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Arturo Checa

Almas con patas

Tutores de cuatro patas

Son niños necesitados de cariño. Sin suerte. A los que sus padres han abandonado. Menores cuyos padres han caído en el mundo del delito. Niños cuyos padres quisieron darles todo lo mejor, pero a los que el mundo ha dado la espalda. Que no tienen lo suficiente para comer. Que no pueden ni ir a la escuela. Que creen que el amor son gritos. Que han nacido y crecido sin una caricia. Niños a los que la Administración ha tenido que tutelar para sacarlos de un pozo de imposible salida, para darles un presente y un futuro. Para mimarlos en centros de protección de menores, al amparo de educadores y técnicos en pedagogía. O al amparo de los lametazos de Calvin, de la dulzura de Bau, de la incansable Volka, de los juegos de Pipa…

Volka 'acaricia' a un menor

Son tutores de cuatro patas. Perros empleados en terapia para asistir, amar y mejorar a niños internados en centros tutelados de Cataluña. Un precioso proyecto pionero que llega de la mano de Fundación Affinity y que en breve podría extenderse a otros puntos de España, incluida la Comunitat. Menores golpeados por el mundo, seres inocentes incapaces de comprender por qué la vida les ha sido tan injusta tan pronto y a los que los siete canes encargados de esta terapia con animales van a ayudar a poner una sonrisa en la cara. Peludos especialistas en enseñarles todo el amor que encierra una simple sonrisa. Estos son los grandes protagonistas de la admirable iniciativa de Affinity:

 

 

Calvin.

CALVIN EL INCANSABLE: Cruce de Mastín de tres años. Un perro muy noble y cercano, subrayan desde la Fundación. Estuvo casi un año abandonado. Presentaba síntomas de mal nutrición. Cariñoso por encima de todo. Le encanta jugar y trabajar. Es activo pero aprende rápido.

 

 

Volka.

VOLKA LA MAESTRA: Labrador de color canela de seis años y medio de edad. Fue adoptada de la Fundación Once con 18 meses por ser descartada como perro para ciegos. Llegó con grandes dosis de ansiedad por separación pero ha resultado ser la perra más trabajadora del equipo, según Affinity. Destaca su capacidad de trabajo y energía.

 

 

 

Bau.

BAU EL DULCE: Labrador negro de cuatro años. Es un perro que fue adquirido por un criador a las ocho semanas. Desde entonces forma parte de la familia Affinity. Lo describen como un perro increíblemente dulce, dócil y en general destaca por su temperamento tranquilo. Vive con Volka y son inseparables desde el día que llegó a casa.

 

 

 

Pipa.

PIPA LA TRAVIESA: Mestiza de dos años y medio. Fue adoptada hace un año y medio. Fue encontrada en un contenedor de basuras. Abandonada a su suerte. Y embarazada de seis cachorritos, aunque en el momento de hallarla no se le notaba. Una auténtica luchadora. Dio a luz cinco días después de ser adoptada y por sorpresa. Es la más juguetona del equipo… Independiente, le encanta investigar y hay que ganársela, subrayan en la Fundación.

 

 

 

Gran, con dos pequeños.

GRAN EL NOBLE: Dogo Alemán de dos años. Pesa nada menos que 70 kilos, pero es tremendamente delicado cuando trabaja con los niños. De carácter reservado, es muy noble. Va muy bien para trabajar aspectos como el lenguaje corporal, como subrayan desde Affinity.

 

 

 

Laina y Ana.

LANA LA IMPARABLE: Mestiza de tres años, adoptada por Aina Sanz. Ágil y rápida es una perra a la que le encanta trabajar. Destaca su temperamento sociable y activo.

 

 

Lilu y Ona

LILU EL PAUSADO: Golden Retreiver de un año. Fue adquirida por su propietaria Ona Vinyas. Dulce y tranquila, enamora por su temperamento equilibrado, según la Fundación. Todavía en fase de adiestramiento pero le encanta aprender.

 

 

 

El programa de estos siete ‘maestros’ se llevará a cabo en Centros Residenciales de Acción Educativa (CRAE) de Cataluña. Los ‘alumnos’, los amigos de los tutores de cuatro patas, los adolescentes tutelados. Estos aprenderán a educar a los perros con un método de reforzamiento positivo que hace hincapié en el bienestar animal y el de su educador, el propio niño. “Lo que hace que los animales de compañía, en especial los perros, sean ideales para este tipo de terapia es que no juzgan, nos aceptan tal y como somos, siempre están contentos, no guardan rencor y, lo más interesante de todo, reaccionan a nuestros estados de ánimo”, subraya con bellas palabras Isabel Buil, directora de la Fundación Affinity.

Volka practica en la Fundación Affinity.

Maribel Vila es la ‘alma mater’ de este proyecto, la ‘hada madrina’ de los ‘peludos tutores’, la encargada del área de Terapias Asistidas con Animales de Compañía de la Fundación Affinity y a la que no hay más que escuchar para darse cuenta de cuánto ama a sus ‘criaturas’: “Los animales de compañía son una fuente de salud y apoyo para las personas. Relacionarnos con ellos, hace aflorar esos sentimientos y sensaciones que nos conectan con la naturaleza y con nosotros mismos, además de favorecer los mecanismos de equilibrio natural de nuestro cuerpo”.

 

La propia Maribel explica cómo es el método y la terapia con los menores tutelados. Los niños aprenden a educar a los perros, así como a enseñarles trucos con un método que hace hincapié en el bienestar del animal y su educador (los jóvenes). “Enseñan a los perros a aprender sin connotaciones negativas, con alegría y entusiasmo”. Los perros son premiados cuando lo hacen bien y se ignoran los comportamientos no deseados o los errores. “Utilizando métodos positivos de adiestramiento se forman fuertes vínculos a la vez que se educa”. Los niños aprenden a amar, a ser amados, a ser positivos. A mirar la vida con otros ojos.

 

Así se logran grandes cosas, según la experta:

 

  • Mejorar el estado físico, emocional y mental de los niños y jóvenes.
  • Mejorar la autoestima y la percepción de ellos mismos.
  • Mejorar la confianza y la seguridad de los menores.
  • Aumentar la expresión de los sentimientos y las relaciones sociales.
  • Aumentar el autocontrol y la tolerancia a la frustración.

 

Con Lilu, Lana, Gran, Pipa… algunos de ellos rescatados del abandono, dejados a su suerte por el ser humano, los pequeños hombres, los futuros adultos, aprenden humanidad, emociones y a recibir y dar amor. Otro ejemplo de los perros. Otro ejemplo de aquellos que muchas veces reciben muy poco pero lo dan todo.

 

 

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