En un rincón descubrió que estaban los ascensores y, de nuevo, le picó la curiosidad. Fisgón subió hasta la sexta planta, donde dio con una de las innumerables salas de espera que no dejó de ver durante toda la mañana. Desde el sexto piso admiró una vista del Ágora espectacular. Pero, más cerca, en el bloque de delante, se percató de que todavía estaban en obras. Un enorme cartel de La Fe tapaba seis plantas inconclusas y en la azotea, junto a un murete a medio hacer, unas vallas metálicas intercedían entre el edificio y el vacío.
Lo anterior corresponde a un compañero del diario que se ha inventado un personaje que recorre La Fe nueva.
Lo de las inauguraciones tiene mucho de prisa y supongo que tiene que ver más con la apariencia que con la eficiencia como valor final. En ocasiones y en los grandes edificios, esos que se llaman representativos, prima más lo grandioso y aparentemente bello que la realidad del día a día.
En el caso de la Nueva Fe los aparcamientos gratuitos – frente al Hospital y al otro lado del Bulevar- son escasos y están llenos hasta las puertas de las alquerías que aun quedan. Esta no es una cuestión que deba esperar. Ahora no hay que inaugurar porque la Ley Electoral lo prohibe…pero si se puede ir por allí y tomar nota de esas deficiencias y ponerse manos a la obra. Ya se que en Ruanda están peor, que en America te piden enseguida el seguro y si no nada, que Inglaterra está hecho el tema un Cristo pero en Francia que está más cerca está ligeramente mejor, bastante mejor. Podíamos ir a ver, a aplicar además de ir a Bombardear a los libios de la mano del petit emperador Nico.Buenos días.