Berlanga” el maestro de l a sátira cuando era difícil hacerla”se ha muerto con 89 años. Una edad nunca suficiente para la vida. Cuento en una columna que saldrá el martes que tengo algunos sucedidos, hoy con categoría de anécdotas y que ahora que todo el mundo habla de él, parece prudente callarse y dejarlo para otro momento. ¿No?
Sin embargo no me resisto en este soporte. Asistiamos los dos, entre otras personas, al pésame en casa de un amigo común, muy querido para ambos, que se había muerto tempranamente. Yo ya había tenido la oportunidad de comer un par de veces con el Sr.Berlanga con ocasión del rodaje de un par de anuncios- a la sazón yo trabajaba para una multinacional de publicidad y lo hacía con el amigo muerto.
Nos miramos y como no decía nada el Sr. Berlanga,claro, lo saludé y le recordé brevemente el origen del precario conocimiento y se le iluminó la cara dándole aún más aire de ingenuidad a su tradicional forma , creo, de ver la vida.
Y entonces me confesó que eso le pasaba mucho. Gustaba, me dijo, de viajar en tren y como le conocía mucha gente y esta lo saludaba con cierto grado de familiaridad él entraba en una confusión hasta que dio, para siempre, con la formula perfecta. ¿Cuál?. Sencillo. Le preguntaba al interfecto ¿Qué, resolviste aquel problema tuyo? y a partir mde ese momento el otro no dejaba de hablar de él, de su problema tec…hasta que finalmente daba con el hilo de que conocía a aquel…aunque no siempre.
Si hay cielo mis dos amigos, conocidos aún estarán riéndose de una foto en la que aparecen los dos en una boda fotografiados junto a los novios sin conocerlos de nada. Era el tiempo en que se pasaba hambre en Madrid y ser artista de algo era un tortura para el estomago. Descanse en paz uno y otro . Hasta siempre.