En esta época en la que la posibilidad de ver la cara del otro cuando está hablando contigo es un hecho, la sonrisa no es fácil. Las cámaras de ordenador no dan una imagen limpia y lo que es una sonrisa puede parecer una mueca de asco y de hastío. Ambos están muy cerca.

En este número se habla de la risa, como remedio y de la tristeza como sentimientos y ambas son emociones que en otro tiempo no muy lejano eran considerados sólo como manifestación superior, diferenciador del ser humano en relación a lo que llamamos animales y no olvidemos al odio que también trata en su libro del mismo nombre el psiquiatra Castilla del Pino. ¿Los animales lo sentirán también? ¿Y el amor? ¿Y la fé? puede que dijera algún lector. Pues sí, son ciertos estos sentimientos que también pueden dar alegría.

Hay sentimientos ambivalentes y hoy te dan alegría y mañana tristeza. ¿Tendrán la misma dimensión, volumen o peso en la conducta una tristeza que una alegría? A lo mejor el inflamado corazón de un recién enamorado, impotente para reprimir su amor estalla en lágrimas de alegría; he ahí un contraste.

Puede que la alegría haya tenido su fuente en la lotería y esa alegría parece pura sin mezcla alguna. Cada uno puede llegar a tener fuentes distintas de alegría que siempre es mejor que tristeza ¿No? Buenos días.