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César Campoy

Banda sonora

Distorsión desenfrenada

Han actuado en media Europa y América y,
pese a todo, Wau y los Arrrghs!!!
siguen a lo suyo: rindiendo merecido tributo
a los grandes de la música universal

 

Link Wray era un tipo peculiar. Bueno, mejor dicho, fueron el devenir de la vida y el caprichoso destino los que hicieron de él una particular estrella del rock. Indio mestizo, e influido por el fervor religioso de su madre, fue precisamente el hecho de asistir a oficios en los que la música era la protagonista, así como su curiosidad por los sonidos emanados de aquel blues negro y espeso, lo que le llevó a querer probar suerte en esto de la música. Y allá que se lanzó el imberbe de Wray, junto a sus hermanos, a rasgar su modesta guitarra y entonar sus primeras melodías vocales, hasta que, un buen día, se sorprendió volando camino de Corea vestido de caqui.

Allí, aparte de perder la guerra, enfermó y la cosa se complicó tanto que, finalmente, tuvieron que extirparle un pulmón. Evidentemente, Link descubrió que aquello de marcarse unos dicharacheros sones country vía chorro de voz se había acabado, así que, empecinado en que lo suyo era la música, y sólo la música, hizo gala de su condición de joven práctico y, con el paso del tiempo, acabó emprendiendo el camino de los sonidos instrumentales. Eso sí, «si en un terreno quieres destacar, del resto te tendrás que desmarcar», debió pensar. Así que, ni corto ni perezoso, para diferenciarse de los sones ñoños que abundaban en el género, el ya más talludito Wray comenzó a darle vueltas a la cabeza para lograr sacar de su guitarra un sonido peculiar, inconfundible. Crear una marca de la casa, vamos. Así, a partir de técnicas basadas en trucos (más o menos caseros) como el de agujerear los altavoces de su amplificador, aquella bomba acabó por estallar. Y, de buenas a primeras, el ya más madurito Wray se convirtió en el rey de la distorsión y la saturación, el padrino del fuzz y el emperador del guitarrismo más crudo y afilado. Y llegaron Rumble, Jack The Ripper, Ace of Spades o The Swag, mientras el inagotable de Link conquistaba a la juventud más despierta y era acusado por lo rancio de malote, reencarnación del diablo y subversivo.

Y en estas andábamos que, años después, y pese a haber sido considerado tradicionalmente un artista de culto, en las últimas décadas a Wray lo ha reivindicado casi todo el universo musical: de genios de la música como Pete Townshend o Ray Davies, a representantes de géneros como el garage, el punk, el metal, el grunge, el rockabilly… Incluso parte del gran público comenzó a saber de él a través del cine, más en concreto, de bandas sonoras de cintas como Vivir sin aliento o Pulp Fiction (no, la del inicio, no; ésa es el Misirlou de Dick Dale).

Por cierto, ya que andamos a vueltas con el tema, las tierras valencianas, tradicionalmente, han brindado al espectro musical algunas buenas referencias de rock instrumental. Y en los derroteros de su vertiente más surfera, además, ilustres representantes los hubo y los hay (inapelables esos Pataconas adaptando al género clásicos cañís del estilo del Mi carro, de Manolo Escobar). Cuenta la leyenda que, allá por finales de los 90, una de esas bandas fue contratada para actuar en un local. Durante la prueba de sonido, aquellos mozalbetes comenzaron a desgranar aquellas piezas (algunas propias, otras revisiones de grandes como, efectivamente, el tío Wray), hasta que llegó un momento en que el dueño de la sala, por lo visto, no muy al día de lo que se cocía en la escena local, se acercó a ellos y les preguntó: «Oye, ¿pero no cantáis?». Aquel buen hombre nunca pudo imaginarse que acababa de bautizar la segunda producción del grupo, que poco antes había editado una primera maqueta (sí, hablamos de los 90: maqueta, en casete) titulada Se acabó el cutrerío. Aquella formación respondía al nombre de Los Nigromantes, y en ella militaron nombres trascendentales (hasta hoy en día) de nuestros sonidos patrios como Edu, el actual bajista de Doctor Divago; Gustavo, pieza fundamental de una de las referencias más aclamadas de las últimas temporadas, Antiguo Régimen (por favor, si no lo han hecho, sumérjanse en su trabajo Política de tierra quemada’), y, efectivamente, Jose ‘Fletán’.

 

Un Jose ‘Fletán’ que, fíjense ustedes lo que son las cosas, años después militaría en incontables y dispares formaciones. Una de ellas, lo adivinarán, es Wau y los Arrrghs!!!, que, agonizante la primera década del siglo XXI, editó un espectacular ¡¡¡Viven!!! en el que, como viene siendo habitual, los valencianos seguían haciendo gala de su condición de bien agradecidos, brindando homenajes a troche y moche. Si en su debut, el Cantan en español de 2006, ya dieron buena cuenta de clásicos minoritarios del estilo del Demolición de esas bestias pardas del proto punk peruano y mundial llamadas Los Saicos, en su segunda criatura veneraron públicamente a bandas como The Hatfields o los ilustres uruguayos Los Mockers cuya piedra angular, Esteban Hirschfeld, casualmente, reside en tierras valencianas desde hace décadas.

Y en esa suerte de homenaje perenne que cultivan como pocos Wau y los Arrrghs!!!, por supuesto, no podía faltar nuestro querido guitarrista que hoy nos ha servido de excusa perfecta para meternos en harina. De hecho, ese segundo disco se cierra, de manera áspera y distorsionada, con toda una declaración de principios: Viva Link Wray!!! (¿para qué andarnos con rodeos?). En ella, el inigualable Juanito Wau, con su tradicional registro vocal, sienta cátedra remarcando la filosofía del conjunto: «No se dice ‘adiós’; se dice ‘aLinkWray’». Ahí. Sin eufemismos absurdos: «Si tú te vas, no podrás escuchar; suena la guitarra, suena sensacional; nena, no te marches; quédate a bailar».

¿Que a qué viene todo esto? Pues, simple y llanamente, a que si alguno de ustedes todavía no ha tenido la oportunidad de vivir un directo de Wau y los Arrrghs!!! (porque los directos de esta banda, se viven), ya puede darse prisa y correr a reservar una entrada para el concierto que el combo brindará al respetable en el Loco Club de la capital valenciana (calle Erudito Orellana, 12) este sábado, día 26. En él, además de rendir tributo al mago de los trastes y las distorsiones, la banda volverá a desgranarnos los temas de su último trabajo, el flamante Todo roto que, según Juanito, está funcionando muy bien: «Además, me reafirmo en que la banda esta muy contenta con el disco. En la gira hemos comprobado que la gente tenía ganas de una nueva rodaja: Llenos en La Iguana de Vigo, el Azkena de Bilbao, El Sol de Madrid, donde nos llevamos a Ukelele Zombies para que nos acompañaran…». Y continuaron sus salidas a Europa, sus incontables festivales, la distribución mundial, y, según confirma el propio Juanito, lo que viene: Una nueva aventura más allá del charco, en tierras sudamericanas, para 2015. ¿Piensa ya el combo en una nueva criatura?: «Esperaremos cuatro años para el siguiente trabajo, el garage ya no estará de moda y sacaremos un disco exactamente de ese estilo. ¡Será la bomba! ¡Un disco rompedor y terriblemente moderno! [ríe]».

 

 

Jorge Pérez: Tórtel

La recomendación veraniega de la semana:
Sonata nocturna de Beck con grillo de fondo

 

El alma máter de Tórtel, Jorge Pérez inaugura esta sección de sugerencias para sobrellevar el periodo estival

 

Degustando todavía las mieles del éxito de su última criatura musical, La gran prueba (El Volcán Música/Gran Derby, 2014), Jorge Pérez accede a brindarnos unas cuantas propuestas musicales para este verano. Para comenzar, le hemos pedido que nos recomiende un disco, epé, sencillo o canción que nos ayude a disfrutar del estío: «Recomendaría un disco tan luminoso, no hay más que ver la portada, como Little Creatures, de Talking Heads. En cualquier caso este mismo año se han editado trabajos maravillosos que también recomendaría como el Salad Days, de Mac Demarco. Morning Phase, el último de Beck una tranquila noche de verano con los grillos de fondo, debe sonar especialmente bien».

También hemos querido que el líder de Tórtel destacara un artista o grupo valenciano a cuyo concierto no nos perdonaría, por nada del mundo, que faltáramos en las próximas semanas: «Según para quien fuera destinada la recomendación intentaría hilar un poco más fino; pero desde luego aconsejaría que no se perdieran a Negro (parecido a asistir a un ritual de vudú), Maronda (grandes canciones de las de toda la vida, con lo difícil que es eso…), Polock (para bailar elegantemente), Betunizer (para bailar y llegar al desmelene absoluto), y, por supuesto, Julio Bustamante (hará que sientas la brisa del mar aunque el concierto sea en Valdepeñas)».

 

 

Un día sonó…

 

Los Huracanes: Los Huracanes (Regal, 1966)

La banda liderada por una de las primeras figuras de nuestro rock, Víctor Ortiz, logró un hito al alcance de muy pocos: grabar un elepé de canciones propias. Vinilo imprescindible para cualquier amante del buen beat ibérico, reúne una increíble colección de temas, vía Regal/EMI.

 

Eduardo Bort: Eduardo Bort (Gong, 1975)

Referencia indiscutible del mejor rock sinfónico, este cotizadísimo elepé (recientemente reeditado) está considerado una verdadera obra maestra del género. Un debut de altura para un creador inigualable, que en su época contó con el beneplácito de Gonzalo García Pelayo y el sello Gong.

 

Los Auténticos: La estrella (EDIGSA, 1981)

Una de las cimas más grandiosas de nuestro pop, servida por la formación castellonense capitaneada por Villanueva y Morcillo. EDIGSA tuvo la suerte de editar un sencillo absolutamente brillante que abría la emocionante La estrella y cerraba ese soberbio ejercicio vocal titulado Mi abuelo.

 

Doctor Divago: El loco del chándal (Sonic recordings, 1997)

Pilar indiscutible de la discografía de Doctor Divago, y un auténtico ejercicio de madurez creativa. A partir de melodías subyugantes y letras embriagadoras, la banda logra momentos de absoluta inspiración en temas como Clínica del alma en Navidad o El vertiginoso atleta moral. Un clásico.

 

Los Magnéticos: Indestructible (Grabaciones en el Mar, 2001)

Verdaderos representantes del pop más espacial de nuestro territorio, la llamativa puesta en escena de este grupo y su inapelable directo les llevó a recorrer toda España. Grabaciones en el Mar se fijó en ellos y editó un disco repleto de buenas vibraciones: Sin gravedad, Mis amigos

 

Betunizer: Gran Veta (BCore, 2013)

Tras el arrollador Boogalizer, este trío de nervio punk ocurrente se desmarcó con un disco, editado por BCore, que pese a su reciente publicación, ya forma parte de la historia de nuestra música a partir de una lucidez compositiva e interpretativa repleta de energía y originalidad.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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