España ha tenido la suerte de tener monarcas inteligentes y hasta brillantes (Fernando el Católico, Carlos I o Felipe II), junto a otros cuyo reinado es mejor olvidar (Felipe IV, Carlos II o Fernando VII). Pero sólo ha tenido uno que se creía una rana. Felipe V fue el primer Borbón que reinó en España y además lo hizo durante 45 años. Pero ha pasado a la historia como el ‘rey loco’.
Felipe V siempre había mostrado un carácter lleno de altibajos. Pasaba en poco tiempo de una euforia desmesurada a un pesimismo injustificado. De ello dio muestras en distintas ocasiones durante la Guerra de Secesión. Pero la situación no se tornó preocupante hasta fines de la segunda década del siglo XVIII.
Un día de octubre de 1717 sufrió un ataque de histeria cuando salió a cabalgar: creía que el sol le atacaba. Nada hasta entonces hacía prever el comportamiento extraño de aquel día. Fue el comienzo de una lenta inmersión en la locura. Empezó a no dejarse cortar el pelo ni las uñas de forma que llegó a no poder a andar. Creyó que no tenía ni brazos ni piernas y hasta que se había convertido en una rana.
El año 1721 le visitó el duque de Saint-Simon y recogió en su memorias la transformación que había experimentado el monarca. Lo que vio le descolocó: “no vislumbré rastro alguno de Anjou a quien tuve que buscar en su rostro adelgazado e irreconocible. Estaba encorvado, empequeñecido (…) las palabras eran tan arrastradas , su aire tan necio, que eudé confundido”. Los médicos consideraban que sufría de “frenesí, melancolía, morbo.manía y melancolía hipocondriaca”.
La situación fue empeorando. Tras su segundo matrimonio, el deterioro se fue pronunciando. Isabel de Farnesio era una mujer de carácter fuerte con la que el monarca estableció una fuerte relación de dependencia afectiva. Farnesio sería la madre del futuro Carlos III mientras hacía la vida imposible a los hijos de la primera unión de Felipe (con María Luisa Gabriela de Saboya), los monarcas Luis I, que apenas reinó un año, y Fernando VI. La pareja era inseparables mientras que la salud mental del rey se iba deteriorando.
Como ejemplo, Felipe V se obsesionó con que su ropa y la de la reina desprendían una luz que era mágica y por ello ordenó que siempre se mantuvieran bajo custodia y que le elaboraran los trajes monjas para evitar que las poseyera el diablo. Llegó al extremo de no cambiarse de ropa interior.
Henry Kamen en ‘Felipe V. El rey que reinó dos veces‘ afirma que sufría un trastorno bipolar. Muchos de los síntomas que presentó desde joven le llevan a esta conclusión. Así presentaba tristeza continua, pérdida de interés por cualquier actividad, cambios de horarios. Todo ello unido a los episodios paranoicos, exagerada actividad sexual y las alucinaciones.