La Plata estrena su epé ‘Un atasco’, un verdadero tratado de energía que epata sin remisión
Hace apenas un mes, La Plata se subía al escenario del Peter Rock Club para cerrar la Fiesta Demoscópica de la edición valenciana de la publicación musical Mondo Sonoro. En ese preciso momento, quien todavía no sabía de esta joven formación quedó atrapado por todo aquello que ha llevado a catalogarla como una de las promesas con más mimbres del pop y el rock estatales. Porque la banda compuesta por María Gea (Alfa-Estilo, Carmonas), Patricia Ferragud, Diego Escriche (Acapvlco, Alfa-Estilo, Hyper Clear), Miguel J. Carmona (Teletexto, Poder Absoluto, Thee Vertigos) y Salvador Frasquet aúna demasiados condicionantes que provocan en el respetable el deseo de abrazarse a ellos: Insolente juventud, frescura, inmediatez, indudable presencia escénica, estribillos brillantes, un directo embriagador e imagen, mucha imagen. La propia María, de hecho, es la autora del diseño de la portada de Un atasco, el certero epé con el cual La Plata se estrena oficialmente, bajo los auspicios del más rápido y visionario de los sellos, Sonido Muchacho. Además, el combo ha contado con los servicios de Ostap Yashchuk para definir el peculiar logotipo que le identifica.
En una escena en la que, tal vez, uno de los puntos débiles más evidentes de gran cantidad de sus bandas haya sido (y sea), precisamente, la imagen (en el sentido más amplio del concepto), La Plata parece tenerlo muy claro: «El estilo es lo primero. En esta ciudad hay grandes grupos que viven su realidad musical tanto como en otras. Puede que algunos no estén interesados en compartirla con una escena normativa, o sea ésta la que no esté preparada para ellos. Esa falta de imagen no la vemos dentro de la escena por la que nos hemos estado moviendo», afirman, en referencia al ambiente que, desde hace años, se vive en colectivos y espacios como La Residencia. En ellos se dan cita nuevas generaciones y propuestas alejadas de convencionalismos: «La Residencia juega un papel indispensable en la escena musical por la que nos interesamos. La escena valenciana se renueva cada día aunque algunos no sean capaces de verlo. Es importante saber apoyar las propuestas emergentes, vengan de quien vengan, y eso es algo que La Residencia y otros colectivos valencianos están haciendo bien. Esto último no nos convierte en partidarios de estancarse en Valencia y, ni mucho menos, sentimos una sensación de pertenencia a ella».
Alto y claro se expresan. Además, afortunadamente, el quinteto parece haber decidido hacer caso omiso ante los constantes cantos de sirena en forma de elogio. Hacen bien: «Intentamos no prestar atención. Somos conscientes de que esas reseñas forman parte del momento, del ‘hype’, de que un comentario positivo puede venir de alguien a quien nuestra música no le importe lo más mínimo, y en unos segundos pueda estar echando pestes de La Plata. Es a nosotros a quienes realmente nos gusta lo que hacemos, y somos los únicos de cuyo juicio nos fiamos. Un comentario positivo ajeno puede llegar a gustar tan poco como otro negativo». ¿Queda claro?
La pasmosa efectividad del tema que da título a Un atasco comenzó a surtir efecto a finales de 2015. Por aquel entonces, Diego Escriche lanzó una sorprendente demo que impactó en quien dio con ella. Poco después, Carmona se une al proyecto. Patricia, María y Salvador lo harían inmediatamente. Muchas aventuras paralelas que acaban cristalizando en una. ¿La definitiva? «Todas ellas son importantes para nosotros. Que ahora se le esté prestando más atención a La Plata no convierte a las demás en menos válidas. De hecho, esta banda ha dado pie a la formación de otras», sentencian. A partir de aquí, todo viene rodado. El contacto con Sonido Muchacho, la grabación del epé con el apoyo de Dani Cardona, las mezclas de Carlos Hernández (Los Planetas, Triángulo de Amor Bizarro, La Habitación Roja, Sidonie, Cooper…), y, dentro de nada, en pocas semanas, la grabación de un larga duración («lo compondrán nueve u once canciones, la mayoría ya compuestas y tocadas en directo»).
Efectivamente, casi todas ellas son conocidas por aquellos que han cometido la sensatez de acercarse a alguna de las eléctricas puestas en escena del combo. Aquellas en las que, entre tanto estallido pop, hay demasiadas cosas que huelen a Nueva Ola, a finales de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado. Unos derroteros reivindicados por algunos artistas jóvenes, y una influencia denostada por voces que aseguran que comienza a producirse cierta saturación. ¿Saturación ochentera, pero no sesentera y setentera? «Todo depende del ambiente y el público al que te dirijas. En todas las épocas se ha hecho de todo. En los 70 coexistieron el punk y el rock progresivo, como lo hicieron el hip hop y el techno en los 80. Cada género tiene su edad dorada y sí, es cierto que muchos acabaron hartos de ese sonido digital lleno de efectos moduladores y reverbs puerteadas tan característico de esa última, pero otros también lo hicieron de las historiadas y complejas estructuras armónicas que nos brindó la anterior. Nosotros no bebemos únicamente de los 80. Hoy en día contamos con internet y tenemos a nuestra disposición una amplia gama genérica con su respectiva información, los altibajos de cada época e infinito acceso a bandas actuales de todo el mundo».
Los discos de la semana
6 puñaladas (Lengua Armada, 2017)
Si hace nada reseñábamos el estreno sonoro de Pau Monteagudo (Corazones eléctricos), ahora nos detenemos en el nuevo proyecto de otras columnas de los míticos Uzzhuaïa. Israel (Izzra) Ferrer y Álex Simón apuntaron alto uniendo sus fuerzas a otros pesos pesados de nuestra escena: Rafa Bonet (Babylon Rockets, Shame City), Álex Manza (Lullaby, Perro Grande) y el siempre eficiente Rafa Rocamora (Mafarka). Comprenderá el lector que, con esta selección, al menos tres elementos están asegurados: Rock and Roll sin florituras, un alto grado de honestidad y muchísima contundencia interpretativa. Eso es 6 puñaladas. Un certero puñetazo de riffs y atronadora sección rítmica, aupados por unas letras ásperas y directas, un constante duelo de guitarras y la voz de un Rocamora desatado. En definitiva, un viaje por lo mejor del mejor rock: The Hellacopters, Backyard Babies…
Candela (Mésdemil, 2017)
Apasionados de los ritmos jamaicanos y latinos, los alcoyanos finalmente se lanzan a publicar su primera referencia después de tres años de rodaje. Bajo la producción de Lluc Casares, y seguros tras la solvencia vocal de Alba Terol (versátil, tanto en registros como en su facilidad por afrontar temas en tres idiomas), los ocho instrumentistas cumplen con nota a la hora de surfear entre horizontes como el rocksteady, la cumbia, el bolero o el ska, y asientan el valor de este disco en piezas como las embriagadoras Cento el tendero y Cúmbia de Sant Benet, así como una Ska Bomb convertida en vehículo de lucimiento, a partir del concurso del propio Casares y Javier García (The Oldians).