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César Campoy

Banda sonora

Contra el silencio, La Raíz

La banda de Gandia sigue tirando de compromiso para continuar sumando adeptos a su causa sonora y filosófica

 

Posiblemente, la formación gandiense sea una de las más envidadas por muchísimos de los músicos que habitan nuestro planeta cultural y sonoro. Porque los de La Raíz pueden sentirse satisfechos. Como debería sentirse cualquier artista que fuera capaz de llegar a tal cantidad de personas trabajando desde la honestidad y siendo fiel a una filosofía. El combo acaba de publicar su última referencia, Entre poetas y presos (Propaganda pel fet!) y, como era de prever, esa legión de impenitentes seguidores ha reaccionado de inmediato. Para comenzar, el vídeo-clip de Rueda la corona, extraído de este nuevo álbum, en poco más de mes y medio ya atesora un millón de reproducciones. Para continuar, en apenas 10 días, su disco consiguió colocarse entre los 20 primeros de las listas de ventas. ¿Quieren más? La mayoría de sus conciertos, anunciados para las próximas semanas, han logrado colgar el cartel de ‘entradas agotadas’. A saber: Las tres jornadas consecutivas en Madrid, las dos de Barcelona y, faltaría más, la fiesta prevista para el 9 de abril en el campo de fútbol del Sporting de Benimaclet. Por si esto fuera poco, para junio, estos valencianos ya tienen fechas confirmadas en capitales europeas como Bruselas, Berlín y Londres.

 

Cuerpo a cuerpo

¿Por qué?, se preguntarán algunos de ustedes. ¿Qué ha hecho posible que esta banda surgida de Gandia, que gusta mezclar y agitar ritmos diversos, pero que casan bien -rock, ska, reagge, rap, fusión latina o africana-, acabe convirtiéndose en un verdadero fenómeno de masas -que no masivo-? ¿Qué porcentaje juegan, en esa facilidad para llegar al público, elementos como la honestidad, el evidente grado de compromiso, la calidad musical o el factor lúdico? «Creemos que el nivel de honestidad de la banda es muy fuerte. Los que nos conocen saben que siempre hemos sido así, que somos muchos, que nos cuesta vivir de esto, y sin embargo seguimos 10 años después con la misma ilusión. La fiesta y la química que se crea entre el grupo y el público creemos que es nuestra mejor arma», aseguran orgullosos, mientras reconocen que su anterior trabajo, Así en el cielo como en la selva (2013), también tiene buena parte de culpa: «Fue un escalón muy significativo, porque cuando estábamos con él, el grupo de seguidores se multiplicó de una manera brutal, pero no deja de ser un escalón más en nuestra carrera».

La Raíz es un colectivo que ha vivido muchos cambios. De un radical giro en el proyecto, producido hace varios años, nació la simiente que, tiempo después, ha acabado brindando estos frutos, surgidos de un espíritu combativo y directo. Vendría a ser como una especie de proceso continuo de evolución que, ¿en qué punto se encuentra? «En un punto de madurez y asentamiento. Han sido muchos años de crecimiento hasta encontrar ese punto: La formación, el estilo…». Porque, ¿forma parte de la filosofía de La Raíz esa, llamémosle, progresión? ¿Hay una intención de no plantearse un objetivo global final, o con este disco se ha llegado a un instante deseado y buscado desde hace tiempo? «No hay pretensiones en ese sentido. El objetivo es seguir trabajando como lo hacemos. Somos muy currantes, y siempre queremos dar lo mejor y sentirnos buenos en esto. Sólo hay trabajo en nuestra manera de vivir la música. El divertimento es una consecuencia del esfuerzo», aclaran.

 

 

Y, en ese sendero, sin duda, Entre poetas y presos debería jugar un papel esencial. En su proceso de gestación, los miembros de La Raíz llevan trabajando desde hace mucho tiempo: «Refleja una parte de nuestro momento creativo. No es que sea el mejor, porque cada trabajo ha sido el mejor, ya que plasmaba nuestro momento. Pero plasmar el momento que vivíamos ahora, que era nuestro objetivo, sí que requería mucha dedicación y mucha profundidad creativa. Quizá por eso decimos que es el más trabajado. El disco refleja una parte de nuestras vidas más calma, más introspectiva, con mucha carga poética y con un estilo musical más pausado».

Todo ello ha quedado retratado en una colección de temas que parecen tener un hilo conductor principal, cuyo título genérico y cuya portada -obra de Lucas Baró– vendrían a definir de manera certera sus derroteros. ¿Podríamos hablar, incluso, de creación conceptual? «Sí que tiene un hilo conductor, pero ha surgido así. Tampoco pretendíamos que lo tuviera. Sin embargo las fuentes de inspiración seguramente han tenido un origen similar, en cuanto a poesía, y por eso el resultado global es homogéneo».

 

Una familia unida

Gestado a partir de un sinfín de colaboraciones entre las que encontramos, sin ir más lejos, la de Nacho, de Hechos Contra el Decoro, Entre poetas y presos ha sido grabado en los estudios RPM, con la colaboración de Roger García. De esta manera, la banda ha vuelto a tirar de uno de los productores con más solera de la escena valenciana. ¿Ha cambiado o evolucionado algo en la manera de trabajar con él, con respecto al anterior trabajo? «La música es más rockera, menos mestiza y con menos fiesta, pero el componente musical es muy amplio, así que el trabajo ha sido incluso más delicado. Muchos arreglos, muchos instrumentos que han aportado mezcla y tal». Todo ello, con un objetivo: Seguir haciendo evidente ese nexo que, para La Raíz, debe existir entre cultura y compromiso. ¿En los últimos tiempos, ha aumentado el número de creadores que sienten que ambos deben ir unidos? ¿Son dos conceptos que no se entienden por separado? «Por supuesto que se entienden por separado, y nosotros escuchamos muchos tipos de música. No obstante, es cierto que, cada vez más, es inevitable tratar temas de actualidad que a todos los músicos nos afectan», sentencian.

 

 

El disco de la semana

 

San Francisco

Ada (Elefant Records, 2016)

Paco Tamarit fue el responsable de algunos de los momentos más cruelmente tiernos de aquellos benditos The Flauters. Desde que aquel proyecto feneció, la música universal nunca le ha podido perdonar que dejara que esa tremenda modestia, que le persigue pegajosa, tal vez aliada con unos cuantos gramos de pereza, consiguiera apartarle de otros circuitos con más posibilidades comerciales y visibilidad que los que gusta frecuentar a la hora de mostrar sus inabarcables y sorprendentes fuentes de inspiración y posibilidades interpretativas. Quienes le conocen saben que Paco es especial, y disfruta experimentando en directo en lugares pequeños. Compartiendo, en las distancias cortas, sus mil y una ocurrencias. Aquéllas que han acabado por enamorar a muchísimos de esos seguidores que, tras ver como aquella mágica Serpentina entraba en modelo ‘pausa’, celebraron el nacimiento de un San Francisco que, finalmente, ve editadas algunas de sus magnas criaturas, registradas con la colaboración de un buen grupo de amigos –Luis Prado, entre ellos-, y la complicidad de Carlos René. Quien piense que éste no es más que un simple disco de pop esponjoso merece que sobre él caigan las 10 plagas. Sean tan amables de leer entre líneas y descubrir mil y un arreglos geniales, aquellas guitarras atronadoras en medio de tanta candidez, ruedas de acordes que son capaces de estremecer al más cenutrio, o aquellas melodías e instrumentaciones inquietantes.

Tamarit, siendo fiel a esa filosofía que apuntábamos, presenta Ada, en solitario -con lo cual, cualquier cosa puede ocurrir-, el 10 de abril, a las 12 horas, en la coqueta Sebastian Melmoth. Dos días, antes, verá la luz oficialmente este mini-elepé para enmarcar, que ha tenido a bien publicar Elefant Records, en edición limitada y numerada. Un lujo.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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