“Fascinación; ya no puedo sonreír.
Imágenes; tras la ventana no está París.
Fascinación; me trastorna el ayer.
Imágenes; volver al juego y jugar a perder”
Imágenes, Glamour (1981)
Imaginemos que, un buen día, tras años de inactividad y/o idas y venidas, gentes de The Stone Roses, Happy Mondays y A Guy Called Gerald deciden quedar a tomar unas cervezas (algunos de ellos, 0,0) en un bar regentado por inmigrantes asiáticos, junto a una sala de conciertos inaugurada hace casi dos lustros, a pocas manzanas del barrio donde un día hirvió The Haçienda. Rememoran buenos y malos rollos, broncas y festivales, grabaciones celebradas y fiascos sonoros que nunca vieron la luz. Shaun Ryder asegura que aquel Yes Please! realmente fue un disco bastante flojo, mientras un despistado John Squire pregunta por qué Bez no ha llegado todavía, un tanto molesto después de la enésima broma de Gerald Simpson sobre The Seahorses. Han decidido aunar esfuerzos para volver a “organizar una gorda, como en los viejos tiempos”, las tres formaciones juntas, y, si se tercia, plasmar esa aventura en un deuvedé. Shaun añade que tiene una espinita clavada desde aquella grabación en directo de Barcelona.
Justo en ese mismo momento, pero no en ese mismo lugar, sino en la esquina de la calle Erudito Orellana con Palleter de la capital del Turia, miembros de Los Mocetones, Los Magnéticos y Las Máquinas celebran un festivo cónclave. Han pasado casi dos décadas desde que las tres formaciones, que tenían en común, tanto algunos de sus miembros como su pasión por el descaro y la desinhibición, trataron de poner patas arriba aquella efervescente escena musical valenciana de los 90, a base de míticos directos y llamativas escenografías. Las Tres Emes han decidido, en esta ocasión, asaltar el escenario del Loco Club, y han marcado en rojo una fecha en el calendario: el 4 de junio de 2011. La presentación del acto podría correr a cargo de nuestro Steve Coogan particular.
Aquel concierto, que conocería algún que otro episodio más, sería vivido por estas lindes como una cita casi histórica. Tanto como para un veinteañero de Fallowfield lo sería presenciar la reunión de los creadores de I Am The Resurrection, Step On y Voodoo Ray. No sólo por evidentes componentes nostálgicos y casi únicos, sino también porque la ocasión se antojaría ideal para todo aquel ser vivo deseoso de sumergirse en una vorágine de imaginación sonoro-visual, a partir de una clarísima y luminosa ausencia de prejuicios artísticos en sus más diversas facetas. Y todo ello, prácticamente, intacto desde hacía casi 20 años.
Un tótum revolútum a partir del “todos para uno” y el “uno para todos”, en el que nombres como los de Lalo Kubala, Isma Rumbeu, Joan Toledo, Juancho, Epo, o los celebérrimos hermanos Tormo, eternos ya en la memoria creativa valenciana más atrevida y festiva, volverían a recordar al respetable, por qué el efecto de Las Tres Emes perduraba y perdurará en la memoria colectiva de nuestra banda sonora.
Y en éstas andaríamos, unos años después, ya con nuestros protagonistas de Manchester decidiendo en qué festivales veraniegos podrían reverdecer viejos laureles, cuando a las familias de Las Máquinas, Los Mocetones y Los Magnéticos se les pasaría por la cabeza volver a convocar a acólitos y descreídos, para presentar el deuvedé registrado aquella noche toledana y, de paso, volver a “organizar una gorda”. La fecha elegida sería este viernes, 6 de junio, y, efectivamente, el lugar no podía ser otro que el Loco Club.
Y, puestos a imaginar, también estaría bien que esa misma semana viejos compañeros de generación sonora de nuestros protagonistas se hubieran propuesto hacer públicas sus buenas nuevas. El inabarcable Paco Tamarit, sin ir más lejos, por fin presentaría en directo su flamante proyecto, San Francisco. Como podrá adivinar el avispado melómano, la enésima aventura del sin par guitarrista y compositor, cuyos temas habría venido perfilando en el estudio en los últimos meses, olería irremediablemente a softpop californiano. Eso sí, el propio Tamarit se vendría arriba y aseguraría que en la velada, que tendría lugar este sábado en La Vitti, y en la que sonarían temas de títulos tan sugerentes como Dry MariTrini, también habría tiempo para que la concurrencia volviera a deleitarse con algunas de las salidas más divertidamente desconcertantes del artista (sus celebradas improvisaciones y sorprendentes versiones), así como algunas piezas recuperadas de los incomparables Serpentina.
Y de un Tamarit a otro, porque, ya puestos, Raúl (Los Radiadores) y Vanessa Juan también acabarían de estrenar su Dos y dos, un minielepé de seis canciones registrado por otro hiperactivo de nuestra escena, Sergio Devece, en los estudios Stardust, con la connivencia del propio Sergio, así como de Sebas Martí (trompeta). Con diseño de portada de Josep Escuin, todos los temas estarían compuestos por el propio Tamarit, a excepción de una bella Semana Santa, creada por el desaparecido Edu Fort.
La referencia, que se adentraría en reposados senderos de rock acústico a través de piezas tan recomendables como Sal y limón o Te inventaré, se convertiría en la primera referencia de Infinito Discos, el subsello que habría creado Bonavena Música pensado para la autoedición.
Como autoeditada a más no poder (vamos, en la quintaesencia de la autogestión creativo-experimental-artístico-traspasolalinea) acabaría siendo la criatura de Koldo Felpudo, aka Lüisito Lechuga, que, haría unas semanas, con el humilde objetivo de preparar a la audiencia, habríamos tenido a bien avanzar su llegada.
Con la connivencia de Ramón Mira (Hi-Lo Ray, Tent…) y Javi Lacasta (Lülla) Koldo acabaría dando un toque de atención a las nuevas generaciones que gustan de la experimentación y el desparrame sonoro (esto lo diríamos nosotros, no él), construyendo (o deconstruyendo) sin piedad, pasajes musicales de una contundencia tan brutal como tiernamente estremecedora. En definitiva, confirmando que quien tuvo, retuvo (Felpudo Tos, en nuestra corteza cerebral, para siempre).
En su momento, nos habríamos curado en salud, y ya habríamos advertido que, con el bagaje de nuestro protagonista, este plato no estaría hecho para almas tiquismiquis, y, efectivamente, al final llegaríamos a la conclusión de que Lettuce B podría llegar a doler si decidiéramos bucear en temas como De las tentaciones, o trasladarnos a un futurista y decadente cabaret balcánico si optáramos por emborracharnos a base de su Omega 3.000. En resumidas cuentas, pensaríamos: Tonterías, las justas.