DE SALUS DE ESTA SEMANA. DE HOY.
FLASH
Lo prescindible
Como soy yo quien ha sugerido esa contraposición entre mi vecino de abajo y yo mismo ahora me encuentro en una encrucijada; es una especie de trampa
Él habla filosóficamente hasta alcanzar cotas de solidaridad y yo mismo ahora no sé qué decir.
¿Nada? Si no digo nada soy prescindible, lo cual, por cierto, era sabido casi por todos menos por un mismo, como siempre; ahora entiendo los refranes de mi abuela sobre “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.
¿Podría entonces, para no desaparecer, prescindir solo un poco de mismo? Lo prefiero antes que lo absoluto.
Lo dejo, acabo de descubrirlo, en manos del lector que podría prescindir de mí olímpicamente, como si alguien con autoridad le hubiese prescrito “a ese no lo leas que es un liante”.
Yo en mi mismidad digo que eso sería injusto porque se le privaría de la libertad de elección y en todo caso de la posibilidad de discrepar.
He descubierto, antes que se acabe el espacio de la columna, que podemos prescindir de la mitad de los regalos navideños que nos hemos impuesto por vía grandes almacenes a nosotros mismos, incluso podemos prescindir de más de la mitad hasta quedarnos con un quita y pon.
Este año he decidido comprar una flor de plástico, gigante eso sí, y un libro. Ninguna de las dos cosas se pasa de moda y ahorra para ningunear a medias a la crisis.
Podemos incluso escribir cartas de amor- eso si que es imprescindible- y dar un poco de nuestro tiempo al otro. El otro puede estar en casa aunque no lo veamos, de tanto verlo todos los días.
Y para aquellos que no entiendan nada y estén a la ´ultima con amigo invisible o conocido pues un respeto. No se puede prescindir del respeto a la libertad del otro. Buenos días.