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César Campoy

Banda sonora

Increíble juventud

Ramírez presenta su nueva y flamante criatura, Book of Youth, el 28 de marzo en Electropura. Inmerso en numerosos proyectos sonoros, al joven músico estrena el catálogo de un nuevo sello, Demian Records

 

No llega a los 25 años, y es una de las personalidades de nuestra escena creativa más nerviosas y productivas. Tanto, que quienes lo conocen son capaces, entre otras cosas, de decidir que sea su primer largo en solitario, Book of Youth, la referencia que inaugure su catálogo. Se trata del recién nacido sello valenciano Demian Records: «Siempre han seguido de cerca lo que hago, y siempre me han tendido una mano. El sello ha surgido por la latente necesidad que yo tenía de sacar este disco. Sabían que sería la primera referencia, pero también sabían que vendrían otras nuevas. Siguen un criterio bastante firme y sé que no van a fichar cualquier cosa. Son personas trabajadoras y enamoradas de la música», asegura esta perla de la cantera musical patria.

 

En reposo. Por César Sabater

Book of Youth, que será desgranado el próximo 28 de marzo en Electropura, es uno de los trabajos más personales de lo que llevamos de temporada. Repleto de guiños musicales y cinematográficos (algunos de ellos, más que evidentes) el pop ‘bryanwilsoniano’ de amplias miras de Ramírez rezuma ironía en esa pasión por homenajear algunas de sus fuentes: «En las películas de Hal Hartley reconozco sensaciones que me resultan familiares. Los personajes sienten y actúan de una forma que me atrae sobremanera. Todo lo que encontraba en el cine, los libros o cualquier forma de arte solía tener un gran impacto sobre mí. El cine me parece el medio de expresión más importante que existe. Me equivoqué de profesión. En el caso de East River Pipe, es inspiración personal y musical. Mantengo contacto con Fred Cornog a través de cartas y correos electrónicos. Es un artista que me conmueve con todo lo que dice y hace, y su forma de vida es un ejemplo valioso para mí. No existen a día de hoy muchos seres humanos capaces de provocar eso en otra persona. En cuanto a Mark Johnson, no, no es el famoso productor de series como Breaking Bad. Es un músico criminalmente infravalorado que tiene discos estupendos como 12 in a room o Years, este último editado en la discográfica Vanguard Records a principios de los años 70. Estas dos últimas personas han estado muy presentes en mi mente estos últimos años. Por alguna extraña razón son los artistas que más me sorprenden de todos los que he escuchado. No son personas famosas, pero ser famoso hoy en día, es muy mal asunto».

 

 

Todos esos referentes, y muchos más, han contribuido a forjar ese peculiar sentido del humor de Víctor que, obviamente, impregna este disco: «Me tomo con humor el hecho de que vivimos en un mundo cada vez más idiotizado y supongo que eso me convierte en un idiota a mí también. No conozco otra forma de tomarme la vida que no sea con humor, incluso ante algo tan desolador como eso que acabo de decir. Por lo tanto, en las canciones no sé por qué debería ser diferente», afirma convencido, mientras recuerda la gestación de Book of Youth, llevada a cabo con un viejo conocido, Joaquín Pascual: «Entendió que yo quería que trabajáramos con la mayor espontaneidad posible en los momentos en los que las canciones nos lo permitiesen. El resultado de hacer un disco en el que lo que se toca y se canta no esté estudiado ni ejecutado al milímetro, te permite que las canciones respiren de otra forma. Esa fue la dinámica en el estudio de grabación, básicamente. De hecho, hice este disco con Joaquín porque sabía que él entendería esto. Es alguien que se deja llevar mucho, siempre siguiendo unos patrones bellísimos para construir. Me gusta decir de él que es un alma inexorablemente creativa. Grabar un disco es un proceso muy parecido a pintar un cuadro. Vas añadiendo las cosas que embellecen y suman. Muchas veces nos dimos cuenta de que menos es más. No quería contar con muchas colaboraciones porque sabía que poner ideas en común con otra persona era suficiente. Aún así, Ángela (la hija de Joaquín) estaba en la grabación dándonos una opinión externa y aportando pequeñas pinceladas para que las canciones tuviesen un factor externo. También colaboró Luis Jaen, que es un percusionista estupendo».

 

Un hombre poco simple. Por César Sabater

Esta senda en solitario que cultiva en estos momentos Víctor, eso sí, la viene labrando mirando de reojo a ambos lados del camino. En uno de ellos se alza Oh, Libia!, el combo compartido con J.T. Prewitt (que llegó a recibir los parabienes del mismísimo Ken Stringfellow) que, además, ultima tercer trabajo: «Estamos grabándolo con mucha calma. Van a ser 10 canciones de lo que será nuestro último disco. Se va a llamar Dalingeria porque las canciones están basadas en las pinturas de Angela Dalinger, que es una ilustradora alemana. La portada del disco es suya. Es lo único que es definitivo, de momento». En la otra vera, Coleccionistas, la esperada criatura de tres patas (el propio Ramírez, junto a Jorge Pérez y Remi Carreres), cuya puesta de largo también correrá a cargo de las gentes de Demian: «Creo que es lo más especial en lo que me he visto involucrado, hasta la fecha», sentencia Víctor, mientras define a sus compañeros de andanzas (con Jorge y sus Tórtel viene compartiendo tablas desde hace varias temporadas): «Vengo aprendiendo de ellos mucho acerca de la honestidad, el hacer las canciones con el fin adecuado y cómo hacer que el proceso de grabación sea divertido y no caótico».

 

 

Los discos de la semana

 

 

Lanuca

Gran mandíbula (Infinito discos, 2015)

Con aquel Pómulo, autoeditado en 2013, Ángela Bonet ya dejó claro que su intención era la de serpentear por los vericuetos más insospechados de la música, obviando fronteras y horizontes previsibles.

Ahora, de la mano de Infinito, el subsello de Bonavena, Lanuca muestra sus nuevas creaciones sonoras que van, de lo tierno a lo desgarrado, de lo hipnótico a lo rabioso. Lo hace en compañía de su inseparable Manolo Bertrán (que ha encontrado en esta aventura un vehículo ideal en el que dar rienda suelta a sus, por muchos, desconocidas pasiones guitarreras), además de Dani Cardona (en la mesa y a la percusión) y Ana Santos (esos pasajes sintetizados que confieren misterio al asunto).

A partir de todas estas correosas y flexibles hilaturas, Bonet va construyendo una mimbrera donde conviven los aires electrificadamente castizos (Arde) con inquietantes nanas (la propia Gran mandíbula), frágiles habitáculos (Flor de loto) o siderales pellizcos (Mientras).

 

Artychokes

The Truth is There, in That Box (Autoeditado, 2015)

Vicente Delhom y Sergio Sorace (ex de Megaphone ou la mort) han sido capaces de conseguir que samplers, loops, guitarras y secuenciadores arropen con coherencia el peculiar y profundo registro vocal del primero, en un trabajo que se convierte en sorprendente tarjeta de presentación del dúo.

Pasajes, ora delirantes (Human Bone Style), ora elegantemente oscuros (Shit on Stands), ora lisérgicamente áridos (Black Again), ora ensoñadores (Angie The Decider), para una colección de cinco temas valiente y, en ciertos momentos, desconcertante, registrada en los estudios The Black Elephant.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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