Ninguna muerte es justa, pese a que muchas veces deseamos que ocurra para determinados individuos pero cuando personas como Labordeta dejan de ser humanos para convertirse en cadáveres- siguiendo la terminología forense- el asombro y un cierto dolor colectivo te ensimisma un tiempo. Yo deseo que Labordeta encuentre otra mochila para recorrer paisajes de transición blanca y deseo que sus recorridos no se olviden porque son una forma de entender la vida de la que hemos perdido muchos la pista. Un Tipo capaz de decir en el Parlamento ” a la mierda” requiere un tiempo de admiración y de silencio reflexivo.
Voy a verme algún capitulo de José Antonio que era bien recibido y no perdono a quienes creyéndose en la elite despreciaban a esta entrañable persona que supo hacer del andar un peregrinaje diario.
Cuando auno le dan una medalla es que está grave y si además van a su casa son como los enviados de la Parca. Cruzo los dedos y también me pongo a oír el Canto a la libertad de D- José Antonio Labordeta. No lo leerán sus allegados pero si alguien los ve diganles de mi parte que estoy triste. No solo ha muerto un hombre bueno, como hay muchos, sino un luchador.