A este hombre se le juzga en televisión | El síndrome de Darrin - Blogs lasprovincias.es >

Blogs

Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

A este hombre se le juzga en televisión

 

La vida de Steven Avery, actualmente en cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, se podría contar a través de actos, como en las obras de teatro. Pero lo suyo no es ficción. Y eso estremece.

    • El primero lo marcarían una serie de condenas durante su juventud en Manitowoc, un recóndito pueblo de Wisconsin, (por robar en un bar, por maltratar un animal, por asaltar a una persona…), cuyas penas consiguió sortear, hasta que en 1985 fue condenado por agresión sexual e intento de asesinato, motivo que le mantuvo en prisión 18 años.

 

    • El segundo acto lo protagoniza otra condena, esta vez acusado de un crimen a una mujer que cometió supuestamente después de salir de la cárcel, exonerado por el delito anterior después de que le realizaran unas pruebas de ADN.

 

  • El tercer acto se está viviendo ahora, a raíz del estreno de la serie ‘Making a murderer’ (‘Fabricando un asesino’) que lo ha dado a conocer en todo el mundo gracias a un trabajo periodístico en el que se relata su caso, así como las irregularidades que se cometieron, y que ha abierto un debate no sólo sobre la culpabilidad o no de Avery sino sobre el sistema judicial norteamericano. ¿Está libre de sospechas? ¿Es posible manipularlo? ¿Condena a personas sin motivos sólidos?

La repercusión del formato televisivo ha sido tal que hasta el mismísimo Obama ha tenido que pronunciarse. Y esta vez no habla de ‘Homeland’ o de ‘Juego de tronos’. El protagonista de esta serie duerme entre rejas. En cuanto se puso en marcha su emisión se reunieron 100.000 firmas que reclamaban el perdón tanto para Avery como para su sobrino (también acusado del último crimen). La Casa Blanca, ante el elevado número de peticiones, explicó que el presidente sólo puede conceder indultos por delitos en contra de Estados Unidos y que en este caso el poder recae en las autoridades a nivel estatal.

No obstante Obama tuvo que comprometerse a restaurar la legitimidad del sistema de justicia americano, seriamente tocado por las numerosas condenas erróneas que se han destapado. Hillary Clinton, que aspira a convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos, cuando el nombre de Avery salió a relucir en un mitin (el asunto está siendo muy recurrente en todos los ámbitos), reconoció que el “sistema judicial tiene un problema endémico”. No quedan muchas dudas. Y ‘Making a murderer‘ echa más leña al fuego.

La justicia americana está siendo observada con lupa y cuestionada a raíz de esta serie con la que Netflix vuelve a acertar, dada la popularidad lograda en prácticamente todo el mundo. ¿Es el estadounidense un sistema plagado de fallos? ¿Está podrido? ¿Necesita una revisión para reparar tanto agujero? No hay que olvidar que en Estados Unidos se mantienen la cadena perpetua y la pena de muerte, así que los fallos pueden tener consecuencias irreparables. El caso de Avery, desde luego, es confuso en algunos pasajes como se comprueba en esta serie de diez episodios que no escatima en datos, capaces de asombrar a cualquier espectador.

Lo que muestra ‘Making a murderer’ es cómo un hombre pasó 18 años en la cárcel por un crimen que no cometió. ¿Fue un error involuntario? No está claro. Al espectador le tocará forjar su propia opinión. Revisando el modo en que se realizó la investigación o las pruebas y testimonios que se consideraron buenos, o los métodos que se utilizaron uno podría pensar que la fatal resolución se debió al afán por cerrar con premura el caso, o a una dejación flagrante de funciones.

En 2003 unas pruebas demostraron que el ADN de Avery no coincidía con el del asesino y confirmaron lo que antes había asegurado los que avalaban su coartada y a los que el tribunal no quiso escuchar en su día. Avery no tuvo nada que ver en aquella muerte. El acusado tras salir de la cárcel demandó a la policía de Manitowoc y reclamó 36 millones de dólares por los daños causados. Este hecho no sentó demasiado bien a los miembros del cuerpo y tal vez influyó en la siguiente condena que recayó sobre el protagonista y por la que hoy en día sigue pagando, privado de libertad.

Avery fue acusado en 2005 de haber matado a la fotógrafa Teresa Halbach. Ella desapareció y su coche se halló (muy mal escondido) en el desguace de la familia del acusado. Las llaves se encontraron en la casa de él, donde la policía entró de manera irregular para registrarla. El propio sobrino de Avery, Brendan Dassey, confesó que él había participado en la violación y asesinato de Halbach. Pero, ¿se produjo la confesión de una manera natural o lo hizo forzado por razones que se desconocen o, incluso, por la presión de la propia policía? Es una de las preguntas que surgen después de ver el programa de Netflix. No es la única. También se cuestiona si las pruebas incriminatorias se manipularon o si no sería todo una trampa para encarcelar de nuevo a Avery.

Las teorías y valoraciones son muchas y diversas. Nadie tiene, por el momento, la verdad absoluta sobre lo que sucedió. Eso sí, algo no huele bien en esta historia. Y queda patente que el sistema judicial yanki presenta unas imperfecciones que no se debería permitir una potencia como Estados Unidos.

 

El mérito de haber abierto este debate se debe al excelente trabajo realizado por Moira Demos y Laura Ricciardi durante diez años. Merecen muchos aplausos. El desencadenante fue un titular de ‘The New York Times’: “Libre por los resultados del ADN, acusado ahora de un nuevo crimen”. Repararon así en la curiosa historia de un delincuente aparentemente reincidente. No imaginaban que encontrarían un material tan potente, audiovisualmente. Rodaron 180 horas de declaraciones judiciales y 500 de entrevistas al entorno de Avery. Recopilaron todo tipo de material relacionado con él. Contaron con aportaciones de gente anónima para sacar adelante un proyecto que venderían más tarde a una cadena de televisión. Fueron años y años dedicadas a husmear en todo lo que tuviese que ver con el caso y poder armar una serie en la que se diese cuenta de toda su investigación. HBO les dijo “no”. Netflix, “sí”, después de ver los primeros capítulos ya montados.

No imaginaban por entonces el revuelo que se iba a armar con esta trama. Ya se sabe el poder que tiene la televisión para generar ruido. Cabe recordar lo que ocurrió en España tras el ‘Salvados’ del metro, que fue decisivo para que la causa volviese a abrirse. En Estados Unidos el de Avery habría sido un caso más si las cámaras no hubieran reparado en él.

 

Televisivamente hablando las series documentales viven un momento de auge, como lo han demostrado este título de Netflix y ‘The Jinx‘, miniserie de HBO sobre un multimillonario sospechoso de tres crímenes no resueltos. Cabe destacar que ninguna de estas producciones tienen nada que ver con los típicos formatos con actores y recreaciones. No. De hecho ‘Making a murderer‘ puede parecerlo en un principio, pero no lo es. Toman las técnicas de las series de ficción, lo que pasa es su material es real. De hecho el espectador se pasa toda la temporada preguntándose quién mató a Teresa Halbach, como en un pasado nos preguntábamos quién mató a Laura Palmer. Con la diferencia de que una es real y la otra es fruto de la idea de un autor. Incluso existen webs especializadas en apuntar posibles sospechosos alternativos.

Las creadoras han desarrollado un guión para distribuir el interés de la trama a lo largo de diez episodios, la historia no se cuenta de una manera cronológica y cada episodio termina con una revelación que hace que el espectador se quede con ganas de ver el siguiente. Y engancha, tiene mérito porque engancha mucho. Este montaje de autor es la razón por la que a la serie de Netflix se le ha acusado de no ser objetiva, de tomar partido y de mostrar una visión sesgada. Pese a todo el propósito de este título es mostrar el caso desde diferentes puntos de vista, generar debate y despertar preguntas entre quien lo vea, más que en dar respuestas a todo lo que se plantea. Al terminar la serie uno debe posicionarse y decidir si cree a Avery o no. 

 

Títulos de crédito: Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

Otro sitio más de Comunidad Blogs lasprovincias.es

Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


enero 2016
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031