La tragedia de la muerte en estos días a cargo de una monitora y de una madre de varios niños me llena de rabia y me produce un latigazo lacerante en el alma. Los niños a mi no me gustan, no los entiendo, pero que guapos y sinceros son cuando se manifiestan.
Recuerdo a uno mío, de los dos que tengo, que siendo una navidad lo llevamos a la feria de Atracciones varias que se montan en La Alameda – Alboreda en valenciano y lo digo porque es bonito,suena poético- y allí estuvimos hasta agotar la enegía nuetra y cuando dijimos a casa, el individuo- mi hijo- cogío un berrinche que ni los zapatazos de Kruschov en la ONU.
Lloraba, se resistía y daba saltos de rabia negándose a abandonar.El llanto de un niño es algo desgarrador y la risa contagiosa. Lloran y ríen por cualquier cosa lo que parece natural. Son ruiseñores. ¿Qué clase de locura lleva a una madre o a una monitora a acabar por segar la vida de unas criaturas que nada han hecho todavía?. Ahora llega el momento en el que los buenos y comprensivos juzgadores dirán que ha sido un momento de debilidad, o, o , o. ¿Que harían en otras civilizaciones con casos así?. Buenos días.