¿Ha merecido la pena el regreso de 'Expediente X'? | El síndrome de Darrin - Blogs lasprovincias.es >

Blogs

Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

¿Ha merecido la pena el regreso de 'Expediente X'?

 

Habrá quien piense que sólo por haber visto al agente Mulder bailando el “Don’t tell my heart” de los Marcy Brothers ha merecido la pena el regreso de ‘Expediente X’ catorce años después. Bien, como aliciente no está mal. Igual que reencontrarse con El Fumador (fumando por la traquea) o con Los Pistoleros Solitarios (en plena alucinación en medio del efecto placebo). Todo esto está muy bien, pero ¿es suficiente como para justificar la vuelta del que fuese uno de los grandes éxitos televisivos de los años 90? Seis semanas después del retorno de Mulder y Scully hemos de enfrentarnos a nuestros fantasmas, sopesar si hicimos bien desenterrándolos y preguntarnos si ha merecido la pena esta vuelta.

La primera tentación fue echarse las manos a la cabeza y lamentarse casi antes de que volviésemos a escuchar la enigmática sintonía de Mark Snow. No se había terminado de sobreimpresionar en la pantalla lo de la verdad está ahí fuera (todavía) y ya estaban críticos y espectadores para dar palos al primer episodio de la décima temporada, acusándolo de previsible, anodino o poco arriesgado.

 

 

Seguramente ahora que la minitemporada ha terminado muchos de los que aquel día bramaban pensarán que se precipitaron y habrán modificado su opinión, porque hay que reconocer que estos seis episodios han dado mucho de sí. Aquellos recelos iniciales, sin embargo, no eran del todo infundados. ‘Expediente X’ optó en su regreso por un “decíamos ayer”. Como Fray Luis de León al recuperar su cátedra tras varios años en prisión Mulder y Scully se reencontraban y ocupaban de nuevo sus puestos en el FBI con asombrosa facilidad. Como si el tiempo no hubiese pasado ahí teníamos a los dos investigando monstruos. Esta falta de solemnidad y pirotecnia pilló con el paso cambiado a más de uno que esperaba que el reencuentro sería mucho más épico y que la excusa para volver a poner los expedientes X en marcha alcanzaría mayor enjundia. Pero no, los guionistas optaron por comenzar con un perfil bajo, como si el episodio anterior se hubiese emitido sólo unos meses atrás.

Quizá lo que pretendían demostrar es que no era necesario buscar un pretexto rocambolesco para argumentar el regreso de la serie. Quizá pretendían que quedase claro que no se habían sacado esta producción del baúl de los recuerdos por una cuestión económica, o que no había sido la falta de ideas lo que la había puesto de nuevo en circulación. Me inclino a pensar que ese primer episodio era una declaración de intenciones sobre la vigencia que sigue teniendo esta ficción catorce años después (y con una edad de oro de por medio).

 

 

El ‘Expediente X’ presente se parece mucho al del pasado, esta etapa no desentona en absoluto con las pretéritas, recupera el tono y lo utiliza sin apenas modificaciones. No hay duda de que no sólo mantiene vigencia más de una década después, sino que ni ha quedado anticuada ni desmerece comparada con las ofertas actuales. Esto ha permitido dotar de más valor (todavía) a lo que supuso este título en su época. Siempre se ha dicho que se adelantó a su tiempo y que comenzó a recorrer senderos que después han sido claves en la explosión de series. Y ahora se confirma. Mulder y Scully no están desfasados y siguen desprendiendo misterio, los casos que investigaban continúan despertando interés en una sociedad que ha incorporado nuevos miedos, pero que no ha resuelto los antiguos. El terrorismo es una amenaza recurrente en el siglo XXI, pero todavía no hemos sido capaces de aportar mucho más sobre ovnis y otros sucesos paranormales.

 

 

A ese respecto los guionistas han sabido muy bien incorporar los nuevos terrores a las nuevas tramas. Aquellos mismos que investigaban señales del más allá se enfrentan ahora a los atentados yihadistas. Decíamos ayer. En el episodio quinto dos suicidas musulmanes hacen volar una galería de arte y los agentes del FBI se afanan para impedir un nuevo ataque. A este argumento se unen otros terrores de nuestros días, como la incomunicación o el uso de las religiones. “Desde el 11S este país ha dado un giro extraño. ¿Por qué nos vigilan y espían para que vivamos más seguros? Nunca ha sido todo más peligroso”, se dice en un episodio.

 

La conclusión, por tanto, es que el mundo sigue contando con expedientes X por resolver. Es más, se han resuelto muy pocos y se han añadido unos cuantos más, por lo que no es descabellado que se reabra un departamento para estudiar todos estos casos. La verdad está ahí fuera, pero lo de fuera está más ingobernable que nunca.
 

 

Otro acierto de este retorno ha sido la capacidad de los creadores para reírse de ellos mismos, para parodiarse y para homenajearse. No han dejado de lanzar guiños y de retroalimentarse. “Mi vida se ha convertido en un chiste”, lamenta Mulder al comenzar la temporada mientras observa un programa de televisión de Jimmy Kimmel donde este bromea con el presidente Obama sobre platillos volantes. “En otra época yo bajaba escaleras con tacones de siete centímetros”, recordaba Scully en otro momento. En este sentido el tercer capítulo del curso está hecho por los guionistas para darse mucho gusto y, de paso, para dárselo a quienes lo vean. En él vuelve un Mulder divertido e irónico y sobre todo aparece una criatura que va a confirmar al agente lo que siempre sospecho: que los monstruos existen. Lo que pasa es que el monstruo que reafirma esta tesis ni es terrorífico ni salvaje, más bien resulta tierno y hasta gracioso. La antítesis servida en bandeja de paranoia. Pero lo mejor de este capítulo es que viene con moraleja. Detrás de las risas y de la locura hay un mensaje: los verdaderos monstruos habitan en nuestro interior, a veces nos disfrazamos de monstruos para ocultar a nuestros verdaderos monstruos… Sólo por esta reflexión ha merecido la pena que ‘Expediente X’ asome de nuevo.

 

A nivel fan hemos visto a Mulder con la sintonía de la serie en el móvil y con el póster de “la verdad está ahí fuera” de nuevo colgado en su despacho. Lo hemos espiado por una especie de mirilla mientras duerme con slips rojos tirado en una cama y en una postura que uno no sabe si está viendo al agente del FBI o al escritor de ‘Californication’. Hemos visitado la tumba de Kim Manners, productor y director de la serie, que murió por cáncer a los 58 años, y hemos tenido noticias (y peso de conciencia) del hijo que la pareja de investigadores abandonó. Por tener hemos tenido hasta un posible relevo para los protagonistas, encarnados por Robbie Amell y Lauren Ambrose (te recordamos Claire), en los papeles de un joven agente convencido de la existencia de otros mundos y de una médico que niega todo lo que no esté refrendado por la ciencia. Cuando éramos jóvenes…

Que ‘Expediente X’ funcione narrativamente tan bien descubre que no ha tenido nunca un sucesor suficientemente bueno, que no ha llegado nadie después con una propuesta paranormal mejor. Y también deshincha un poco (sólo un poco) la burbuja de la ficción de hoy en día y máximas como “lo que se hace ahora nunca antes se hizo”. Pues bueno, nunca, nunca…

 


 
Si todas estas razones no son suficientes resulta que además los seis nuevos episodios han logrado buenos datos de audiencia, por lo que la cadena Fox no descarta retomar grabaciones, siempre y cuando actores, guionistas, directores quieran, puedan, se amolden a las condiciones… Más de 50 millones de espectadores vieron los dos primeros episodios en 80 países. En Estados Unidos el estreno fue seguido por 16,2 millones de espectadores y después se ha mantenido en torno a los 9 millones. La tentación, por supuesto, será desempolvar otros éxitos vetustos intentando conseguir los mismos réditos, pero dudo mucho que se encuentren con esqueletos tan lozanos y con tan buen aspecto como los de ‘Expediente X’.

 

 

Títulos de crédito: Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

Otro sitio más de Comunidad Blogs lasprovincias.es

Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


febrero 2016
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
29