Tras haber editado incontables referencias con sellos de medio mundo, Lost Tapes publican Let’s get lost, su primer larga duración al uso
Pau Roca (La Habitación Roja) y RJ Sinclair (Tokyo Sex Destruction) decidieron, un buen día, sellar de manera definitiva su amistad a través de un proyecto musical conjunto. En apenas unos meses, una dulce, sobrevenida y casi improvisada vorágine se dirigía cara a ellos. ¿El resultado? Sus canciones editadas por sellos de Holanda, Noruega, Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña… Y su directo en escenarios de Europa y Norteamérica. Posiblemente, era el momento de poner un poco de orden en todo este vaivén, y lanzarse a preparar un primer larga duración al uso. Así ha nacido Let’s get lost, editado por Mushroom Pillow y que, tal vez, sirva para que haya quien se dé cuenta, definitivamente, de que Lost Tapes es algo más que una especie de divertimento paralelo: «Creo nunca hemos pensado en Lost Tapes como un mero divertimento. Siempre hemos tenido la idea de formar parte de una banda con sus pros y sus contras, dándole la máxima prioridad en todo lo que hemos hecho. Tampoco somos un grupo con expectativas muy elevadas. Desde un principio hemos ido paso a paso, sin presiones, ni prisas, haciendo siempre lo que hemos querido. Al ser sólo dos personas es más fácil poder trabajar, se llega antes a un acuerdo. Nuestra forma de trabajar es bastante independiente, seguimos la filosofía del DIY [Do It Yourself]», apunta un RJ Sinclair al que Pau apostilla: «Yo necesito hacer canciones. Me da mucha vida, y, en La Habitación Roja, el compositor es Jorge, así que siempre intento tener algún proyecto en el que hacerlo. Algunos han cuajado mejor que otros, pero siempre me han aportado cosas muy importantes. En este caso, al ser un grupo distinto a nuestras otras bandas nos está permitiendo movernos en otras tesituras sonoras e, incluso, otra escena».
Durante mucho tiempo, dio la sensación de que, con toda esa cantidad de material editado en países y sellos diferentes, el proyecto tenía vida propia, iba dejándose guiar por el destino. ¿Fue, toda esa gente que confió en Lost Tapes, consciente de sus verdaderas posibilidades, incluso, antes que el propio dúo? «La verdad es que cada día nos llega algo de algún país distinto, y, aunque sea de forma muy modesta, nos hace mucha ilusión. El hecho de sacar el disco, también en Japón, en un sello importante, nos hace mucha ilusión, y ya estamos planeando volver a tocar fuera», asegura Roca, mientras su compañero aprovecha para echar la vista atrás: «No sé si ha sido el destino. La historia comenzó al grabar nuestras primeras canciones, que subimos a la red. Enseguida recibimos mensajes de gente de fuera que mostraba un interés tal, que con tan sólo dos temas ya nos propusieron editar un epé de cuatro para un sello noruego. A partir de ahí surgió el resto de oportunidades para grabar en pequeños sellos de todo el mundo».
Una cosa llevó a la otra y, poco tiempo después, el combo se encontraba girando por varios países de Europa y diversas ciudades estadounidenses. La criatura se desperezaba, y comprobaba que su anárquica filosofía de vida no andaba errada. Porque, al menos hasta hace poco tiempo, Lost Tapes no seguía unos patrones definidos. Iba modelando los temas que les pedían aquellos sellos que les parecían más interesantes, y, hasta cierto punto, no existía una planificación clara en cuanto a asuntos como la grabación o la mezcla. ¿Qué ha cambiado para que el grupo decidiera parar y preparar este disco con Mushroom Pillow? «El hecho de que esta discográfica haya entrado en escena dará un poco de consistencia a nuestra carrera, aunque queremos seguir sacando canciones en pequeños sellos de todo el mundo», aclara el músico valenciano. De hecho, el próximo verano verá la luz un coqueto recopilatorio a partir del material editado en todo este tiempo, impulsado por el sello de Portland, Shelflife, mientras se preparan futuras publicaciones con otras discográficas estadounidenses y europeas.
«Seguimos siendo un poco anárquicos en este sentido. A veces hemos hecho canciones por encargo; no teníamos temas en ese momento, pero surgía la posibilidad de editar en algún recopilatorio y nos poníamos a ello. La grabación del disco tampoco ha significado una diferencia tan grande en nuestra forma de trabajar, ni tampoco una ruptura con lo anterior. La gran diferencia radica en el tiempo empleado y, sobre todo, los recursos que hemos utilizado. Empezamos como una ‘bedroom band’. Grabándolo todo nosotros en un ordenador y una tarjeta de sonido. Para el disco hemos contado con más posibilidades, tanto a la hora de ir a un estudio, como en la ayuda prestada por otros músicos. Además, por primera vez hemos tenido un productor», asegura orgulloso RJ Sinclair.
Efectivamente. La banda se ha apoyado, a lo largo de varios meses, en la experiencia de un afamado Nacho Marco que, según Pau, ha tirado de meticulosidad. Su compañero de formación detalla el proceso vivido: «Hemos estado más de 6 meses, pero más bien por problemas de agenda y, sobre todo, porque vivimos en ciudades diferentes. Hemos trabajado en tres estudios diferentes. La verdad es que la espera llegó a ser desesperante, pero queríamos sentirnos orgullosos de lo realizado».
Y lo realizado no es, ni más ni menos, que una elegante combinación de sintetizadores y guitarras repletas de efecto, herederas de referentes como los surgidos en el Manchester en los 80 y los 90 del siglo pasado, a partir de sonidos que pueden ir de New Order a The Smiths. Todo ello, sin llegar a caer en lo pretencioso, ni en la reiteración. En definitiva, diversos derroteros estilísticos y rítmicos, que, no obstante, en conjunto acaban resultando coherentes. RJ Sinclair se explica: «Nunca hemos negado nuestras influencias. Supongo que fue en esos años que comentas cuando empezamos a interesarnos por la música. Hemos crecido escuchando muchos estilos diferentes, y ésos son precisamente los que te influyen más, los de los inicios. Nuestro sonido es una mezcla de todas nuestras influencias con la experiencia adquirida en todos estos años tocando en diferentes bandas, además de nuestras lecturas, las películas que nos han entusiasmado. Parece mentira, pero enseguida que tenemos un par de acordes sabemos exactamente por dónde vamos a llevar la canciones. Sin tener que hablar mucho entre nosotros, nos sale intuitivo». Pau añade y sentencia: «El Barroco duro decenas de años. Tampoco hay que ponerse ‘históricos’ estando a la última. Creo que aún se pueden hacer cosas con las tesituras de los 80, y, aunque hay detalles en el disco que lo fechan a día de hoy, está claro que bebemos mucho de allí».
Los discos de la semana
Dance and hunt (Subterfuge, 2016)
La chilena afincada en Valencia es uno de esos artistas que más sentido le está dando a palabras como ambición o evolución en nuestra escena. Con aquel Run with wolves de 2013 se marcó un tremendo salto que, ahora, consolida (si no supera) con un Dance and hunt que le es fácilmente atribuible, sobre todo, por su característico registro vocal, pero que incorpora nuevos estantes sonoros y ambientales a los que ir ojeando. Porque al universo de Soledad se accede a base de curiosidad. Su capacidad innata de hipnotizar al oyente a partir de esta tela de araña tejida con pasión desmedida (en ocasiones, en exceso) por lo etéreo y lo sugestivo (Knife, Nightmare) es difícil que deje indiferente a nadie. Sobre todo, cuando le da por tirar de bases recurrentes y profundas (Jeanette), que son capaces de pulular entre la locura (You have no choice with me) y el clasicismo (The cave).
Cants de balena (Mésdemil, 2016)
La mejor tarjeta de presentación que puede esgrimir la banda de La Vall Farta es, precisamente, la consistencia y empaques sonoros, y el digno nivel compositivo que éste, su primer larga duración, desprende. Estilísticamente, los de L’Home Brut se reflejan en los sonidos más frecuentados del rock alternativo guitarrero de las últimas décadas, que sobreviven en una amplitud, posiblemente, demasiado evidente. Esto, por otra parte, les permite combinar, sin demasiadas complicaciones, sendas más frenéticas (Buscarem camins, El parany, Bifaç), con otras más reflexionadas (Fang, Brutícia), ejecutadas, en ocasiones (Silenci abissal, Quietud), con inspirada solvencia instrumental.