Uno de los problemas difíciles de resolver en cualquier organización es el impacto del factor de incertidumbre. Ese factor se tiene en cuenta para proteger a un colectivo de los peligros que no se pueden evaluar con precisión pues su análisis ya condiciona lo analizado. Para ello, en lugar de dar unas pautas básicas y dejar al sentido común la aplicación en cada caso, se regula todo, hasta el detalle más pequeño creyendo, falsamente, que eso evitará el problema. Así, hay modos de actuar en empresas o instituciones que rozan lo ridículo. Por ejemplo, aquellas en las que todo se regula con un protocolo de actuación que indica, incluso, cuándo descolgar un teléfono. Con esos protocolos piensa el administrador que va a eliminar la incertidumbre y por tanto el error. No lo consigue porque la casuística es inabarcable. Complica la vida de la organización y solo consigue aumentar el número de páginas en sus manuales internos al tiempo que anula la capacidad crítica de sus miembros.
Esa es la sensación que queda cuando vemos a los políticos, sea en el ámbito nacional sea en el local, intentar regular todo lo que tiene que ver con la tentación de la corrupción. Como se ha visto que el sistema falla, se multiplican los procedimientos para impedir ese problema. Así vemos cómo se incluyen pautas para controlar al incontrolado que, antes o después, averiguará la forma de saltar el control. Si solo pueden hacerse contratos en la Administración por x euros, se troceará en varios el original para evitar el rechazo. El corrupto busca subterfugios que ni la ley más detallada podrá alcanzar. Lo que se necesita no es un registro público de regalos sino una vocación de servicio público en el político y una penalización tan grande que desincentive al sinvergüenza. Si éste ve que la mínima sospecha le cuesta el cargo y la carrera política, como ocurre en otros países de nuestro entorno, se cuidará mucho de no permitirla o de aclararla en el minuto uno. No es lo que se ha visto por estas tierras. Así que tendremos leyes de transparencia y registros que fallarán dentro de unos años. Y, entonces, vuelta a empezar.