La figura de los orientadores laborales es clave dentro de las estructuras de los servicios públicos de empleo siendo uno de los servicios más demandados por los ciudadanos. Muchas personas cuestionan su trabajo porque desconocen en muchos casos las ventajas que puede tener el hecho de recurrir a ellos.
Estamos acostumbrados a creer que solos podemos resolver nuestros problemas, de ahí que muchas personas no acudan a un psicólogo si tienen un problema, a un mediador familiar o como es el caso, a un orientador laboral. Todos creemos que sabemos cómo buscar empleo, y que si no lo encontramos es porque no hay ofertas de trabajo, no porque no sepamos cómo hacerlo.
En una situación como la que hemos vivido en las últimas décadas en las que había más ofertas de trabajo que personas demandantes, su función parecía no tener mucho sentido ya que era fácil encontrar empleo. Pero en unos momentos como los actuales en los que el mercado laboral ha sufrido importantes cambios, no sólo por la reducción del número de ofertas, sino por otros factores añadidos como el cambio de perfiles profesionales, la forma en cómo las empresas buscan y seleccionan a los candidatos, o la necesidad de contar con nuevas habilidades o skills hace que su función haya tomado importancia.
¿En qué puede ayudarnos un orientador profesional?
Lo primero de todo es que nos ofrece una atención personalizada. Se ha acabado el tiempo en el que se daban “recetas” iguales para todos, ya que no es lo mismo una persona que tenga formación universitaria que una que no tenga estudios, ni alguien con 25 años a otra que pasa de los 50. Un orientador nos dará una atención personalizada en función de nuestras circunstancias personales y profesionales. Para ello utilizan el IPI, itinerario personalizado de inserción.
Diseñar una estrategia de búsqueda de empleo. No se trata de enviar cientos de curriculums a modo de spam o visitar empresas de forma aleatoria como solíamos hacer unos años. Todavía hay muchas personas que comentan “voy a ir al polígono a dejar curriculums”, hoy esa táctica ya no funciona. Un orientador nos ayuda a saber cómo podemos diseñar nuestra propia estrategia de búsqueda para que sea lo más efectiva posible seleccionando dónde tenemos que ir, no se trata tanto de la cantidad de curriculums que enviemos sino de la forma en que generemos las oportunidades profesionales.
Definir el perfil profesional que necesitamos para adecuarnos a las necesidades actuales del mercado laboral. Puede ser que sea necesario un curso de formación concreto (factura plus, certificado de profesionalidad o un módulo de formación profesional) o bien decirnos que no es necesario ya que tenemos la formación adecuada y que sin embargo es importante desarrollar una habilidad como el manejo de redes sociales profesionales como LinkedIn.
Fijar nuestro objetivo laboral y ayudarnos en la toma de decisiones sobre una opción u otra, mostrándonos las ventajas e inconvenientes de elegir por ejemplo entre preparar unas oposiciones, montarnos un negocio o buscar empleo por cuenta ajena. Elaborar juntos un DAFO es importante ya que nos ayuda a ser realistas sobre las opciones que barajamos. En muchas ocasiones pedimos consejos a familiares o amigos pero es recomendable contar con un profesional objetivo que nos ayude a tomar una decisión.
Elaborar un buen curriculum. No sólo en papel, sino también un curriculum 2.0 ya que en una situación como la actual contar con un perfil en LinkedIn o beBee es igual de importante o más que tenerlo en papel.
Saber cómo buscar ofertas a través de internet en portales de empleo, en los servicios públicos o cómo utilizar la autocandidatura en función de la información disponible en asociaciones empresariales, colegios profesionales y otras instituciones.
Acceder a los recursos de búsqueda de empleo que ellos manejan. Los orientadores laborales dedican gran parte de su trabajo a recopilar información, enlaces o herramientas que ponen a nuestra disposición facilitándonos el acceso a muchos recursos que podemos desconocer y que nos pueden ayudar tanto en cuanto a formación como a búsqueda de empleo.
Mostrarnos cuáles son nuestras carencias o fallos, o bien decirnos lo que estamos haciendo bien. Nos pueden ayudar a preparar una carta de presentación o cómo enfrentarnos a una entrevista de trabajo. Por ejemplo en el SERVEF se hacen todos los meses talleres de entrevista con simulaciones reales, ejemplos de entrevistas dinámicas, etc.
Apoyo emocional. Esta es quizá una de las funciones más complicadas que desarrollan ya que cuando una persona lleva mucho tiempo desempleada aparecen sentimientos como frustración o desmotivación que el orientador nos puede ayudar a superar y a no tirar la toalla en la búsqueda de empleo.
Todos tenemos siempre cosas que aprender. Los propios orientadores cuentan cómo cada día aprenden algo de las personas a las que atienden y ese aprendizaje lo van acumulando. Cada orientador atiende a más de 1.000 personas desempleadas cada año, por lo que tienen un importante bagaje de lo que funciona o no en la búsqueda de empleo.
Desde hace unos meses en el SERVEF se puede solicitar cita previa por internet con un orientador para que nos atienda de forma personalizada, al cual podremos acudir todas las veces que lo necesitemos, ya que cada persona tiene unas necesidades diferentes y habrá gente que requiera sólo de una sesión, y otros en cambio, tendrán que acudir varias veces.