Hay una aterradora película de Hitchcock (Sospecha) en la que el protagonista sube las escaleras con una bandeja portando un vaso de leche para dar las buenas noches a su amada. El director no se conformó con levantar nuestra intriga con la música, quería que pensáramos que aquel vaso de leche era un método de asesinato y no dudó en meter dentro del vaso una bombilla para que nuestra atención se dirigiera hacia allí.
No es que beber un vaso de leche antes de dormir sea letal, pero, desde luego, no es lo más recomendable para llamar al sueño. Tiene muchas propiedades y si te sienta bien es un buen alimento, pero desde luego, somnífero no es.
Esta creencia proviene de la mitología y alguna pseudociencia ya que la leche contiene un aminoácido (triptófano) que ayuda en el proceso del sueño pero, es muy complicado que la cantidad de la leche acelere o facilite el sueño que se desencadena por otros procesos.
De hecho este aminoácido está presente en otros muchos alimentos y en cantidades superiores, por lo que todo indica que beber un vaso de leche para incitar al sueño no tiene ninguna base científica demostrada.
De hecho, para muchos la leche es un producto que les complica la digestión y, sinceramente, si encima se acompaña de un cacao con azúcar no es la mejor opción para irnos a dormir. No obstante, si a alguien le funciona como efecto placebo, allá cada cual.