Algunos confunden la pedagogía con la demagogia. Me refiero en el mundo político. Una cosa es hacer pedagogía y explicar a los ciudadanos por qué se ha tomado una medida y no la contraria, y otra cosa es utilizar las explicaciones para engatusar al electorado. Lo mismo sucede con los signos. Se pueden utilizar para dar a entender de forma sencilla un mensaje complejo y urgente pero también para hacer ilusionismo y engañar a los receptores.

Es la sensación que queda ante determinados gestos de algunos líderes políticos valencianos. Entiendo el uso de gestos en los primeros días de mandato. Que Ribó, por ejemplo, abriera el balcón del ayuntamiento era el modo de decir que comenzaba un nuevo tiempo caracterizado por la apertura, la transparencia y el gobierno del pueblo. O que el presidente de la Generalitat recibiera a las víctimas del metro era un modo de restañar una herida que no terminaba de curar y requería respeto, acogida y mimos institucionales. Hasta ahí, todo normal. Sin embargo, cuando la política se queda en gestos, habiendo pasado casi los 100 días de tregua inicial, el símbolo pierde fuerza y revela que está hueco y que, además, se está usando interesadamente. Es lo que me temo que ocurrirá el próximo 9 de octubre. Para entonces ya se habrán cumplido los 100 días desde la toma de posesión de Puig y por tanto será tiempo de dejar a un lado los gestos y la retórica para entrar de lleno en la acción de gobierno. Sin embargo, parece que el Consell prepara la emisión de la nueva RTVV para esa fecha aunque sin programas propios ni trabajadores ni una programación en condiciones. Es puro humo. Pura demagogia para convertir la fecha en celebración de la Reconquista. La mayor evidencia del timo institucional es el nombre del nuevo emisor: Canal GVA. No puede haber mejor prueba de independencia.