NOCHES AZULES
Mondadori
150 páginas
20 euros
Joan Didion narra en primera persona sus sensaciones y recuerdos sobre su relación con su hija y el miedo a que sufriese algún daño, lo que finalmente sucede cuando Quintana Roo tiene 39 años y fallece, en 2005, sólo dos años después de que lo hiciese el marido de la escritora, una de las representantes de un estilo narrativo que en Estados Unidos ha contado con autores como Norman Mailer Truman Capote, Tom Wolfe o Gay Talese. Didion pertenece a esa estirpe literaria y en ‘Noches azules’ lo demuestra.
VALORACIÓN: Este libro es doloroso desde la contención. Es duro, sofisticado, con un punto de frialdad absolutamente necesaria para que su autora pudiese salir adelante, tirar de ese empuje sobre el que habla al final del texto, una vez sufre la pérdida de su marido y su hija con sólo dos años de diferencia. Didion es una narradora precisa. Su estilo es agil y suave. Quizá la profusión de marcas de ropa, de nombres de personajes famosos y de situaciones vividas en casas distinguidas genere en el lector cierta sensación de lejanía. La escritora defiende, sin mucho éxito en mi opinión, que la consideración de ‘privilegiados’ que propicia su estatus es un juicio, una opinión y una acusación. Que la autora no tenga la culpa de gozar de una buena posición no quiere decir que ésta sea irreal ni niega que tener dinero es un privilegio. La precisión de Didion a la hora de explicar sus sentimientos, su dolor y, sobre todo, ese miedo surgido en cuanto se convirtió en madre, genera una clara complicidad con el lector. “Cuando hablamos de mortalidad, estamos hablando de nuestros hijos”, reflexiona la autora, en el sentido de la experiencia parental nos hace conscientes de que moriremos y algo de nosotros quedará. El dolor profundo descrito en ‘Noches azules’ aparece cuando ese ciclo vital se interrumpe. Sobrecogedor es el pasaje en que Didion señala que se forzó a sí misma a seguir adelante más allá de lo que pudo resistir.
BURGUERA