Del ébola sabíamos desde hace mucho. Tanto que ha dado tiempo a filmar incluso alguna que otra película de catástrofes. África conoce el ébola porque ya ha sufrido con anterioridad alguna sangría por su culpa. De eso hace más de una década y, sin embargo, no hemos visto una movilización significativa por parte de la OMS, ni urgencia por conseguir vacunas o medidas extraordinarias de prevención y educación para la salud en la zona. Al menos, no las hemos visto desde Europa porque, sencillamente, no nos ha importado lo más mínimo la suerte de África.
De hecho, ahora tampoco nos quita el sueño salvo que a algún insensato se le ocurra romper la frontera que existe entre el primer y el cuarto mundo trayéndonos aquí el virus y la histeria colectiva.
De momento en África, se confina a un país entero como Sierra Leona; la gente sigue muriendo o vive con la angustia de enfermar o ver a los suyos hacerlo, pero mientras no nos contagien, el ébola es un tema de relleno en nuestra atención cotidiana por la actualidad. Por eso es llamativo que la OMS insista en que tal vez habrá una vacuna para noviembre o que puede tenerla controlada en nueve meses. Si hace once o doce años ya hubo un brote terrible, ¿cómo es que los esfuerzos se han centrado en los últimos meses? ¿Solo por el miedo a que pueda extenderse a Europa y América? Dicen los responsables que desde abril han aumentado las inversiones. No lo dudo pero me surge la misma pregunta y no quiero saber la respuesta. Lo más inquietante, de cualquier forma, es la libertad con la que se experimenta con enfermos sin que se admita ese mismo proceder con otros casos y enfermedades. Entiendo que un infectado de ébola, en estos momentos, se agarre a un clavo ardiendo con tal de no perecer pero me preocupa que la epidemia sea un escenario ideal para quienes posteriormente fabricarán y venderán la vacuna. Sin exigencias ni controles especiales dada la situación de alarma. Después de la reacción desmesurada contra la “gripe aviar” y el negocio de algunos, cualquier situación parecida da que pensar. Y más cuando hay gente tan débil y desfavorecida afectada.