peter H. Diamandis en su libro ‘Abundancia’, que narra cómo el progreso en inteligencia artificial permitirá conseguir avances increíbles en poco tiempo.

Mucho se habla de los brillantes títulos que llegan de Estados Unidos, pero no se nos puede olvidar que no todo es oro en su ficción. La tele americana produce también mucha porquería. Y a los espectadores nos gusta consumirla, aunque caiga en tópicos, aunque repita arquetipos, aunque abuse de trampas. Todos hemos sucumbido (y seguiremos haciéndolo) ante alguna serie no demasiado buena. Igual que de vez en cuando no podemos evitar comida basura, aún sabiendo que esa hamburguesa que nos estamos llevando a la boca no es de lo más saludable.

Hay series malas, que las reconocemos desde el principio. Y sin embargo para cuando nos damos cuenta nos hemos tragado seis capítulos seguidos y ya no podemos parar. La temporada ha comenzado en Estados Unidos con varios títulos que pasarán a engrosar la lista de placeres culpables de no pocos espectadores. Es el caso de ‘Quantico‘, que emite ABC y ya ha conseguido la renovación para una segunda temporada. Su primer episodio casi hay que verlo con un bloc de notas al lado pata anotar todos los giros y sorpresas en el guión. Es literalmente imposible que sucedan más cosas y que la trama dé más vueltas. Y cada cual más descabellada. Gira en torno a un grupo de jóvenes reclutas que se forman en una base del FBI para convertirse en agentes. Todos parecen los más brillantes y con pasados impolutos, sin embargo, ocultan no pocos secretos. Uno de ellos será además el responsable del mayor ataque que vive Nueva York desde el 11S. Adicción pura provoca, aunque lo que pase no tenga fundamento ninguno.

En la misma línea se mueve ‘Blindspot‘, que ofrece NBC, y que tiene como protagonista indiscutible a una joven que aparece desnuda, con el cuerpo totalmente tatuado y amnésica, dentro de una bolsa de viaje abandonada en pleno Times Square. El FBI descubrirá que las pinturas en la piel son una especie de mapa para evitar una conspiración criminal que amenaza la seguridad del país. Ahora sólo falta saber quién es la mujer que ha servido de lienzo y por qué la han elegido para ser portadora de semejante información.

Todos tenemos en la mente series que empezamos a ver con poco interés, pero que luego no pudimos abandonar. No consiguieron que nos hiciésemos profundas reflexiones, ni nos sorprendieron por su formato o por un guión exquisito. Pero nos entretuvieron como pocas, nos distrajeron y lograron que no pensásemos en nada más mientras las veíamos. ¿No tiene eso un mérito indiscutible? ¿A qué series malas se ha enganchado usted últimamente siendo consciente de las limitaciones de lo que veía? La lista que reproduzco a continuación es subjetiva y parte de opiniones recabadas a mi alrededor. No he hecho una encuesta ecuánime ex profeso. Cabe la posibilidad de que en la relación se mencione alguna producción que para ciertas personas sea una obra maestra. Mis disculpas por herir su sensibilidad.

 

Alias (2001-2006)

Primera serie de J.J. Abrams, en donde empezó a probar fórmulas que más tarde usaría en sus series de más éxito para atrapar al espectador. Narraba las andanzas de Sydney Bristow, una agente secreta del gobierno que hace trabajos sucios para la SD-6, una rama secreta de la CIA. Pero su mundo cambia cuando descubre que en realidad trabaja para el enemigo contra el que creía luchar. Podría parecer un título procedimental al uso, pero los continuos giros argumentales y, sobre todo, los secretos que guardaban los padres de la protagonista otorgaban a la serie un suspense continuo.

 

La cúpula (2013…)

Empezó bien, pero hay que reconocer que luego el interés fue decayendo. Aún así hay quien no puede evitar seguir enfrascado en descubrir qué ocurre en Chester’s Mill, una ciudad que una tarde queda aislada del resto del mundo por un campo de fuerza invisible, provocando que aviones y coches se estrellen contra un muro invisible y que la población intente huir sin éxito.

 

Scandal (2012…)

Si en la industria televisiva hay alguien que conoce las claves para enganchar a la audiencia y no dejar ni que parpadee esa es Shonda Rhimes, la creadora de ‘Anatomía de Grey‘, que echó el resto con ‘Scandal’. La primera temporada, con solo siete episodios, se consume en un suspiro. Y luego te quedas con ganas de más. Y más. La responsable es Olivia Pope, que se dedica a manejar crisis y escándalos y tiene como cliente al mismísimo presidente de los Estados Unidos, con el que le une una relación más allá de lo laboral.

 

Pequeñas mentirosas (2010…)

La trama parecía que como mucho podía dar de sí dos temporadas y ya lleva cinco años en emisión. En la tranquila e idílica Rosewood, cuatro amigas se reúnen un año después de que la líder del grupo, Alison, desapareciese misteriosamente. Las cuatro comienzan a recibir mensajes anónimos de alguien que conoce sus secretos, los de Alison y lo que sucedió la noche de la desaparición. Los capítulos pasan y pasan, las intrigas no solo no se resuelven si no que se van enredando más y más. Eso sí, las protagonistas no pierden una compostura que las ha convertido en iconos juveniles.

 

Orphan Black (2013…)

Fue serie revelación cuando se estrenó hace dos años. Lo merecía, porque el argumento era original, porque se resolvía bien y porque la protagonista hacía una labor increíble. Y no era sencillo. El problema es que la ficción continuó y entró en una espiral de clones sin control. Los hay por decenas. Son de Sarah, una mujer que es testigo del suicidio de una chica idéntica a ella. En ese momento decide asumir su identidad y su acomodado tren de vida. Será así como descubra que está en el centro de una conspiración con decenas de clones suyos de por medio.

 

True Blood (2008-2014)

Se vendió como una pequeña diversión del productor de ‘A dos metros bajo tierra‘. Una serie sobre vampiros pero con premisas que nada tenían con lo que se había rodado para televisión hasta entonces y con el sello de calidad de HBO. Pero el ansía por mostrar carne y sangre derivó esta historia en una paranoia que se torcía año tras año. La trama se desarrollaba en Lousiana, donde vampiros y seres humanos conviven con naturalidad hasta que suceden una serie de brutales asesinatos que rompen la paz y la concordia. La clave de lo que ha ocurrido está en el descontento de algunos vampiros que no se conforman con alimentarse de sangre sintética y desean la de los humanos, como se ha hecho toda la vida. En el pueblo vive una camarera que se enamora de un seductor vampiro que se instala en la localidad.

 

Revenge (2011-2015)

Venganzas televisivas ha habido muchas. La de Emily Thorne podría haber sido más redonda, pero a los guionistas se les escapó la mano y en la cuarta temporada aquello alcanzaba cotas increíbles y tuvieron que cerrar el chiringuito. Aún así la protagonista ganó adeptos en todo el mundo. A los Hampton llega una nueva inquilina que guarda un secreto. Ella vivió allí hace años hasta que alguien arruinó su vida y la de su familia para siempre. Ahora ha vuelto para consumar una venganza minuciosamente planeada.

 

Nashville (2012…)

Aquí no hay clichés, pero sí muchos excesos y secuencias rocambolescas. ¿Lo mejor? Que una serie dedicada al country pueda tener algún interés. ¿Lo peor? El resto. Los espectadores asisten al declive de la cantante Rayna James, que cuenta tras de sí con una trayectoria muy envidiada. Para reactivar su carrera la discográfica organiza una gira en la que la artista estará acompañada por la nueva estrella de este género musical. La convivencia entre ambas, lógicamente, no será sencilla.

Y tú, ¿a qué serie mala estás enganchado?

 

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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