Playita, brisa, cervecita, sombra y a gozar. Es lo que dice la teoría acerca de disfrutar en la playa. Pero la teoría no siempre se cumple. Y la práctica acaba siendo mucho menos agradable. Incluso sufrida. Andan estos días los partidarios perrunos y los no perrunos con la polémica acerca de que la playa de Pinedo haya perdido la bandera azul porque el Ayuntamiento haya habilitado una zona de baños apta para perros. No entraré en la polémica, más que nada porque me parece estéril. Sobra decir que yo soy partidario de que los chuchos puedan acompañarnos a la playa. Aún me acuerdo de Maya, mi dulce braco, y cómo disfrutaba los meses de no verano (los de verano me exponía a un linchamiento, amén de una multa, de los no propietarios de canes), por las tardes, refrescándose en la orilla, correteando al caer el sol y dando vueltas y vueltas en la arena. Soy partidario de las playas para perros y me cuesta entender cómo puede decidirse si se concede o no una bandera azul por el hecho de que haya o no chuchos. Se supone que es una insignia ecológica y de servicios de las playas. Apañados vamos… No debiera ser incompatible el bienestar de los ciudadanos, el de los canes y el de las distinciones playeras de la Unión Europea. ¿En qué mundo vivimos?
Pero el motivo de este post ya he dicho que no es ahondar en esta polémica, sino hablar de una escena que por desgracia se repite demasiado a menudo en las playas, y de esa forma no disfrutan los perros por mucha playa que tengan para ellos. Y la escena se resume perfectamente en fotos como esta:
De hecho voy a dejar la palabra a una buena amiga y gran amante de los animales, Lola Gómez, que fue quien me escribió subrayándome el mejorable estado en el que están los perros en la playa de Pinedo. Os dejo con ella…:
“Habeis puesto una foto en una noticia en la que la dueña (en este caso era un dueño) toma el sol a placer mientras tiene atado a un perro labrador a la estaca que le dan para poderlo tener. Encima lleva un bozal que le impide jadear (los perros se ventilan por el jadeo) sin sombrilla y aguantando el sol del verano. Esto es una crueldad y no querer a su animal”.
“Los perros deben estar bajo sombrilla, con agua fresca a su disposición todo el tiempo. No deben llevar bozal y deben ser mojados de vez en cuando si se pasea con ellos un rato. Este paseo, además, no puede ser largo al sol. Amar a los animales no es ni disfrazarlos de humanos, ni presumir de ellos por el mero hecho de que te acompañen a la playa”
“Mis perros han venido siempre conmigo a la playa. A primera hora a dar un paseo, luego en su toalla, bajo su sombrilla (una sólo para él) y con agua fresca siempre a su lado. Y no mucho tiempo porque el calor, aunque sea bajo sombrilla, es enemigo de los canes, dado que estos no evaporan calor por la piel como los humanos (sólo en una infinitésima parte lo hacen) sino por el jadeo. Y desde luego jamás debe dejarse un perro en el coche ni siquiera con las ranuras de las ventanillas un poco bajadas en verano”.
No se pueden dar mejores ni más certeros consejos. Aunque, a la vista de algunas de las fotos que acompañan a este post, desde luego la mayoría de los canes disfruta tanto como sus dueños del día playero, que al final es de lo que se trata.