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César Campoy

Banda sonora

Inagotable e infinito

Más de tres años después de su último disco, Capaje regresan con ‘REDOX’

 
 
Más de tres años hace que Carlos, Pablo y Jesús dejaron a media escena boquiabierta cuando les dio por abrirse, de par en par, con aquel vigoroso y aplastante Inagotable suministro. A base de una efusividad insultante, y una energía apabullante, el trío pasó a figurar, inmediatamente, en la lista de lo más recomendable del post-hardcore actual. Ahora, Capaje suben, de un salto, cuatro peldaños, y retornan con un REDOX para cuya elaboración han vuelto a contar con Paco Morillas quien, en compañía de Alberto Díaz, se ha puesto al mando de la mesa de mezclas: «Con Paco hemos estado grabando desde 2005, así que nos conocemos de sobra. Además, fuimos al nuevo estudio (Elefante) que ha montado con Alberto, y teníamos ganas de grabar en un sitio tan grande y con tan buen material. Fue genial», afirman, mientras definen los parámetros de un disco que, como avanzábamos, va más allá. Hay una superación en lo áspero, hurga mucho más en la herida, es más crudo. ¿Qué sendas había que explorar, ahora? «Con REDOX, por una parte, buscábamos esa muralla de sonido sobre la que construir nuestro discurso, pero dotándola de la suficiente autonomía y personalidad para que te fuera llevando por diferentes pasajes y dejara abierto el sonido sin ceñirse a ningún cliché que tuviéramos a priori. Por otra parte no queríamos hacer otro disco igual que el anterior. Somos más de copiar a bandas buenas», confiesan.

 

El trío, atento. Por Pablo Fernandez Serrano

El trío, atento. Por Pablo Fernandez Serrano


Dividida en cuatro partes (Trayecto, Umbral, Trance y Legado), esta obra esconde, también en lo textual y conceptual, varios entresijos por los que conviene deslizarse con calma, analizando unos textos muy personales, dándose de bruces con metáforas, reacciones químicas, electrones y demás: «La temática central de REDOX se centra en esa búsqueda desoladora dentro de los últimos coletazos de una sociedad moribunda, que el diseño de Pablo refleja perfectamente. La portada, con el disco oxidado, es la superficie, lo que se ve a simple vista, la decadencia. Luego, si te apetece y te adentras en él, puedes desgranar las cuatro partes que lo forman y que representan las fases de búsqueda y revelación de esa verdad que se nos codifica y oculta desde que nacemos. Es fácil ver que, en menos de 20 años, ha habido una orwelización social descomunal que no ha terminado. Los desastres a los que nos hemos acostumbrado sólo mueven los engranajes de la maquinaria hacia un único sentido, del que no hay marcha atrás. La economía está satelizada, con todos esos millones de deuda virtual listos para caer en picado en la próxima (e inminente) crisis financiera. Ahora vemos, con lo de Manchester, que se vuelve a hablar del incremento del gasto militar en la OTAN y de aumentar la presencia militar en todas partes… Es siempre el mismo esquema».

Curiosamente, ese viaje por el universo propuesto por Capaje no se cierra, como el oyente pudiera pensar, con el último tema, original de la banda (un Paseo orbital que reza: ‘Tiempo muerto. Orden nuevo‘), sino con una personal y efectiva revisión del The saddest song, de Morphine: «La razón principal es que nos flipan Morphine, y Saddest cierra el disco de una forma muy bonita. El Sr. Sandman [Mark] construyó unas imágenes muy evocadoras que vienen que ni pintadas para cerrar REDOX. Con Paseo orbital parece que termina el viaje, pero Morphine te da el extra que te proyecta hasta el universo», explican, mientras nos aclaran los motivos por los cuales este disco se ha registrado en directo. Nosotros, a priori, intuimos que es la mejor manera de plasmar el sonido Capaje en una grabación: «No creemos que nuestro sonido sea nada especial. De hecho, es normal que para ver un buen bolo nuestro tuvieras que comerte dos malos [ríen]. Por ahora, grabar en directo es la única forma que nos podemos permitir, aunque no creemos que el resultado variara mucho si dedicáramos mucho más tiempo en la grabación».

 

 

Lo cierto es que, sin duda, lo nuevo del trío era esperado, por algunos, como agua de mayo. Sobre todo, por unos fieles seguidores que no acababan de entender esa demora de más de tres años: «Si sumas paternidad (Carlos ha sido padre por segunda vez), lesiones y temporadas fuera de casa por curro, a nuestra poca pericia musical, te diría que el disco ¡lo hemos hecho en tiempo récord! Aparte de los parones obligados que hemos tenido, nos gusta tomarnos las cosas con calma. El cementerio está lleno de gente con prisa», bromean. Al final, como ocurrió con Inagotable suministro, ha sido el concurso de varios sellos y colectivos el que ha hecho posible que la criatura vea la luz, además, en formato vinilo. Hablamos de Dead Stallion & The Battalion Million, Culpable Records, Monasterio de Cultura, Borx Records, Ojalá Me Muera Records, DIT, Discos Órbita y Ojalá Estë Mi Bisi. ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene trabajar con tantas marcas a la vez? «Lo bueno es que las copias no se nos acumulan en el local de ensayo (¡hasta viajan!)». Porque, hoy por hoy, ¿sigue valiendo la pena editar en formato físico?: «No vale la pena nunca. Es un follón, un lío, un gasto más, ocupa sitio, consume recursos naturales para obtenerlo, contamina, es algo con lo que se especula, se rompe, se ensucia, tienes que tener una estantería de ésas, un reproductor específico en vez de tenerlo todo en el móvil o el ordenador, en el caso del vinilo (que encima suena mal, como con ruido de fondo), y un largo etcétera que no cabría de lo mierda que es. No recomendamos a nadie que edite en formato físico. El mp3 mola más».

 

Doblándose sobre sus párpados. Por Pablo Fernandez Serrano

Doblándose sobre sus párpados. Por Pablo Fernandez Serrano

Parte indiscutible de ese engranaje lubricado a base de post-hardcore, emocore y post-punk, que camina, abrumador, con paso firme y seguro, en la efervescente escena valenciana, Capaje se muestran optimistas: «Lo mejor de todo es que siguen saliendo bandas jóvenes con estilos diferentes y la escena no se ha convertido en un hervidero de ‘viejales’ tocando lo mismo que tocaban hace años como nosotros [ríen]. Con el bombardeo incesante de música mierdera, alienante, machista, misógina y superficial al que se ha estado sometiendo a los jóvenes en los últimos años, convirtiéndolos en auténticos asimiladores del sistema, es muy bonito ver que siguen naciendo bandas que no han perdido ese espíritu crítico y ácido propio de la juventud. Si a todo eso le sumas la gente que está detrás de la escena como Orxata Negra, Plug in the Gear, Col·lectiu Baix Terra, Magazine Club o Colectivo Sufre, por citar algunos, tienes un panorama que emociona e incluso excita».

 
 

Los discos de la semana

 
disco02Agua Piscina / Lüisito Lechuga

Nfff (Pequeña Criatura, 2017)

Afortunadamente, Pilar Barrachina y Luis Ángel Abad, dos pilares indiscutibles de los sonidos experimentales y surrealistas de la música valenciana de las últimas décadas, decidieron, hace una temporada (también, animados por un justo ejercicio de reivindicación por parte de un sector de nuestra escena), volver a dar rienda suelta a su maravillosa y desconcertante imaginación. La primera, con Agua Piscina, de hecho, hace gala de una incontinencia creativa que le está llevando a publicar material sin descanso, a partir de ensoñaciones varias, basadas en una sucesión de tormenta de ideas repleta de aires que rebotan entre lo naif y lo dadaísta, con apoyo de lo electrónico. Lüisito Lechuga, por su parte, tira más de guitarra para explorar senderos mucho más imbricados y oscuros. Ahora, ambos vuelven a compartir formato físico (casete), merced al sello Pequeña Criatura. Listo para declinar.

 
disco04Kill Your Cookies

Great (Flor y Nata Records, 2017)

Apasionado de los sonidos de esencia indie noventera, el quinteto valenciano, liderado por la llamativa voz de Patricia Giménez (completan la nómina José Rovira, Lucas Gomar, Manuel Cuacos y Julián Salcedo) se estrena, vía Flor y Nata Records, con un epé de cinco temas (con la producción compartida de David Lozano y Jorge Bernabé, por una parte, y Simon Campbell, por otra) que discurre, sin demasiados problemas, por ambientaciones que gustan del crescendo (Moonblack, o las más convencionales Egeo y Great), otras que se recrean en la calma tensa (la recargada Touch me) o aquellas que gustan de bases rítmicas más bailables y llamativas (una pegadiza Stuck).

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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