“Teresa pierde el tiempo
entre las plantas que tiene en la terraza,
donde busca un rosario que perdió
hace muchos años”
Britney Spears de barrio, Néstor Mir & La Disolución Doméstica (2013)
Posiblemente se trate de uno de los proyectos más multiculturales y diversos que se han acurrucado en el regazo de la reciente escena valenciana. La máxima responsable de esta lúcida, enigmática y vaporosa caravana no es otra que la bretona Stéphanie que, tras diversas aventuras en otros tantos puntos del planeta, decidió recalar en las orillas del Turia para desplegar una manera identificable y optimista de entender los sonidos más variopintos. Algunos, casi, previsibles en cuanto se adivinan los derroteros del proyecto, es decir, canción francesa, swing, jazz del pizpireto…, pero otros algo más sorprendentes ya no solo por su manera de ejecutarlos, sino también por la forma tan apetitosa en que comulgan con el todo del armazón de Stéphanie Cadel et La Caravane: de los devaneos disco, a la esencia más pura del pop elegante, pasando por atmósferas que invitan a la evasión, o caricias reggae.
Decíamos que en esta aventura en la que convergen las maneras de haber mamado y entender la música de almas provenientes de lugares tan dispares como la propia Valencia, Japón, El Salvador, Bélgica, las Islas Canarias o, efectivamente, Francia, es Stéphanie quien acertadamente pone un poco de alocado orden o, si lo prefieren, controlado desorden. Lo ha venido haciendo desde que, hace tres años, esta criatura comenzó a rodar.
La fama precede a La Caravane. Sus vistosas actuaciones, así como las pistas que han circulado por diversos vehículos de difusión de la Red (su Bandcamp, sin ir más lejos), han ido creando un manto de buenas vibraciones tal, que han hecho posible que la puesta de largo de Chanson du voyage, el primer elepé oficial de la banda, editado por el sello valenciano Play It Again Records, pueda ser considerada, sin riesgo a que seamos tachados de hiperbólicos, como una de las citas de la temporada en tierras valencianas.
Lo justifica la dignísima colección de temas que integra una criatura que se balancea entre ese bello optimismo que gusta en ocasiones de lo agridulce, y la elegancia interpretativa que se recuesta en ciertos aires traviesos cuando es servida. Y lo justifica el hecho de que, para registrar los 14 temas que integran este disco, el combo se ha dejado caer por los estudios Pares o Nones y Blackout Musice para contar con la connivencia del incombustible Paco Morillas, en las labores de ingeniero de sonido, así como la del incomparable Antonio J. Iglesias, uno de los artistas con más recursos e imaginación que pueblan la escena valenciana, desde que ésta tuvo la feliz idea de adoptarlo. Como de feliz puede ser considerada la ocurrencia de contar con uno de los pilares de Dwomo para pulir la senda a seguir por esta troupe. Iglesias ha sabido sacar el máximo partido a unos temas que, como avanzábamos, van de la chanson más melancólica (embriagadora, Elle peint), a la más efervescente (Tes vins), pasando por tiernas nanas (Plantes carnivores), efusivas reminiscencias cíngaras e incluso klezmer (La caravane), momentos de descaro (Toi), sofisticación (Hoy), destellos pop aderezados con esencia disco merced a una sorprendente relectura del Crystal Frontier de Calexico (Frontière de cristal), o una simpática revisión del Para ti de los Paraíso de El Zurdo (C’est pour toi), servida a ritmo de cóctel afrancesado.
Si comparamos el resultado final de algunas de las piezas de este Chanson du voyage, con sus anteriores versiones registradas, seremos capaces de captar una evidente evolución a partir de una luminosidad de altura. Si la voz de Stéphanie consigue alcanzar marcas de delicadeza sobrecogedora, también es gracias a las buenas maneras con que son abordados ukeleles, xilófonos, clarinetes, flautas, violines y demás elementos que pululan firmes alrededor de la Cadel. Una auténtica delicia, como también delicado es el envase en que se brinda, a partir del diseño de Aitana Carrasco, y la fotografía de Stella Blasco.
De hecho, si usted es de los que comulga con esta manera de entender la vida y la música, no estaría de más que dirigiera sus pasos hacia el Wah-Wah este sábado, 18 de octubre. Allí será presentado un disco que, con toda probabilidad, figurará entre lo más destacado del año en unos meses. Les acompañarán, Manouche à Trois, conjunto que, como intuirán, se define a la perfección (estilísticamente y en cuestiones de formación) con su nombre.
En el otro extremo, también ese día, el caos, el despendole, el acabose. Producciones Inexistentes se embarca en la organización de una de las citas musicales más peligrosas de las últimas fechas. Tendrá lugar, faltaría más, en la sala Magazine Club, a partir de las 20 horas, y allí se congregarán los valientes seguidores de tres de nuestras formaciones con más posibilidades explosivas sobre un escenario. Ivadobe despliegan una mezcla de post rock y ambient apocalíptico que engancha. Por su parte, Portero Regateador, el alter (pero que muy alter) ego de proyectos como Perro Grande o Mañana Tampoco, se decantan, a base de confusos trallazos, ora por el apocalipsis bailable, ora por el hachazo guitarrero. Dance noise lo llama tan inclasificable combo, y no anda desencaminado. Por último, y defendiendo su esencia más salvajota y post-todo (punk, rock, hardcore…), los brillantes miembros de Capaje, a buen seguro, seguirán desplegando uno de los directos más vistosos y alucinantes de nuestra escena, mientras propios y extraños siguen celebrando las glorias de aquel Inagotable suministro. Una tarde-noche, en definitiva, para desmarcarse hacia otra realidad.
Ese mismo día, en el 16 Toneladas, Reno, The Dirt Tracks, Copo y Doctor Lobo formarán parte del cartel del Indievision Sounds, una especie de microfestival en el que las diferentes bandas dispondrán de poco más de media hora para mostrar sus ya reconocidas cartas. Tanto Copo como Doctor Lobo andan de presentación, después de las recientes ediciones de, respectivamente, Todos a la guerra (Flor y Nata Records) y Reiniciar.
Eso sí, si el sofoco ante la obligación de tener que elegir entre estas tres posibilidades del sábado 18 le sumerge en la más absoluta ponzoña, ha de tener en cuenta que, un día antes, este viernes 17, las opciones patrias también son variadas. He aquí una breve selección: En Wah-Wah, medio centenar de músicos de nuestra escena irán desfilando por un escenario bajo la marca Kraken Roll Band, o lo que es lo mismo, ese macro-combo compuesto por gentes de formaciones tan variadas como Los Radiadores, Doctor Divago, Uzzhuaïa, Delaire, Los Perros del Boggie o The Sheenas, habituales de tan emblemático local, que desplegarán un amplio abanico de clásicos del R&R de todos los tiempos.
Además, en el Jerusalem Club, nombres míticos de los sonidos valencianos de las últimas décadas, así como algunos invitados foráneos, participarán en un vistoso tributo a David Bowie. Bajo la batuta de José Luís Macías y Salva Ortiz, músicos como John Alexander Martínez, Steve Hovington, Carol McCloskey, Cristóbal Perpiñá, Adolfo Barberá, Remi Carreres, Nacho Mañó, Juan Luis Giménez, Jorge Moreno, Gilbertástico, Antonio J. Iglesias o Rafa García irán desfilando por el escenario para repasar los interminables himnos generacionales, y recuperar las incontables etapas de tan cameleónico icono de la música universal.
Por cierto, tenga en cuenta que tanto estrés podrá ser mermado si usted se deja caer, el domingo 19, por el Biplaza. Allí, el bueno de Òscar Briz, sumergido en mil y un proyectos, mientras todavía resuenan los ecos de su mágico elepé Youth, se marcará un acústico altamente recomendable para almas de fiar. El mismo sosiego que podrán encontrar, ténganlo en cuenta, en el sencillo recién editado por La Gran Esperanza Blanca, Harry Dean. En la línea de la senda norteamericana alabada por Cisco Fran y los suyos, evidentemente, el tema es un homenaje al conocido actor, y ha sido grabado en Little Canyon Studio. Precisamente en las últimas fechas, el combo anda registrando su próximo elepé, mientras su vocalista celebra la reciente consecución del galardón a la contribución literaria otorgada por el programa de Radio Mislata, La Colina 45, en reconocimiento a su libro de relatos Barbería. New York State of Mind (Kaw-Liga Books).
Incontables ejemplos, en resumidas cuentas, que hacen que nos sigamos sintiendo orgullosos de invitarles a consumir cultura y, si es cercana y de calidad, mejor que mejor. Por regla general, no se arrepentirán.