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Esta misma semana ha caído en mis manos una revista que estaba a rebosar de publicidad con remedios mágicos para adelgazar. Eslóganes del tipo ‘puedo comer lo que quiera’, ‘Adelgacé 24 kilos en dos meses’, ‘No sueño con perder peso, yo lo consigo’… Publicidades, cuanto menos, muy sorprendentes pero que deben tener grandes resultados de rentabilidad ya que, como periodista, conozco las tarifas de insertar publicidad en revistas de tirada nacional. O sea, que deben tener gran éxito de ventas y esto es muy preocupante.

Básicamente se divide en tres grandes lotes: pastillas para adelgazar, cremas que prometen absorber las grasa y hacerla desparecer y, por último, productos dietéticos tipo infusiones o barritas que sustituyen comidas. Pero, ¿de verdad funcionan? La respuesta es categórica: no. Y no lo digo yo, lo dicen los estudios realizados por la asociación de consumidores, harta de estos engaños, los médicos, los entrenadores y los nutricionistas. Sin embargo, todas estas empresas cuentan con agresivas campañas de publicidad y cuentan con un elemento clave: la desesperación de la gente y la promesa de resultados fáciles y rápidos.

Sin duda alguna, la parte más peligrosa se esconde detrás de las pastillas. Todas ellas se venden en farmacias sin receta médica lo que ayuda al consumidor a creer que no pueden ser perjudiciales. Muchos de estos ‘medicamentos’ incluyen orlistat, un componente que evita que el organismo asimile la grasa durante la digestión. Sin embargo, este medicamento que se suministra en casos de obesidad, provoca problemas intestinales, incontinencia fecal y problemas hepáticos.

Mucho riesgo, sobre todo, si nos damos cuenta que cualquiera lo puede adquirir de forma libre. Hay muchas más opciones, la industria es muy, muy potente: por ejemplo el sinetrol o combinaciones de compuestos cuyo principal efecto es el laxante o el de activar el ritmo cardíaco y que puede generar graves problemas a medio y corto plazo.

Otro de los grandes lotes es, sin duda, el de las cremas. Pomadas que prometen penetrar a través de la piel hasta llegar al tejido adiposo y destruirlo. Los hay de varios tipos: para la celulitis, para destapar los abdominales… ¿Funcionan? Pues es como si tirando una gota de agua sobre el suelo quisiéramos apagar el fuego del centro de la tierra. Nuestra piel no es permeable y menos mal, sino moriríamos cuando nos diéramos un baño. Es decir, aunque las cremas pueden tener efectos positivos sobre la piel, llegar al centro del problema es científicamente imposible.

La OCU ha hecho estudios con ecografías incluso para detectar los cambios que, después de varias semanas, no han llegado a un milímetro. Pese a todo hay gente en que insiste en que hay cremas que producen efectos frío y calor y que eso ayuda. Pues más fácil: ponte hielo o un paño caliente en la zona, más barato, ¿no?

La industria no para de avanzar. De ahí que, al igual que con las dietas milagro, no paren de aparecer productos milagrosos. Como la electromusculación que ahora está muy de moda y que tiene unos efectos, cuanto menos, limitados.

Según los expertos con los que he consultado, aunque hay algunos casos en que sí funciona, son siempre en centros deportivos cualificados y con unas tarifas caras. No obstante, en la mayoría de casos se trata de estafas. Otro apartado destacado son los sustitutivos de comidas. Se trata de soluciones que tienen aparejado un efecto rebote nada más dejarlo y, sinceramente, ¿para qué vas a tomar una barrita si puedes tomar una fruta y un yogur? No tiene sentido, la verdad.

Hoy por hoy para adelgazar de una forma correcta sólo hay una combinación infalible: llevar una dieta equilibrada y hacer deporte. Todo el resto significa tirar el dinero, perder tiempo y buscarte problemas de salud.

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