Es difícil no empezar este blog de otra manera que con el anterior vídeo. En el se resumen la alegría de un rescate y, al mismo tiempo, el dramatismo y la angustia que lo rodean. En él aparece Michel, alguien que no es la primera vez que protagoniza una entrada en este blog. Un rescatador casi profesional. Un ángel para los perros abandonados. Alguien a quien en este país de gobiernos en funciones, políticos de sainete y pandereta y famosos de músculo fácil y botox rebosante habría que tratar como un héroe. O incluso pagarle un sueldo por el servicio que hace y su desbordante solidaridad. A cambio de nada. De hecho, poniendo de su bolsillo para salvar la vida a las decenas y decenas de canes a los que ya ha evitado una muerte más que segura. Igual que él, Sos Rescue, ResCat&Dog y Galgos del Sol, los otros ángeles de la guarda de esta historia.
Lo que no se ve, o más bien se oye en ese vídeo, es a Michel llorando. Sollozando. Con la voz entrecortada al ver el estado en el que se encontraba una de las cachorritas rescatadas. “Me derrumbé, no paré de llorar en todo el día, por la injusticia de ver a esa pequeña así y la crueldad del trato que recibió, lo mucho que ha debido sufrir”, explica Michel.
El milagro se ha gestado esta semana. Una historia con muchos mimbres detestables que ya se han repetido en ocasiones pasadas. Una de las lacras del mundo animal en España. Perros de caza abandonados a su suerte. Vagando entre olivos de un pueblo del interior de Valencia.
Una vez más dio la voz de alarma una ciudadana. Varios perros abandonados en una zona rural. Hasta tres equipos se desplegaron en el lugar para turnarse desde el pasado martes para rescatar al grupo de animales: los nombrados ResCat&Dog, Sos Rescue y Michel Rescue Dogs. Entre olivos, campos de cultivo y terrenos yermos pudieron ver alrededor de media docena de canes. Comiendo despojos, bebiendo aquí y allá. Al borde de la muerte sobre todo tres de ellos. Tres de los olvidados. Lo que parece una madre y sus dos hijos. Al menos tres podencos de una misma familia.
Durante días se turnaron los héroes de esta historia para tratar de ponerlos a salvo. Y al final, la jaula trampa de Michel, la misma que ha llevado cerca de la esperanza de un hogar a decenas de perros, acabó poniendo a salvo a los tres olvidados, tres podencos, los tres con la piel destrozada, con llagas, con costras, desorientados, famélicos, en los huesos y con la mirada perdida.
Por suerte ya están en manos de los voluntarios y voluntarias de Galgos del Sol.
Y no me caso de decirlo: GRACIAS, GRACIAS Y GRACIAS