Resulta encomiable el intento por abrir los partidos políticos a los ciudadanos; lástima que no resulten creíbles. Quizás cuando veamos listas abiertas no solo a la dirección de los partidos sino a los órganos que sí nos representan podamos empezar a creer en ellos.
No es por falta de voluntad ni por negársela a ellos. Es escasez de motivos para dejarnos convencer. Los partidos políticos son maquinarias electorales en los que todo se articula para ganar las siguientes convocatorias. De hecho, si Pérez Rubalcaba quiere dejar para noviembre las primarias en el PSOE es, entre otras cosas, para comprobar si es capaz de remontar en las europeas por el desgaste del PP.
La prueba de esa clave electoral permanente son las declaraciones que ayer hizo González Pons en las que decía que hasta ahora había que salvar la prima de riesgo pero, a partir de ahora, a las personas.
No deja de ser curiosa la prioridad. Primero garanticemos que el sistema sigue funcionando aunque sea a base de triturar la gente y luego rescataremos a los que queden. Estoy segura de que es así como se lo plantean no solo en su partido sino en todos los que gobiernan. Sin embargo en su caso estamos ya entrando en periodo sospechoso.
La verdadera política de un partido en el poder se hace en la primera parte de la legislatura que es el momento en el que los electores aún están convencidos de que votaron lo adecuado. A mitad, como ocurre en España, ya empiezan a sospechar que quizás se equivocaron, sobre todo, cuando ven que las cosas les van peor que antes. En la segunda parte de la legislatura todo se encamina hacia la recta final, la campaña electoral. Más bien podríamos decir que ya estamos en campaña. Algunas convocatorias, como las europeas de mayo, van empedrando el camino hacia allí. En ese periodo todo es sospechoso y las palabras de González Pons, aparte de una demostración de la desvergüenza que estamos viviendo, resumen el mantra que nos va a acompañar hasta las próximas generales: nos importan las personas. Apuesto a que el eslogan de campaña irá por ahí. Después de la prima, los primos. Y aún esperan que les creamos.