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Julián Larraz

Activos y pasivos

Lambrusco en lata

En junio de 2010 estuve en Andorra para visitar a mi hermana y a mi sobrino. Al margen de las colonias, el tabaco y la gasolina (productos que siguen siendo notablemente más baratos que en España), cada vez que visitó el país siento predilección por sus dos primeras tiendas: Punt de Trovada y el River. Son hipermercados de mayor tamaño que los Carrefour de España y con una mezcla de productos internacionales que raramente se ven por aquí.

La mayor expresión de esta amplia variedad se encuentra en sus secciones de alcohol. Allí es donde encontré el Lambrusco en lata de 20 centilítros, ocho grados de alcohol y un precio que rondaba los 0,80 euros, es decir, caro porque la tradicional botella de Lambrusco (75 centilítros) en España se puede encontrar, de media, por 1,40 euros.

Hay varios detalles que me llamaron la atención. El primero está en la parte más baja de la lata. “Vino frizzante”. Su significado es vino espumoso aunque una traducción literal puede ser vino refrescante. Es decir, que el lambrusco es un refresco y como la coca cola o la cerveza barata, en su formato de lata se ofrece en su máxima calidad ya que todos sabemos que el problema de las grandes botellas de refresco es que si no se consumen integramente pierden el gas y ya no hay manera de beberla.

Otro de los detalles está arriba de la lata. El productor es Donelli, una empresa con 95 años de historia. Sin conocer nada de ella, me atrevo a decir que es innovadora. Nunca había visto esta presentación del producto vino espumoso.

El centro de lata tampoco tiene desperdicio. El mundo de las marcas en el vino es curioso. La más importante no es identificar a la bodega sino a su denominación de origen. Hay centenares de vinos Rioja, Ribera del Duero, Somontano, Borja, Valencia, Utiel-Requena o Alicante pero desde la lejanía que se produce cuando se exporta un producto resulta que detrás del reclamo “Lambrusco” todos tenemos, básicamente, el mismo sabor en la boca. Por eso adquiere más protagonismo en la lata “Lambrusco dell’Emilia. Indicazione Geografica Tipica” que “Donelli”, una marca que, por cierto, no conocía y no produce ningún interés.

La parte trasera de la lata es una declaración de intenciones. La legislación internacional obliga a los productos que tienen sulfitos a avisar de los mismos. La bodega Donelli lo escribe en nueve idiomas. Claramente, la pretensión es llegar al mayor número de mercados. Uno de ellos es Andorra aunque me temo que España no entra en su planes. Entre los nueve idiomas no está el castellano.

Blog con el objetivo de explicar la economía y acercarla a la vida cotidiana

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junio 2010
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