Las checas fueron cárceles no oficiales utilizadas por la República durante la Guerra Civil para detener extraoficialmente a personas consideradas enemigas del pueblo, torturarlas, y posteriormente ejecutarlas. Las ciudades en la que más se utilizó este procedimiento fueron Madrid y Barcelona, aunque Valencia ciudad tuvo cerca de 40, al margen de un barco prisión y las cárceles. En el conjunto de la Comunitat actuaron 55 durante el conflicto.
La mayor parte de ellas estaban controladas por militantes de la CNT, que consideraba que al tiempo de una guerra estaba realizando una revolución, y el PCE. El nombre procede de la Comisión Extraordinaria de la revolución rusa (abreviada Cheka), el precedente del KGB. Desde ellas, y también desde las cárceles, se realizaban las temidas ‘sacas’ en las que los milicianos conducían a los detenidos fundamentalmente a la playa del Saler y al Picadero de Picassent, donde se realizaron la mayoría de ejecuciones sumarias y sin juicio previo en la Guerra Civil. Dos ubicaciones lo suficientemente alejadas de la ciudad para no llamar demasiado la atención. El número total de fallecidos en la Comunitat en este periodo alcanzó los 6.188, según la investigación de César Alcalá.
Conviene recordar que por una de estas checas pasó José Robles el traductor al español de John Dos Passos, y traductor de la embajada soviética que desapareció prácticamente sin dejar rastro en 1937.
Según el trabajo de Alcalá, en la provincia de Valencia hubo 35 checas, 12 en la de Alicante con un total de 55 en toda la Comunitat durante los años de la Guerra Civil.
En Valencia se contabilizaron 46 según los cálculos de Alcalá. Algunas de ellas fueron el colegio de los Escolapios en la calle Carniceros, en la calle Sorní, en la colegiata del Sagrado Corazón de Navellos; la iglesia de San Agustín, La Alameda, Convento de San Julián, Plana Na Jordana; el chalet Vila Rosa en el Grao; en Grabador Esteve, en Aparisi y Guijarro, en Santa Úrsula o en la Bailia. Además, en el puerto había un barco prisión.
En las checas se aplicaban todo tipo de torturas a los presos. En algunas había celdas de castigo con el piso cubierto de ladrillos puntiagudos. A veces se les introducía en pequeños armarios en los que no podían moverse.
Según el autor de ‘Checas en Valencia‘, se pueden distinguir dos fases claramente diferenciadas. Hasta la eliminación de los anarquistas y troskistas en mayo-junio de 1937 las checas estuvieron controladas por la CNT y la FAI. Posteriormente, pasaron al SIM (la inteligencia miitar fundada por Indalecio Prieto). Aunque las checas en Valencia fueron creadas por Ángel Galarza, ministro del Interior, que al llegar a Valencia crea el Dedide (Departamento Especial de Información del Estado). El terror del Dedide, con el mayor número de ejecucione y sacas, se extendió hasta mayo de 1937. Galarza cayó en desgracia por los hecho de Barcelona y el lugar del Dedide fue ocupado por el SIM. Anteriormente el Dedide había ocupado el lugar del CEP (Comité Ejecutivo Popular) que sembró el terror en Valencia hasta la llegada del gobierno de Madrid.
Las sacas también se dieron en Valencia fundamentalmente al principio de la guerra. El procedimiento era asaltar una prisión y trasladar a los presos para ejecutarlos sin juicio previo, un hecho que se produjo fundamentalmente al inicio de la guerra.