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César Campoy

Banda sonora

Después de la tormenta

Soledad Vélez llega hasta la sala valenciana 16 Toneladas para presentar su disco ‘Dance and hunt’

 

No vendremos, a estas alturas de la canción, a desvelarles el magnetismo que desprende esta chilena, afincada en Valencia desde hace unos años. Sí lo haremos para advertirles de que, el próximo 27 de mayo, Soledad Vélez se subirá, acompañada de sus fieles Jesús de Santos y Luis Torregrosa, al escenario del 16 Toneladas de la capital valenciana. Tampoco es nuestra intención llegar hasta ustedes para recordarles que la Vélez tiene nuevo disco (Dance and hunt, editado por Subterfuge), y que sigue imponiendo tanto respeto y, hasta cierto punto, temor, enfrentarse a él, como sucedió, años ha, a la hora de diseccionar aquellos Wild fishing (2012) y, sobre todo, Run with wolves (2013), una criatura que marcó un punto de inflexión en la carrera de esta artista y que, en sus propias palabras, contenía demasiados recuerdos que, tal vez, no debió plasmar en una grabación. De hecho, el recorrido de aquel trabajo ha sido tan largo, que las marcas de sus dentelladas todavía pueden vislumbrarse en la piel de una Soledad que niega que su sombra se haya apagado definitivamente: «En absoluto. Es cierto que cada disco es un fiel reflejo de un espacio-tiempo más o menos determinado, pero en lo que a mí respecta, siguen siendo parte de mí como compositora. Sin esos discos, es poco probable que hubiera llegado a hacer éste».

 

Con ella no hay elección. Por Pau Monteagudo

Y éste, como era de prever, pese a mantener señas inequívocas de un estilo labrado con el tiempo (el sobrecogedor registro vocal, los ambientes hipnóticos, las transiciones y los espacios hirientes) también refleja nuevos elementos que recubren, al resultado final, de una coraza un tanto más firme, robusta y, hasta cierto punto, serena. Posiblemente, estas calificaciones coinciden con el momento vital que ha atravesado la compositora mientras fue tomando forma Dance and hunt. ¿Cómo canaliza Soledad Vélez sus estados de ánimo a la hora de afrontar un trabajo? «La mayor parte del tiempo procuro ser más metódica al momento de ponerme a trabajar en canciones nuevas. Es cierto que la energía de cada disco es un fiel reflejo, al menos para mí, del momento que estoy reflexionando, del momento que estoy viviendo y traduciendo. Esta vez, en lugar de canalizar mis estados de ánimo, he descrito de una manera abstracta sentimientos de forma individual, de momentos, de situaciones que me han llamado la atención. He trabajado en torno a eso, y ha sido muy gratificante», asegura, mientras celebra el hecho de haber podido editar a través de un sello como Subterfuge: «Cuando pasas tu nuevo material a distintos sellos, estás bastante nervioso, porque, entre otras cosas, buscas opciones que te gusten. Tuve la suerte de dar con gente que quería trabajar conmigo, tanto como yo con ellos, y uno de ellos fue Subterfuge. En ellos veo compañerismo, apoyo, y muchas ganas».

 

 

Las mismas, seguro, que desprenden viejos compañeros de viaje con los que la chilena lleva compartiendo grabación y escenario. Hablamos de Cayo Bellveser y Xema Fuertes (Estudios Río Bravo) o el mismísimo De Santos: «Lo cierto es que, al ser un proyecto personal, las diversas etapas que vivo a nivel musical son más individuales. Toda decisión que haya que tomar es algo que elijo y afronto yo individualmente. La banda que me acompaña, en este caso Jesús de Santos y Luis Torregrosa, con el tiempo se ha convertido en algo más que en mis músicos de conciertos. Son amigos con los que puedo contar mucho más allá del nivel musical». Son los mismos, en definitiva, que han contribuido, por ejemplo, a que este disco circule por terrenos oníricos de una manera evidente. Inspirarse en este tipo de ambiente, sin duda, puede llegar a suponer un riesgo. ¿Existe la tentación de marcar un límite para no caer en un posible y arriesgado efecto grandilocuente? «Bueno, nunca pienso en límites. Lo más bonito de la música, para mí, son sus curvas, sus colores, sus formas infinitas. Si alguna vez la ‘cago’ mucho, la ‘cagaré’ feliz. Lo más importante para mí es que lo que oigo me funcione, se corresponda con lo que imagino, que me guste infinitamente».

 

Asteroide en mano. Por Pau Monteagudo

Y esas curvas y vericuetos, capaces de generar tantas esquinas que se construyen a partir de lo ambiental y lo hipnótico, no obstante, y según se aprecia en Dance and hunt, no han podido evitar que sigan asomando cabeza sonidos, digamos, más ‘clásicos’ (el propio tema que da título al disco, la brillante The cave). ¿Todas esas creaciones forman parte de un proceso coherente, o se agradece utilizar ciertos temas para tomar aire cuando la emotividad se dispara? «El disco entero sigue un mismo discurso. Las nueve canciones comparten un mismo concepto. La coherencia en un trabajo, para mí, es bastante relevante, porque estás comunicando; y si no das el mensaje con un fondo con sentido podríamos no entender lo que el músico quiere comunicar. A no ser que su discurso sea muy loco… Pero, bueno, qué bonito es. Reconozco que The cave es la canción que más se desmarca musicalmente del disco. Ha sido en su totalidad intencional. Es parte de mi discurso, es parte de un mismo concepto», sentencia.

 

 

Los discos del día

 

José Moreno

Para siempre -De momento- (La Viejita Música, 2016)

Tras una década en la carretera, el ilicitano acaba de publicar su tercer trabajo de estudio, registrado en los estudios Caléxico de Valencia con la colaboración de Carlos Soler (también estuvo presente en aquel Cosas que por suerte pasan) y un Manolo Tarancón con el que, por momentos, Moreno comparte derroteros, sin ir más lejos, en la directa Seis balas, uno de los máximos atractivos de este disco, junto a la evocadora Musa, ese vals eléctrico titulado Para hablar, y algunos textos de indudable inspiración emocionada. Ahondando en su evidente pasión por el pop clásico que gusta regodearse en texturas folk, el artista ha contado, además, con las presencias de El Niño de la Hipoteca (la fresca Dejar que se caiga), Alfredo González (una cadenciosa y tiernamente esperanzadora Pero llega) y Guille Dinnbier (la nostalgia puesta al servicio de Barcelona).

 

Testarosa

Ruido (Autoeditado, 2016)

Con aquel LaMarina, grabado como este nuevo epé en los Little Canyon Studios junto a Luis Martinez, los de Xàtiva se descubrieron como unos frescos feligreses del sonido guitarrero al más puro estilo Weezer. Ahora, con esta nueva entrega, perdura el espíritu distendido (Novias de verano u Oh Nena) y también el atronador (Destrucción o Palabras), pero, por otra parte, el combo demuestra que Testarosa están muy alejados de esa broma que muchos podrían intuir. La mayor profundidad y cuidado en arreglos y producción con que son abordadas piezas como la más que consistente Océano, invitan a seguir confiando en una aventura que, posiblemente, dé mucho más de sí.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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