LA CHISPA
Las lágrimas
Carlos Pajuelo de Arcos
En el discurso repetitivo del Estado de la Nación, el pronunciado por el Jefe del Ejecutivo se notaron algunas chispas de emoción lacrimosa en las pupilas azules que me recordaban al otrora calificado con “bambi” de acero por aquel Guerra que nos divertía y facilitaba titulares.
El Jefe del Ejecutivo- como a la sazón parece que hay que llamarle y que, por cierto, tiene el nombre un cierto tufo a liquidación, a ejecución, aunque esa ejecución lo sea de los principios que pueden haberse jurado y de los cuales ahora se abjura con base en una conspiración financiera internacional. El Jefe, repito, parecía llorar.
A mí me gustaría penetrar como una silenciosa daga de la verdad en el cerebro de Bambi en el momento que relato y saber, a ciencia cierta, el porqué de ese chispazo lloroso y de nene al que le quitan un juguete.
¿Es la rabia, es el dolor, es la nostalgia, es el futuro personal, es su familia que estaba allí en la tribuna de invitados?
¿Rabia? Puede ser que lo fuera por pensar que es un incomprendido incluso por quienes forman parte de su propio equipo que ya se apresuran a repartirse el botín que queda y el soñado por si volvieran a disponer del Tesoro.
Se denomina “ganga” a aquel tesoro que uno encuentra en el fondo marino y que debe pertenecer a algún naufragio y hay quienes dicen que no, que a eso se llama pecio. ¡Qué más da lenguaje imperfecto!
El caso es que, supongo, cuando uno tiene un saco de dinero que como decía, una ex -ministra hoy el en Senado- usted me dirá para que sirve- el “dinero no es de nadie” debe dar rabia no poder dar orden de disponer del mismo para, quien sabe que talante, que Alianza de Civilizaciones.
¿Será, digo, una mezcla de rabia, malentendido, incomprensión, orgullo herido y una muestra familiar de sensibilidad que puede darle a uno réditos cariñosos?
A mí no me importa ver a un hombre llorar, es humano y está en la naturaleza de las cosas. Lo que me importa es el porqué y me importa cuando ese hombre lo es público y sobre él descansa el peso de la purpura, democrática o no. Buenos días.