Esta es la historia de Viriata, una perrita que a estas horas podría ser ya sólo un recuerdo, un fogonazo fugaz de esos que a veces vemos entre contenedores, furtivos, ajenos al ir y venir de piernas y estrés que devoran cada día nuestras vidas. Viriata podría no existir hoy. Pero existe, mueve el rabo y seguramente sonría en las instalaciones de la protectora de Modepran, recordando a aquellos dos hombres vestidos de azul que durante más de una hora velaron por ella, la tranquilizaron con suaves palabras hasta vencer su miedo. Dedicaron una hora de sus vidas, una hora de las muchas que trabajan al día por los demás, para salvar una vida. OTRA MÁS. Y por eso se merecen, no sólo este humilde post de un humilde bloguero, sino el mayor de los reconocimientos.
Esta es la historia de Viriata y de dos policías. No dos héroes, no. Simplemente dos policías. A través de APDA, la Asociación de Policías por la Defensa Animal, en su página de Facebook, he sabido de su historia. Y lo menos que se merecen, ella por su tesón por sobrevivir y ellos por su entrega, es que les dedique este post. Ella, Viriata, andaba la semana pasada perdida y desorientada, seguramente abandonada, por la Gran Vía de Valencia. Ellos, de patrulla como cada día en su vehículo zeta de la Policía Nacional. Los agentes se percataron de que la vida de la perrilla estaba en grave riesgo. “Había mucho tráfico y existía serio peligro”, cuentan en APDA desde su perfil de Facebook.
Y a ello se pusieron los dos policías, dos de esos que cada día se ponen un uniforme que tantos critican. Dos de esos que trabajan PARA LOS DEMÁS por un sueldo de mierda y que reciben a menudo palos, críticas y mil y un improperios injustos. Dos de esos que demasiadas veces son llamados corruptos, violentos y prepotentes, que los habrá, como en todos lados, pero que en su gran mayoría dedican cada día a trabajar por y para los demás. Ya sean de dos o de cuatro patas.
Porque al final, los dos policías lo lograron. Consiguieron llevar a Viriata hasta un solar tranquilo, donde la siguieron calmando completamente. “Con muuucha paciencia lograron cogerla. Viriata al final se dio cuenta de que los de azul somos los buenos”, cuentan en APDA. La asociación colgó la historia en su perfil de Facebook, con fotos en las que se ve a la perrilla ya mansamente acogida en el coche patrulla, relajada en el regazo de los dos policías, con los dos agentes sonriendo, satisfechos. Por el trabajo bien hecho. Con su humanidad por las nubes. La perrita, de ocho meses, aguarda ahora en las instalaciones de Modepran a que una familia la acoja.
Los dos enlaces de APDA han corrido como la pólvora en internet. Más de 6.000 ‘me gusta’ y más de 1.500 veces compartido en Facebook. Una gran noticia. Pero quizás aún MÁS GRANDE es el comentario que lanza en uno de esos dos enlaces uno de los dos policías protagonistas de esta historia, Javier Guerrero, que en un párrafo precioso, sentido y sincero da las gracias a todos los que han loado su servicio y, sobre todo, lanza la perfecta moraleja sobre su servicio, y más aún, sobre lo que significa ser policía. Así que hay va el mensaje de este grandísimo profesional:
Después de leer vuestros comentarios una lágrima de emoción me resbala y me siento en la necesidad de deciros a todos GRACIAS. En los últimos tiempos un sector de la sociedad PARA LA QUE TRABAJAMOS nos desprecia y defenestra. Nos pinta con colores políticos que no tenemos o nos coloca en bandos de una guerra interesada que sólo existe en las mentes de algunos. Se olvidan (o prefieren obviar) que estamos ahí PARA TODO ESTO. Y seguiremos estando. Leer vuestros comentarios, vuestras palabras, me emociona y me permite recargar las pilas de una batería que si bien nunca se agotó, sí se resiente con tanto ataque infundado. Coger fuerzas para volver a madrugar, a trabajar 17 horas en 24, a pasar frío de madrugada, a jugarme el pellejo en un coche para acudir rápidamente a un servicio, a volver a jugarmelo durante ese servicio… ¿Somos héroes? NO. Sólo somos policías, al servicio de la gente (y de algún perrillo con mala suerte). Y a quien me hable de garbanzos negros en este puchero le diré que luchamos contra ellos tanto o más que contra los delincuentes.
Hoy, con lograr salvar a Viriata de un atropello, mi compañero y yo dabamos el día por más que sobresaliente. Después de más de una hora en cuclillas y rebozándonos por un vertedero nos ibamos a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Después de leeros, la sensación ya es indescriptible. Por todo ello, seguimos ahí, para vosotros, y también para los que no creen tanto en nosotros. Esta noche más.
Amigos/as: GRACIAS!!!!
Y poco más se puede añadir. Mejor dicho: tras las enormes palabras de Javier, nada. Simplemente GRACIAS Viriata por tu ejemplo de lucha y supervivencia, por dejarte amar de nuevo. GRACIAS, agentes, por vuestra entrega en este servicio y en los de cada día.
GRACIAS, MAESTROS.
(Añadido tras la publicación de esta entrada). Un día después de lanzar este post, el propio Javier Guerrero, uno de los dos policías que salvaron la vida de Viriata, me escribió un correo para hacerme sabar que Viriata ya tenía un hogar. Una nueva alegría. Otra prueba de que aún hay muy buena gente en el mundo.