“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. El político y escritor inglés Lord Acton acuño esta frase que no tiene por qué ser verdad, pero que en estos momentos parece estar cumpliéndose a la letra en España. La corrupción es uno de los temas que más preocupan ahora a los españoles, aunque la historia de España ha estado repleta de escándalos de corrupción de la mano de políticos.Muchos son los casos que se pueden abordar. Sin duda, uno de los más curiosos tanto por el montante económico como por sus protagonistas y simplicidad de ejecución es el pelotazo urbanístico que organizó a principios del siglo XVII el duque de Lerma, valido de Felipe III. Sin ser lo mismo, el valido puede ser comparado análogamente con un presidente del Gobierno, ya que era el que dictaba la política real, el máximo cargo después del Rey.
Francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma y marqués de Denia, fue el valido de Felipe III hasta 1618, un cargo aún con más poder si cabe en esos momentos que posteriormente, ya que el rey prefería cazar y disfrutar del teatro a gobernar. Lerma era así quien en la práctica dirigía el imperio español. Procedía de una familia muy conocida en Castilla (habían sido los guardianes de Juana la Loca en Tordesillas) y por parte de madre estaba emparentado con los Borja.
Quizá el desmedido amor al dinero de Lerma le viniera de la mala situación económica de su familia. Su ambición era públicamente conocida y entre el pueblo se le llegó a calificar como “el mayor ladrón del pueblo“. El duque de Lerma, recién llegado al poder, urdió una maniobra para enriquecerse que posteriormente se convirtió en modelo del pelotazo urbanístico y ha sido y es hasta la saciedad.
En 1601 trasladó la corte de Madrid a Valladolid bajo el pretexto de alejar al rey de la influencia de su tía y abuela María de Austria. Previamente el avispado duque había comprado a bajo precio tierras y propiedades en la capital vallisoletana utilizando a Rodrigo Calderón de Aranda, íntimo colaborador, en lo que vendría a ser un testaferro usando términos actuales. Posteriormente, se dedicó a revenderlas a un precio todavía mayor. Incluso tuvo a la Corona como cliente.
Pero no contento con ello, realizó la operación inversa. Mientras el Rey se encontraba en Valladolid se dedicó a comprar propiedades en Madrid. En enero de 1606 la Corte volvió a Madrid y el valor de los terrenos se disparó. Además de estos beneficios, el avispado duque supo exprimir todavía más la situación en su provecho. Así, pactó con la villa de Madrid el regreso del monarca a cambio de un donativo de 250.000 ducados. Un tercio de esta cantidad fue a parar a su cada vez más abultada cuenta mientras que el resto quedó en manos de la Corona.
El problema es que los enemigos que había acumulado (entre ellos su propio hijo, el duque de Uceda, y el conde-duque de Olivares) se conjuraron contra él institgados por la reina Margarita. Poco a poco se fue estrechando el círculo y su situación se fue volviendo más complicada. Como no tenía inmunidad recurrió a lo más parecido que existía entonces. Consiguió que Roma le concediera el cardenalato en 1618 y con ello los privilegios que conllevaba ser eclesiástico. El rey le permitió retirarse a sus posesiones en 1618, donde murió en 1625. Su testaferro no tuvo tanta suerte y fue ajusticiado en Madrid en 1621.