La embajada: otra oportunidad perdida | El síndrome de Darrin - Blogs lasprovincias.es >

Blogs

Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

La embajada: otra oportunidad perdida

 

Se llama ‘La embajada’ pero podría haberse llamado ‘¡Cómo está la diplomacia!’ o ‘El embajador, su mujer y otras cosas de meter’ o ‘Algo huele a podrido en la embajada’ o ‘Esta embajada es una ruina’. Es la nueva apuesta de Antena 3 y la hace de la mano de una de sus productoras de confianza, Bambú, con quien ha firmado éxitos anteriores como ‘Velvet’ o ‘Gran Hotel’. ¿Es mala la nueva serie de Antena 3? No. ¿Es buena? Tampoco. ¿Entonces? Es otra serie de Antena 3, cortada por el mismo patrón que títulos anteriores de la cadena: mismos actores, tramas parecidas, conflictos similares, perfil de personajes idéntico… Más de lo mismo. Y es una pena. Porque ‘La embajada’ puede llegar a ser hasta entretenida para un perfil amplio de público (arrasó con un 22.5% de cuota de pantalla y 4.034.000 espectadores), pero no aporta nada nuevo a la ficción nacional. Nos la habían vendido como algo diferente y no. Otra oportunidad perdida en nuestra tele. Y van…

 

 

Se había anunciado como la primera serie política que se hacía en España. Y eso es nacer con el listón muy alto. Porque en nuestro país apenas se han realizado ficciones de género y se ha apostado principalmente por títulos costumbristas. Ni drama ni comedia ni todo lo contrario. En los últimos años esta tendencia ha cambiado y las cadenas han empezado a abrirse a producciones que no estaban pensadas para contentar a todos los públicos. El abanico principalmente se ha ampliado hacia el thriller y la intriga, pero algo es algo. ‘La embajada’, supuestamente, se adentraba en un campo inédito por estos lares, el de la política, un terreno que en nuestro país precisamente podría buscar inspiración fácilmente. Pero, sin embargo, en esta ocasión cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Literal.

La ficción nacional se ha caracterizado hasta hace poco por alejarse de realidades sociales y de temas de actualidad. La idea ha sido siempre que el espectador se sintiese identificado con los personajes pero nunca excesivamente retratado. Las series patrias se han alimentado poco de realidad patria: ni rastro de la crisis, ni de la corrupción, ni de la nueva política, asuntos que han caracterizado nuestra sociedad en la última década. La tele ha sido ajena a todo esto y ha andado entretenida con Serranos, vecinos, internados, hombres de Paco, cuéntames y grandes hoteles.

La única excepción había sido hasta el momento ‘Crematorio’, estupendo título que salió de la novela del mismo nombre de Chirbes y que aparte de por sus magníficos guiones y su exquisita puesta en escena destacó por el certero análisis de la España del boom, la de la burbuja inmobiliaria y la del enriquecimiento a base de ladrillos que desembocan en empresas offshore.

 

 

‘La embajada’ no es ‘Crematorio’. Ni se le parece. Tampoco es ‘Borgen’, ni ‘House of cards’, ni ‘Veep’. Ni ‘1992’ ni nada parecido. Ni ‘The good wife’, aunque quisiera. A mí en algunos momentos hasta me recordó más a ‘Física o química’ que a las anteriores, por la cantidad de feromonas que rondan por todas sus tramas. Aquí en lugar de una profesora que se lía con su alumno tenemos una madre que se lía con el novio de su hija, y en vez de estudiantes hay hijos y hermanos de embajadores. De política tiene más bien poco. En algún momento se cita la derecha o la izquierda, incluso se nombra a Izquierda Unida o se dice casta… Cuánto atrevimiento… He tratado de olvidar el momento en que un personaje llama a otro “amiguito del alma”, sonrojante guiño a la actualidad metido con calzador. Visto sólo un capítulo, el entramado político es nulo y el caso de corrupción es una excusa para crear intriga, no un intento de poner en evidencia y explicar cómo y por qué este término ha entrado en los últimos años tan de lleno en las arterias de la actividad política. 

La corrupción parece una coartada para realizar un planteamiento de serie española que ya hemos visto mil veces: en la que nadie es lo que parece, en la que todos son sospechosos de haber cometido tropelías, en la que hay muchos cuernos, en la que pululan jóvenes guapos que ligan entre ellos (y que calentarán las carpetas de los/las adolescentes que ven la tele), en la que las tensiones sexuales no resueltas son evidentes a kilómetros, en las que los malos son muy malos y los buenos, víctimas inocentes de estos… A estos elementos se le añade algo de intriga y misterios insinuados y estamos ante otro título cortado al patrón de Antena 3.

En un país en el que cada semana surge un caso de corrupción, de los Eres a la Gürtel, pasando por la Púnica, Pokemon, Palau o Taula, es increíble que una serie aborde la corrupción y el resultado final sea inverosímil, casi forzado, y algo grotesco (ese empresario sobornando con jamón…).

 

 

‘La embajada’ tiene como protagonistas a Belén Rueda y Abel Folk, que están correctos en sus personajes, y a secundarios como Carlos Bardem, que defienden como pueden el papel cargado de estereotipos que le han encalomado. La serie tira, por supuesto, de actores conocidos en la emisora, conocidísimos diría yo. Algunos van empalmando papeles de una serie a otra, lo cual merma bastante la credibilidad. Ursula Corberó, por ejemplo, en tres años ha encadenado ‘Con el culo al aire’, ‘Isabel’, ‘Anclados’ y ahora ‘La embajada’. Maxi Iglesias, parecido. De ‘Los protegidos’ a ‘Toledo’, de ahí a ‘Fenómenos’ y a ‘Velvet’, y de ‘Velvet’ a ‘La embajada’. Y tiro porque me toca. Amaia Salamanca lo mismo sirve para ‘Gran Hotel’, para ‘Velvet’ que para esta nueva serie, en la que luce nuevo color de pelo. Pero aunque Amaia Salamanca se vista de seda Amaia Salamanca se queda.

Con esta premisa y estos ingredientes ha echado andar la serie sobre el nuevo embajador español en Tailandia que se traslada con su familia a Bangkok con el reto de limpiar la delegación de cualquier rastro de corrupción. Lo que no espera es que ese viaje va a ser el principio del fin de su familia.

La serie, por cierto, está ambientada en Tailandia, dice la cadena. Debe de ser un eufemismo lo de ambientada, porque el croma en algunas secuencias no puede ser más flagrante. Pero esa es otra historia y seguramente tiene más que ver con una cuestión de presupuesto que de valentía a la hora de asumir un proyecto que pretende tratar un tema que ha cambiado totalmente a la sociedad española.
 

 

Para quejas, sugerencias y otras necesidades humanas mi correo es mlabastida@lasprovincias.es

Otro sitio más de Comunidad Blogs lasprovincias.es

Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


abril 2016
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930