FLASH
La vela latina
Carlos Pajuelo de Arcos
El sábado llegué tarde a la invitación que me hizo Paco para contemplar la ida y venida de botes, de embarcaciones aparejadas con vela latina. Una carrera a bordada sobre la Albufera. Emoción bajo el Sol.
Un matrimonio del viento y el hombre en su más pura elegía. No era la Copa América, era la vela latina, no menos importante.
No disfruté del ambiente previo del “esmorzar”, ni tampoco de la paella en torno a las tres, ya de vuelta de la participación en el sexto premio Presidente de la Diputación. Ahí se puede fumar caliqueño de la canal de Navarrés.
Se han perdido muchos oficios a lo largo de estos últimos 30 años; la ceguera del multiplan capitalista ha arrumbado categorías que ya no pasan de padre a hijos. Faltan contramaestres, faltan aprendices y todos quieren ser príncipes por herencia.
Siento que Paco, Elena y Joan, bajo la batuta del patrón Chaqués no me hayan visto, pero que sepan ellos y otros que siento el olor del calafate y al lago La Albufera en el alma y espero como ellos que el viento de las 12,30, un levante discreto, empuje, un año más desde hace 25, la vela que trajeron los árabes y que durante cientos años empujan los esquifes que en el Mar Rojo albergan pescadores de perlas con pulmones de acero natural.
Aquellos jóvenes de Silla que ya hace 25 años sintieron la llamada de la Mata del Rey- lugar de partida para enfilar hasta la gola de Puchol- por primera vez, no hacían sino perpetuar la labor de sus mayores que luchando con su vela de cuchillo, podían navegar contra el viento.
No es fácil navegar contra el viento y mucha gente lo sabe porque lo hace cada día.
Envergar o sea fijar la vela a un estay (nervio concebido para mantener un palo en posición vertical) para conseguir un apoyo, ayuda a la navegación ; ahora a mi me ha dado por pensar que algún tipo de estay reside en la sustancia de quienes, por ejemplo los marineros, que no pudiendo, llevarse del puerto a casa el pescado, que siempre se han llevado, han decidió regalarlo antes de ser decomisados. ¡Qué manera de envergar tenemos aquí! ¿No? Buenos días.